fenómenos de ausencia, de falta de ciudad.
Encontrarse de pronto con imagenes de todo lo que pasó.
No saber cómo hacer.
lunes, 21 de febrero de 2011
miércoles, 16 de febrero de 2011
Música de Transito
Por alguna razón me dió por escuchar a Drexler en el Bus hacia Valdivia; la sensación tal vez de sentirme en tierras que no eran mías sino que de alguien más, el saber que el tiempo corría en una dirección extraña, el saber que en definitiva hay circulos cerrados y ya...
Venía raro, un poco de Sol de Invierno a la vena, un poco de Blur o Atlas Sound. Algo así. Pero Drexler me mató, como siempre.
Sonó entonces esto:
El velo semitransparente
del desasosiego
un día se vino a instalar
entre el mundo y mis ojos.
Yo estaba empeñado en no ver
lo que vi, pero a veces
la vida es más compleja
de lo que parece.
Pensaste que me iba a quebrar
y subiste tu apuesta,
me hiciste sentir el sabor
de mi propia cocina.
Volví a creer que se tiene
lo que se merece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Todas las versiones
encuentran sitio en mi mesa,
Todas mis canciones
por una sola certeza.
No quiero que lleves de mi
nada que no te marque.
El tiempo dirá si al final
nos valió lo dolido.
Perderme, por lo que yo ví
te rejuvenece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Mejor, o peor, cada cual
seguirá su camino...
Cuánto te quise, quizás,
seguirás sin saberlo.
Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Entonces no más; me llaman por teléfono y pienso Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece y ya nada importa. La vida es otra ahora, tal vez mejor (falta tiempo para saberlo, siempre). De todas formas bastó una llamada y una frase para sentir a la distancia un abrazo, un remezón de aquellos que sé necesarios de vez en cuando.
Agradezco el remezón. Agradezco que hayas aparecido. Agradezco que me llames, que me hagas sentir de nuevo que algo puede ser y crecer. Gracias, oye.
Gira el haz de luz
para que se vea desde alta mar
yo buscaba el rumbo de regreso
sin quererlo encontrar
Pie detrás de pie
iba tras el pulso de claridad
la noche cerrada, apenas se abría,
se volvía a cerrar.
Un faro quieto
nada sería
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad
para que se vea desde alta mar
de poco le sirve al navegante
que no sepa esperar.
Pie detrás de pie
no hay otra manera de caminar
la noche del Cabo
revelada en un inmenso radar.
Un faro para,
sólo de día,
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
para que se vea desde alta mar.
no es la luz; son los 12 segundos de oscuridad.
Venía raro, un poco de Sol de Invierno a la vena, un poco de Blur o Atlas Sound. Algo así. Pero Drexler me mató, como siempre.
Sonó entonces esto:
El velo semitransparente
del desasosiego
un día se vino a instalar
entre el mundo y mis ojos.
Yo estaba empeñado en no ver
lo que vi, pero a veces
la vida es más compleja
de lo que parece.
Pensaste que me iba a quebrar
y subiste tu apuesta,
me hiciste sentir el sabor
de mi propia cocina.
Volví a creer que se tiene
lo que se merece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Todas las versiones
encuentran sitio en mi mesa,
Todas mis canciones
por una sola certeza.
No quiero que lleves de mi
nada que no te marque.
El tiempo dirá si al final
nos valió lo dolido.
Perderme, por lo que yo ví
te rejuvenece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Mejor, o peor, cada cual
seguirá su camino...
Cuánto te quise, quizás,
seguirás sin saberlo.
Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Entonces no más; me llaman por teléfono y pienso Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece y ya nada importa. La vida es otra ahora, tal vez mejor (falta tiempo para saberlo, siempre). De todas formas bastó una llamada y una frase para sentir a la distancia un abrazo, un remezón de aquellos que sé necesarios de vez en cuando.
Agradezco el remezón. Agradezco que hayas aparecido. Agradezco que me llames, que me hagas sentir de nuevo que algo puede ser y crecer. Gracias, oye.
Gira el haz de luz
para que se vea desde alta mar
yo buscaba el rumbo de regreso
sin quererlo encontrar
Pie detrás de pie
iba tras el pulso de claridad
la noche cerrada, apenas se abría,
se volvía a cerrar.
Un faro quieto
nada sería
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad
para que se vea desde alta mar
de poco le sirve al navegante
que no sepa esperar.
Pie detrás de pie
no hay otra manera de caminar
la noche del Cabo
revelada en un inmenso radar.
Un faro para,
sólo de día,
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
para que se vea desde alta mar.
no es la luz; son los 12 segundos de oscuridad.
sábado, 5 de febrero de 2011
viernes, 4 de febrero de 2011
La Constante
Insuficiencia (Del lat. insufficientĭa).
1. f. Falta de suficiencia.
2. f. Cortedad o escasez de algo.
3. f. Incapacidad total o parcial de un órgano para realizar adecuadamente sus funciones.
La insuficiencia; el saberse roto, incompleto, a medias, fallado, malo, No-eres-tú-soy-yo, el intento perdido por ser mejor-cada-día. Un riesgo, un problema, la causa del daño.
