Tengo miedo de lo que vaya a suceder. Es una webá tan terrible esto de salir de tu casa a conciencia de que vas a perderte.
A veces supongo que el frío ayuda a que las cosas bajen sus revoluciones, y a que las calles vayan en cámara lenta aunque uno quiera correrlas. Las noches suelen ser frías y largas en otoño-invierno; dan para tanto recorrido, tanta vuelta, tanto destino. Constantemente me pregunto si volverán las noches normales, en que no me interrumpan la fiesta preguntando si creo en el amor, o interceptándome en un puente con una historia triste y una botella de Vodka. Me gustaban las luces, recuerdo, porque tenían mucho que iluminar. Hoy da lo mismo todo; no todo todo en verdad, pero la mayoría de las cosas. Y tengo tanto, tanto miedo, de chocar con la realidad. Sé que de día tengo mucho que hacer; estoy consciente de que las cosas nunca llegarán de día porque de día todo es rápido y denso. Tengo miedo, porque sé que una de estas noches voy a terminar por entender que debería hacer y estar haciendo desde hace tiempo. Tengo miedo, porque estoy tan seguro de todo que finalmente desconozco hasta donde puedo llegar buscando respuestas.
En la noche mi casa está más lejos que nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario