Yo siempre quería que pasara. Que llegara el momento en que ya no hubiesen planes B.
Pero tengo miedo, porque sé que a 4 años o más de las últimas tormentas fuertes, estar solo es algo que me mata de miedo. Y uno va formando una imagen hermosa, configurándose como el amigo que siempre aparece con alguien más, que nunca anda solo sino que, aparentemente, bien acompañado.
Es delicado reconocerse así. Mirar bajo las seguridades de siempre y descubrir que siguen ahí, igual de vivas, todas las inseguridades, logrando que todo lo que se construya crezca fértil en apariencia sobre un pantano. Basta desequilibrar un poco la ecuación y el pantano colapsa.
Y pensé que ahora ya no estaba en tiempos de planes B. Que había crecido de alguna forma. Que había echado raíces. Pero al final no.
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