Se sintió triste inexplicablemente. Era sentir la ausencia de algo, como si le faltara una parte de si mismo.
Digamos que no es muy expresivo. Ni con el resto, ni consigo mismo… Con nadie. Tiende a escuchar canciones con ideas positivas, con detalles de aquellos que le gustaría que abundaran en su vida. Y no sabe lo mal que le hacen; lo llevan a un estado en donde lo único que termina haciendo es preguntarse repetidas veces “¿Por qué no a mi?”.
Cuando lo piensa cae en un espiral de pena inexplicable (insisto con lo de inexplicable). Siente el peso de todo lo que no ha vivido, y el arrepiento por no haber actuado lo supera de sobremanera.
Digamos que no es muy expresivo. Ni con el resto, ni consigo mismo… Con nadie. Tiende a escuchar canciones con ideas positivas, con detalles de aquellos que le gustaría que abundaran en su vida. Y no sabe lo mal que le hacen; lo llevan a un estado en donde lo único que termina haciendo es preguntarse repetidas veces “¿Por qué no a mi?”.
Cuando lo piensa cae en un espiral de pena inexplicable (insisto con lo de inexplicable). Siente el peso de todo lo que no ha vivido, y el arrepiento por no haber actuado lo supera de sobremanera.
Escucha acordes agudos, de esos que deberían animar. Pero en él no cumplen la función correcta; es como que le trajera de vuelta recuerdos malos. Ósea, así es la sensación; los recuerdos malos no existen.
Y tal es la carga que no le queda más que tomar asiento frente al ventanal a eso de las 7, aguardando a que el sol le dé en los ojos, dejándole la mente en blanco y el corazón insensible, con la esperanza de que el correo no sean spam o cadenas, y que el teléfono ya no sea la empresa de cobranza.
1 comentario:
Qué increíble que en tu texto más hermoso nadie haya opinado.
El último párrafo es terminal, es sangrante, es latente, y eso me aterra y me dan ganas de olvidarme que mi ventana no se abre más que para ahogarme en las sábanas y en mi piel. Me da miedo leerte.
Yo tampoco sé nada de tí, o quizás demasiado, tal como tu sabes demasiado de mi.
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