lunes, 27 de junio de 2011

La constelación de las cosas que a nadie le importa.

No hay más kilómetros por pretender. La suerte está echada; yo me perdí, e independiente del camino que siga lo que resta es sólo relleno.
Quiero creer que todo es bueno. Quiero creer que la vida entregará un sentido, pero me volqué en lo que soy ahora, y estoy en la calle. Es de noche, hace frío y todo es perfecto. Esquivar peligros aparentes y ver el mundo desde otro ángulo; ese donde no hay nadie, sólo yo. Con suerte sonará una alarma. Con suerte sonará una carcajada muy a lo lejos. Nada más.
La noche ya no me sorprenderá. No hay vuelta.
Esa es la terrible constancia de que me perdí; veo cada amanecer con ojos diferentes, y duermo, y despierto, y el mundo es una resaca que me da miedo enfrentar.

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