Entonces la noche se hace más larga, como las sombras a eso de las 8 de la tarde, y siente el peso de todo en un minuto. Calcula cuantas horas de sueño le quedan, y es una miseria. Es una pena esto del insomnio, piensa sin dormir ni dejar de escribir. El insomnio se ha hecho más difícil cada día; deja rastros de pena, que como las ojeras, se acomodan donde menos uno las quiere. Las ojeras, eso sí, se presentan a la mañana siguiente. La pena se esconde y se queda.
Es una pena no saber manejar esto de las sensaciones. Los días oscuros ya quedan atrás, pero no sé que quiero conseguir dándole vueltas a asuntos sin nombres ni apellidos; son solo masas de información que se esparraman, crecen, esparcen y ahogan. Y yo ya no floto como antes, esa es la verdad.
qué malos recuerdos, por cristo-jesus...-