martes, 27 de marzo de 2012

La entrada 401

Van 400 entradas efectivas y me da la impresión de que esto parece más que una bitácora una constancia de como todo sin quererlo se ha ido enterrando en alguna parte. No quiero concluir si las cosas van bien o mal; van. Marchan. Vuelan. 


martes, 13 de marzo de 2012

La necesidad absurda de acercarse y ofrecerle una pizza para llenar un vacío incómodo que poco tiene que ver con la digestión de las cosas. Avanzar tres pasos y retroceder de golpe; no tiene lógica. Nada tiene lógica. Por qué una pizza? Por qué él? Por qué el vacío?

Faltan preguntas. Faltan muchas preguntas y las respuestas se están estancando en alguna parte de la volátil  memoria que lo compone todo a estas alturas. A veces, ciertos días, recuerda que las cosas son cíclicas; asume que es la temporada y que pronto las cosas serán diferentes. Pero eso, lamentablemente, es sólo a veces. Por lo general, la vida se torna insípida, y ese desazón se transforma en el más amargo de los sabores. Hay días en que quiere creer y se esfuerza en ello. Y se nota; se nota que sonríe más, y que tal vez sí puso atención en los colores de la ropa, en el perfume, en la forma de acomodarse el pantalón con los zapatos o zapatillas. Pero hay tanta fragilidad dentro, tanta, que no importa cuanto construya; bastará con que un azaroso clima escriba en su memoria que no todo marcha bien para que el delicado mapa que traza cada tarde se borre. Entonces se pierde, y santiago es una ciudad de mierda jodidamente grande y aplastante; comenzará a correr en círculos, y podrá llegar a su casa, dormir y volver a despertar aun en círculos, porque ya no hay norte, no hay un paraqué ni un porqué. Nada se va a la mierda ya porque todo va a ninguna parte.

Faltan cables a tierra, faltan raíces fuertes de una vez por todas; raíces que al menos contengan esas ganas terribles de abrazar a quien se le cruce y pedirle que, por un segundo, olvide que son completos desconocidos.