No quiere que pase el día sin tener nada significativo que recordar.
Sube al metro, observa el atardecer desde la linea 5 y baja en Parque bustamante. Ahí se detiene y recuerda bastante.
Camina por el pasto un rato. Piensa en que le gustaría que de ahora en adelante todo el camino fuese así, blando, grato, suave. Pero no.
Sale a la gravilla, cruza a una banca y se sienta mirando nada, apuntando su vista al infinito.
Piensa.
Respira.
Luego de 20 minutos se para, y vuelve al pasto mientras retoma un rumbo bien sabido; Vuelve a la vida.
Espera el semaforo para cruzar, aun cuando la calle está vacía. Mientras lo hace, se acomoda los audifonos y enciende el MP3. Javiera Mena le acompaña un rato, para caer luego en Teleradio Donoso...
"cuanto te vas a entregar / A los vicios de ciudad.."
Lo piensa.
Toma el metro a duras penas, se hace el espacio y pasa a ser parte del metro cuadrado de alguien desconocido, muy posiblemente sometido, como él, al diario vivir. Pasa fugaz por Ñuble, y el olor a mierda de siempre se hace presente y no se va. A través de los vidrios de las puertas observa... Huellas dactilares deforman el paisaje dibujado por las luces de Santiago hacia el poniente, en donde la luz del atardecer se une con el azul marino de un cielo que comienza a estrellarse contra el horizonte.
Recorre el camino de regreso y vuelve a la vida. Su vida.
Las llaves giran, y una serie de mecanismos actúa, uno tras otro, para dejarlo a entrar a su espacio, su mundo privado. Traspasa el humbral y con la misma llave, ahora por dentro, realiza la acción contraria.
Calienta el agua y toma un café amargo, mientras pone a tostar el pan de la mañana para huntarle el resto de margarina que se derretía lentamente en un meson de la cocina. Prende la tv con una esperanza absurda, y la apaga luego de darle la vuelta a los canales.
Prende el pc, lo apaga.
Cierra los ojos. Los abre y sueña un rato.
Sueña con un escape, un agujero en la realidad, una ventana de emergencia.
Sueña.
Sueña que va en un avión, sólo, y abre la puerta. Y cae. Infinitamente, cae.
Y sigue soñando, hasta eso de las 16:52 del día siguiente, donde al fin se levanta de la cama como comprendiendo todo.
Saca las sabanas de la cama, y lentamente amarra una punta en la baranda del segundo piso, firme. Hace un lazo al otro extremo, y en una ceremonia bañada de silencio pone una silla bajo este, inestable entre dos escalones. Termina dándole un nivel parejo con las inutiles guias de teléfono que nunca usó.
Antes de todo toma un Cd que alguna vez hizo para los viajes en el auto que nunca realizó. Activa el shuffle, suena "Karma Police". Queda impactado, como a punto de sentir algo que lo haría cambiar de opinión. Mas no lo logra.
Sube unos escalones, y mientras la música invade toda la casa procede a poner el cuello dentro del lazo. Siente las manos heladas, y comienza a llorar sin parar... tiembla...
"For a minute there / I lost my self, I lost my self..."
... Y mientras Thom termina de cantar logra no pensar en nada, y el pitido electrónico al final de la canción le indica indirectamente que es hora. Lentamente comienza a empujar la silla con las pies... Suena "The Universal - Blur"
Así, con una melodía casi celestial, las lagrimas que le nublaron la mirada comienzan a desaparecer. Junto con ella se van los escalones de madera que siempre crujieron, y el macetero que está al final de la baranda desde que tiene memoria, aún cuando nunca le gustó. Ve morir las flores de la mesa de centro hasta dejar de ser junto con el juego de living que sólo uso él. Todo es blanco. Todo se transforma lentamente en nada.
El sol le pega en la mirada. Son las 7:39. En la radio-reloj suena "The Universal"
Es tarde.
Se viste rápido y bebe el café helado que le sobró de ayer. Toma el bolso, las llaves, y sin siquiera lavarse la cara sale de su espacio personal, ese donde todo y nada sucede, donde las cosas son como él las deséa, donde cada noche tiene la fuerza para acabar con todo, y la mismca fuerza para comenzar otra vez, con la cara llena de risa otro intento de buen día.-
jueves, 30 de julio de 2009
miércoles, 22 de julio de 2009
Spotless Mind
Me sumo a un recuerdo latente, esperando hallar el punto donde la ecuación falló. Quiero encontrar la formula exacta para no equivocarme, para no perder la cabeza de nuevo, para no creer que eres el único destino posible.
