Sé que te gustaría que las cosas fueran diferentes, pero de pronto parece ser que todo se enredó. Claro que no fue una elección; no fue el de pronto dejarme ir en esos rollos que me gustan, que me sacan y me llevan a volcarme a mis malos ratos autoinflingidos. Fueron otras cosas, externas, presiones terribles o no tan así, qué se yo.
Pero a ratos tengo miedo de mi inutilidad, de lo fácil que me pierdo, de lo fácil que contamino todo. Tengo virtudes innecesarias que no suman ni restan nada. Tengo vicios y deficiencias que hacen peso; invisibles y terribles. Tengo el suelo plagado de raíces extrañas; la tierra contaminada, los cimientos infértiles. Tengo miedo de todo, cobardía pura.
Y no hay seguridad que pueda contra todo; no hay promesa que sirva si quiera de punto de partida. De pronto perder el sentido es fácil, y dejarse llevar siempre es un peligro. A veces tengo pánico de equivocarme, de hacer mal sin querer. Tengo miedo de perderme, porque hay tantas formas de no encontrar el rumbo que tal vez lo mejor es siempre quedarse y nunca partir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario