El miedo cambia de forma; ya no son los mismos de antes. Ahora hay nuevas sombras, nuevas calles, nuevas voces y melodías. La velocidad es otra; las cosas cambian rápido, fugaces, como si el tiempo jugara conmigo y lo que hago. Las distancias se acortan, pero nunca dejan de ser paralelas, y parece todo tan seguro y estable a lo lejos que pareciera que el caos está en un cercano subsuelo, esperando el menor tropiezo para surgir.
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