Hilo los pasos en reversa, uno a uno, como quien pierde algo y lo busca sin cesar.
Yo perdí bastante. Y aunque vuelva mil veces mis pasos atrás, no voy a encontrar nada.
Sufro la concecuencias de una monotonía enfermiza, que fuera de ser un obstaculo para la mi bienestar, repite tu nombre a cada momento.
He cometido muchos errores hasta ahora. Es parte del ser iluso, o tal vez es simple y pura estupidez.
El problema se basa en que en algunas ocaciones creo ser suficiente para tí. Mas muchas otras me siento como un trapo, que por mucha utilidad que tenga, nunca llega a importar más de lo que importa un trapo.
Y así, una y otra vez, camino por los mismos pasos, empantanado.
Me pregunto a mi mismo "¿Te crees así de enfermo?"... Enfermo no.
Perdido.
Triste y perdido. -
Hilo los pasos en reversa, uno a uno, como quien pierde algo y lo busca sin cesar.
Yo perdí bastante. Y aunque vuelva mil veces mis pasos atrás, no voy a encontrar nada.
Sufro la concecuencias de una monotonía enfermiza, que fuera de ser un obstaculo para la mi bienestar, repite tu nombre a cada momento.
He cometido muchos errores hasta ahora. Es parte del ser iluso, o tal vez es simple y pura estupidez.
El problema se basa en que en algunas ocaciones creo ser suficiente para tí. Mas muchas otras me siento como un trapo, que por mucha utilidad que tenga, nunca llega a importar más de lo que importa un trapo.
Y así, una y otra vez, camino por los mismos pasos, empantanado.
Me pregunto a mi mismo "¿Te crees así de enfermo?"... Enfermo no.
Perdido.
Triste y perdido. -
domingo, 19 de julio de 2009
De Como Eliminé Las Memorias
Con el paso y peso de la tarde descubre que en el fondo ese espacio nunca se ha llenado completamente, y se frustra pensando que Harry Potter lleva 6 películas, Lost va para la última temporada y él sigue igual, como si nada.
No encuentra razones para reir, pero es bueno en el arte de inventar. Por lo mismo, aún sin motivaciones, se le tiende a ver feliz.
Alguna vez quiso querer un poco. Luchó bastante por ello, y para cuando al fin lo logró se dió cuenta de el más grave error: Entregó todo a quien jamás le importó. Lloró toda una tarde frente al ventanal que apuntaba al atardecer. El sol lo cubrió por completo, partió por los pies, terminó inundando sus ojos. Silencio siempre... que apuñaló recuerdos y canciones, como si el hacerlo le calmara la angustia de haber errado tanto, como si destruyendo sus memoria ganara algo, como si vaciando la razón lograra estirpar del corazón.
A eso de las nueve y tres cuartos ya no había sol, y las lagrimas no habían dejado huella.
Volvió a la rutina, la de siempre. Volvió a sentarse a la mesa con las noticias, volvió al pc y rellenó su mundo con todo lo que le faltaba. Volvió a ser no más que un papel cerrado con un te quiero, guardado en el fondo de un cajón viejo, al lado de las velas, sobre unas monedas de peso, cerca de los botones huachos y un personal Stereo con las pilas gastadas.
No encuentra razones para reir, pero es bueno en el arte de inventar. Por lo mismo, aún sin motivaciones, se le tiende a ver feliz.
Alguna vez quiso querer un poco. Luchó bastante por ello, y para cuando al fin lo logró se dió cuenta de el más grave error: Entregó todo a quien jamás le importó. Lloró toda una tarde frente al ventanal que apuntaba al atardecer. El sol lo cubrió por completo, partió por los pies, terminó inundando sus ojos. Silencio siempre... que apuñaló recuerdos y canciones, como si el hacerlo le calmara la angustia de haber errado tanto, como si destruyendo sus memoria ganara algo, como si vaciando la razón lograra estirpar del corazón.
