Ojala se mueran las esperanzas y se imponga la realidad. Eso pienso ahora. Y tal vez eliminar la cobardía no sea tomar el teléfono y llamar, por el contrario, es no dar espacio a la posibilidad. Al final el corazón es uno; no hay alma ni razón que cambie las formas de comprender la vida misma. Y yo siempre seré un rival, el peor, el malo, el reflejo de un mundo terrible por conocer.
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