No quiero ser peso para nadie, pero siempre termina siendo así; esto de la ausencia de uno mismo o algo por el estilo, la falta de nociones y todas las manos. No me entiendo; no sé que decir ni hacer.
En momentos como ahora lo mejor es hablar, pero hacen falta días; hace falta ser más grande y ser fuerte. Hace falta un tú, un yo, un nosotros, un tiempo y un espacio ilimitado o algo por el estilo.
1. f. Falta de suficiencia.
2. f. Cortedad o escasez de algo.
3. f. Incapacidad total o parcial de un órgano para realizar adecuadamente sus funciones.
La insuficiencia; el saberse roto, incompleto, a medias, fallado, malo, No-eres-tú-soy-yo, el intento perdido por ser mejor-cada-día. Un riesgo, un problema, la causa del daño.
No quiero ser peso para nadie, pero siempre termina siendo así; esto de la ausencia de uno mismo o algo por el estilo, la falta de nociones y todas las manos. No me entiendo; no sé que decir ni hacer.
En momentos como ahora lo mejor es hablar, pero hacen falta días; hace falta ser más grande y ser fuerte. Hace falta un tú, un yo, un nosotros, un tiempo y un espacio ilimitado o algo por el estilo.
jueves, 3 de febrero de 2011
- ¿Te gusta vivir acá?
- No. Me gusta Santiago... Es que el tiene el kiosco cerca - comentó mientras miraba el agua del canal pasar bajo sus pies- Usted conoce el kiosco... ah, no me acuerdo como se llama.
- Cerca de mi casa hay un supermercado, ¿has visto los comerciales de santa Isabel?
- No.
- Ah, bueno. Hay uno de esos.
[...]
- Yo nací en Santiago.
- Oh, ¿y de cuando vives acá?
- Es que yo era niña. Yo nací niñita; tenía ropa de niña y cuestiones así. Despues me vine pa'ca y ahora soy niño.
- Ah... - respondió escondiendo un montón de interrogantes en su mirada al horizonte. El sol ya se iba.- A mi me gusta Santiago, - cambió el tema- pero no sé... Hay mucha gente. A veces sales a la calle, y caminas y no sé, es tanto, es todo... no sé, uno se pierde. En Santiago es fácil perderse.
- Sí, pero igual me gusta.
- No sé, yo me pierdo. Todavía me pierdo... ¿Y cuantos compañeros de curso tienes?
- Cómo 5. Uno es peleador, otro dice garabatos...
- Igual es bueno que sean pocos. En mi curso eramos como 40; hubo algunos a los que nunca conocí bien.
- Sí. Yo los conozco a todos .
[Luego de ello volvieron la vista al agua y se quedaron ahí hasta que salió el pan amasado a eso de las 8.]
- No. Me gusta Santiago... Es que el tiene el kiosco cerca - comentó mientras miraba el agua del canal pasar bajo sus pies- Usted conoce el kiosco... ah, no me acuerdo como se llama.
- Cerca de mi casa hay un supermercado, ¿has visto los comerciales de santa Isabel?
- No.
- Ah, bueno. Hay uno de esos.
[...]
- Yo nací en Santiago.
- Oh, ¿y de cuando vives acá?
- Es que yo era niña. Yo nací niñita; tenía ropa de niña y cuestiones así. Despues me vine pa'ca y ahora soy niño.
- Ah... - respondió escondiendo un montón de interrogantes en su mirada al horizonte. El sol ya se iba.- A mi me gusta Santiago, - cambió el tema- pero no sé... Hay mucha gente. A veces sales a la calle, y caminas y no sé, es tanto, es todo... no sé, uno se pierde. En Santiago es fácil perderse.
- Sí, pero igual me gusta.
- No sé, yo me pierdo. Todavía me pierdo... ¿Y cuantos compañeros de curso tienes?
- Cómo 5. Uno es peleador, otro dice garabatos...
- Igual es bueno que sean pocos. En mi curso eramos como 40; hubo algunos a los que nunca conocí bien.
- Sí. Yo los conozco a todos .
[Luego de ello volvieron la vista al agua y se quedaron ahí hasta que salió el pan amasado a eso de las 8.]
Me cuesta trabajo esto de las seguridades. Suelo perderme, suelo no decidir o hacerlo tardíamente. Creo que esa ha sido la interrogante de estos días; el hacer sin saber lo que se hace, el creer sin convencerse del todo. No es un problema de terceros, claro, es netamente mío.
Tengo ganas de tomarme un tiempo para arreglarlo todo; de mirarlo todo de lejos y ordenar las ideas y hechos. Pero es tan utópico pensar que es posible; que hay un tiempo para todo, que el tiempo es manipulable, que la vida es ordenable.
Tal vez es sólo que estoy demasiado lejos del mundo como para asumirlo y moldearlo. Tal vez es sólo que me hace falta gente, que me falta un buen abrazo, que me falta un partner, que me falta ser un poco más yo y menos otra cosa, no sé.
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