A eso de las nueve y tres cuartos ya no había sol, y las lagrimas no habían dejado huella.
Volvió a la rutina, la de siempre. Volvió a sentarse a la mesa con las noticias, volvió al pc y rellenó su mundo con todo lo que le faltaba. Volvió a ser no más que un papel cerrado con un te quiero, guardado en el fondo de un cajón viejo, al lado de las velas, sobre unas monedas de peso, cerca de los botones huachos y un personal Stereo con las pilas gastadas.
jueves, 16 de julio de 2009
La memoria
Cuando descubrió la solución se espantó. No concebía la idea de olvidarle tan abruptamente, de sacarle de su vida como si no fuese más que un atado de memorias sin resolver, para así terminar con un sentimiento sin razón que le quemaba por dentro. Mas no lo pensó demasiado; tomó el teléfono y le citó.
Caminó lento, sabiendo que se verían donde siempre, donde comenzó todo. Y muy probablemente, sería la última vez que estarían juntos así, voluntariamente. Esto le hizo pensar en las vueltas de la vida: "No eran circulos, era un espiral. Sí...".
Las luces de los autos le daban otro aire a Providencia, como si se ubiesen puesto de acuerdo con el nublado atardecer, los faroles y las ojas secas en crear el ambiente más desgarrador para un adiós programado. El viento aparecía a ratos, como queriendo hacer acto de presencia en la escena, aumentando el frío, el celeste, haciendo bailar las ojas del piso al rededor de sus pausados pasos...
No sentía los piés... "El frío" se dijo... Pero cuando no sintió su corazón no encontró excusa. No sabía lo que hacía. Aún le quería y casí lo olvidaba. "Amnesia" pensó durante un segundo... al otro ya lo había olvidado, mientras que uno que otro recuerdo azaroso le aparecía como un flash, flash que nunca le pareció haber vivido.
Paró en un semaforo y descubrió que tenía puestos los audifonos escuchando nada. Prendió el mp3 y puso la única playlist que tenía. Avanzó al ritmo de la música, mientras pensaba en la razón para escuchar esas letras tan cargada de imagenes... Cada frase exaltaba recuerdos, como si fuesen el mejor remedio para su olvido.
Luego de casi 15 minutos de recuerdos vió que se acercaba a lo lejos. Llegarían al mismo tiempo. Se sacó los audifonos, olvidó apagar el mp3, dejándolo en el bolsillo del abrigo.
Le encontró en una banca, esperando con una sonrisa que no hacía juego con el panorama; era como una luz en las penumbras. Vestía de los colores más eléctricos que su memororia le permitía recordar. Se sentó a su lado en silencio, mientras miraba sus pies en un estado de nostalgia profunda. No sabía lo que hacía.
- Hola, ¿nos conocemos? - le dijo sin dejar de sonreir.
Extrañado por la pregunta le miró en silencio. ¿No le reconocía?
En un segundo, un perro se paró frente a ellos, como exigiendo una caricia. Al mismo tiempo, tres hojas caían frente a sus ojos; 2 terminaron su recorrido en el suelo, una en sus piernas. El semaforo cambió de color al momento que dos escolares corrieron para alcanzar a pasar sin ser atropellados por un bus que no hizo ni el intento de detenerse.
- Hey... ¿Nos conocemos?- le dijo sonriendo.
Extrañado le miró completamente... Su sonrisa parecía darle calor a la fría noche, alumbrada por la tímida luz de los faroles que parecían buscar que algo sucediera. Sus ropas eran de colores fuertes, que parecían resaltar más aún con la palida luz que los alumbraba.
- Creo que no - respondió luego de pensarlo muy poco - Soy Jaime - Sonrió de vuelta para dar paso a un silencio que duró lo necesario para dar paso a una conversación como nunca antes la había tenido.
A eso de las once partieron cada uno por su lado, un abrazo, un beso tímido, cambiando numeros y quedando de encontrarse al día siguiente, a la misma hora, en el mismo lugar.
Jaime se fué feliz, sin saber que aquella persona cada día aparecía en su vida, a la misma hora, en el mismo lugar, dándole las tardes más perfectas de su vida y una felicidad instantanea que luego de unas horas daba paso al pesar de una enfermedad que le carcomía los ideales, y el remordimiento de fallarle a su mal llevado matrimonio.
