sábado, 5 de mayo de 2012

Afán audiovisual.

Me conforta pensar que puedo ordenar todo en cuatro tercios o dieciséis novenos. Me conforta saber que dentro de un cuadro cabe el mundo completo, o al menos mi selección de él: aquello bonito, aquello útil, que aporta algo o al menos pesa en el encuadre. Me gusta pensarlo con texturas bien definidas y en colores naturales; tonos fríos, tonos cálidos. Me gusta la noche y su necesaria captura lenta, dejando rastros de luces que exhalan una vitalidad que a veces la ciudad quiere ocultar.
El problema más grande del asunto es que todo, todo cuanto logre reconfigurar, ordenar y resignificar, existe sólo en un plano lejano de las cosas; yo no vivo en el orden que plantéo. Lo veo, admiro, disfruto, pero nunca entro a cuadro. No participo de ese orden; es como si necesariamente hubiesen 80º de orden y los restantes fuesen necesariamente caos y realidad; conceptos amigos que me hacen desear traspasar el lente y llegar a los 80º; pasar a componer parte de ese orden lógico, esos tonos con formas y texturas definidas.
Hay algo en todo esto que me atrapa; no sé si es la verdad que veo pensando en estos términos o la necesidad de sentirme parte de una estética amigable.

No hay comentarios: