lunes, 29 de agosto de 2011

El sentido de las cosas.

La verdad es que al final la vida me parece un rompecabezas terrible, porque después de todo las piezas se entregan con desface. Da lo mismo la cantidad y porte de las partes si al final sólo hay comprensión cuando existe un todo.
Tal vez podría, como mucha gente, descansar en el invertir a futuro, sembrando lo que se espera cosechar y todas esas cosas que dicen que se hacen para progresar y crecer. Pero ¿hasta cuando dura eso? ¿dónde está el punto en que todo se detiene? No sé cuanto quiera crecer, no sé tampoco cuanto espere aprender de las cosas; no estoy entendiendo el flujo de las partes y de pronto la totalidad me arrebata cualquier atisbo de comprensión. En volá me falta el peso de la edad para comprender; en volá es eso y que en verdad esperé tanto de las cosas que ya no me quedan ganas de esperar.
No quiero invertir mal mi tiempo en pensar más de la cuenta, pero mucho menos sé en qué invertirlo. Y es terrible enfrentarse a decisiones sin saber a qué se espera llegar, y vagar constantemente, y no saber, e intentar hasta descubrir que no, que no es el norte, que no es el foco, que te perdiste y que hay que volver a quien sabe que punto para empezar de nuevo, aterrado y errando porque es humano e inevitable.
Yo creo que tal vez tiene que ver con la fé, porque la gente que cree en algo sólo espera. Yo no puedo esperar; no puedo seguir dando pasos porque sí, porque al final qué sentido tiene buscar si mientras más indago más me pierdo.

1 comentario:

@dmperez21 dijo...

No espacio futuro en la vida de las personas ultra planificado... No hay espacio lleno en el pasado... La plenitud se hace aprovechando al máximo el presente...

Da lo mismo con quién o cómo, lo importante es vivirlo y ser pleno en el instante (aunque sea estudiando o trabajando para un ramo que no te guste o te guste poco).

Dicen que cerca de los 60 años uno empieza a caminar en la vida no mirando al futuro, en ese momento de la vida se va caminando de espalda al futuro, pero mirando el provechosamente el pasado...

Hoy todo, TODO, es oportunidad para aprender.

Un abrazo!