Tanto se sentía, tanto, que cada tarde, a eso de las seis le llamaba, pedía una cita y se disponía a terminar todo lo que podría haber sido, sin saber que con ello estaba dando paso a conversaciones interminables, besos puros, caricias acopladas en movimientos torpes y una relación de lo más extraña y romántica.
Caminó lento, sabiendo que se verían donde siempre, donde comenzó todo. Y muy probablemente, sería la última vez que estarían juntos así, voluntariamente. Esto le hizo pensar en las vueltas de la vida: "No eran circulos, era un espiral. Sí...".
Las luces de los autos le daban otro aire a Providencia, como si se ubiesen puesto de acuerdo con el nublado atardecer, los faroles y las ojas secas en crear el ambiente más desgarrador para un adiós programado. El viento aparecía a ratos, como queriendo hacer acto de presencia en la escena, aumentando el frío, el celeste, haciendo bailar las ojas del piso al rededor de sus pausados pasos...
No sentía los piés... "El frío" se dijo... Pero cuando no sintió su corazón no encontró excusa. No sabía lo que hacía. Aún le quería y casí lo olvidaba. "Amnesia" pensó durante un segundo... al otro ya lo había olvidado, mientras que uno que otro recuerdo azaroso le aparecía como un flash, flash que nunca le pareció haber vivido.
Paró en un semaforo y descubrió que tenía puestos los audifonos escuchando nada. Prendió el mp3 y puso la única playlist que tenía. Avanzó al ritmo de la música, mientras pensaba en la razón para escuchar esas letras tan cargada de imagenes... Cada frase exaltaba recuerdos, como si fuesen el mejor remedio para su olvido.
Luego de casi 15 minutos de recuerdos vió que se acercaba a lo lejos. Llegarían al mismo tiempo. Se sacó los audifonos, olvidó apagar el mp3, dejándolo en el bolsillo del abrigo.
Le encontró en una banca, esperando con una sonrisa que no hacía juego con el panorama; era como una luz en las penumbras. Vestía de los colores más eléctricos que su memororia le permitía recordar. Se sentó a su lado en silencio, mientras miraba sus pies en un estado de nostalgia profunda. No sabía lo que hacía.
- Hola, ¿nos conocemos? - le dijo sin dejar de sonreir.
Extrañado por la pregunta le miró en silencio. ¿No le reconocía?
En un segundo, un perro se paró frente a ellos, como exigiendo una caricia. Al mismo tiempo, tres hojas caían frente a sus ojos; 2 terminaron su recorrido en el suelo, una en sus piernas. El semaforo cambió de color al momento que dos escolares corrieron para alcanzar a pasar sin ser atropellados por un bus que no hizo ni el intento de detenerse.
- Hey... ¿Nos conocemos?- le dijo sonriendo.
Extrañado le miró completamente... Su sonrisa parecía darle calor a la fría noche, alumbrada por la tímida luz de los faroles que parecían buscar que algo sucediera. Sus ropas eran de colores fuertes, que parecían resaltar más aún con la palida luz que los alumbraba.
- Creo que no - respondió luego de pensarlo muy poco - Soy Jaime - Sonrió de vuelta para dar paso a un silencio que duró lo necesario para dar paso a una conversación como nunca antes la había tenido.
A eso de las once partieron cada uno por su lado, un abrazo, un beso tímido, cambiando numeros y quedando de encontrarse al día siguiente, a la misma hora, en el mismo lugar.
Jaime se fué feliz, sin saber que aquella persona cada día aparecía en su vida, a la misma hora, en el mismo lugar, dándole las tardes más perfectas de su vida y una felicidad instantanea que luego de unas horas daba paso al pesar de una enfermedad que le carcomía los ideales, y el remordimiento de fallarle a su mal llevado matrimonio.
Tanto se sentía, tanto, que cada tarde, a eso de las seis le llamaba, pedía una cita y se disponía a terminar todo lo que podría haber sido, sin saber que con ello estaba dando paso a conversaciones interminables, besos puros, caricias acopladas en movimientos torpes y una relación de lo más extraña y romántica.
domingo, 12 de julio de 2009
Detalles.
Y casi con miedo despierto;
y mirando por la ventana, fuera de encontrar mi desaliñado reflejo,
pido al cielo que nada ni nadie pase de esta noche.
y mirando por la ventana, fuera de encontrar mi desaliñado reflejo,
pido al cielo que nada ni nadie pase de esta noche.
jueves, 9 de julio de 2009
Moderación.
Hace días no tengo tema de conversación. Es jevi, ud. podrá notarlo si se topa conmigo por msn o, si es realmente desafortunad@, en la calle.
Durante estos días creo haber tomado por error el metro hacia quinta normal y no hacia Vicente Valdez. No saben lo bien que me ha hecho. Amo ese santiago nocturno visible desde la linea 5 hasta Ñuble si bien recuerdo.
Caminar sin rumbo me consume... Pero no hay mejor pasatiempo si se tiende a pensar estupideses cada vez que es posible.
Permanezco en silencio como esperando tu voz a la distancia
con aires de ausente, con la vista pegada al piso.
Texturas de arena, de piedras, de pasos perdidos en la tierra.
Kilómetros de cemento que separan lo poco que he de importar de lo mucho que te quiero.
Me hago dueño del viento, te mando con él recados y recuerdos
escondidos audazmente en brisas sorpresivas que remueven de golpe uno que otro recuerdo en tu mente.
Agoto los recursos que me hacen presente,
y estampo residuos donde quiera que hayamos permanecido.
Ahí estaremos siempre, sí,
al menos un segundo.
Pero descubro mis ojos, y por mucho que quiera,
no estás.
Detapo mis oidos para enfrentarme al silencio de tu ausencia,
notando que tu voz no es más que una ilusión,
Ausente, audible para muchos,
mas para mí, insuficiente.
Es por ello que calló y callaré,
porque es nuestro pasado lo que me empuja a decirlo,
mas es el presente el que con violencia
me cierra la boca.
Durante estos días creo haber tomado por error el metro hacia quinta normal y no hacia Vicente Valdez. No saben lo bien que me ha hecho. Amo ese santiago nocturno visible desde la linea 5 hasta Ñuble si bien recuerdo.
Caminar sin rumbo me consume... Pero no hay mejor pasatiempo si se tiende a pensar estupideses cada vez que es posible.
Permanezco en silencio como esperando tu voz a la distancia
con aires de ausente, con la vista pegada al piso.
Texturas de arena, de piedras, de pasos perdidos en la tierra.
Kilómetros de cemento que separan lo poco que he de importar de lo mucho que te quiero.
Me hago dueño del viento, te mando con él recados y recuerdos
escondidos audazmente en brisas sorpresivas que remueven de golpe uno que otro recuerdo en tu mente.
Agoto los recursos que me hacen presente,
y estampo residuos donde quiera que hayamos permanecido.
Ahí estaremos siempre, sí,
al menos un segundo.
Pero descubro mis ojos, y por mucho que quiera,
no estás.
Detapo mis oidos para enfrentarme al silencio de tu ausencia,
notando que tu voz no es más que una ilusión,
Ausente, audible para muchos,
mas para mí, insuficiente.
Es por ello que calló y callaré,
porque es nuestro pasado lo que me empuja a decirlo,
mas es el presente el que con violencia
me cierra la boca.
domingo, 5 de julio de 2009
Veinticuatro
Saber que estás lo suficientemente feliz como para no entenderme es algo que me llena de seguridad; ya casi entiendo lo poco que me quieres, ya casi caigo en cuenta de que soy más iluso de lo que creo, ya casi es posible que olvide que te quiero mucho.
Es que de verdad no sé si valdría tanto la pena jugarmela con un paso en falso así, con un te quiero que escape de la realidad que le tocó; la de morir en el silencio. En el fondo, aunque no lo quiera, un te quiero es un fin en potencia de todo lo que ha sido hasta ahora.
Quiero creer muchas cosas de tí, pero ya no puedo con las ilusiones. Me pesan más que tu imagen entre el todo, más que tus ojos en los míos, más que cualquier intento de soltar todo lo que no te digo en una carcajada.
Los vientos ya no están a mi favor. Es tiempo de asumir que nunca tengo lo que más quiero; tal vez quererte tanto ha sido el error más grave de este último tiempo.
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