sábado, 25 de diciembre de 2010

Mi abuela me ve pasearme a pie pelado y me dice "pobrecito, sus pies". Es raro; un montón de veces los pies han sido lo de menos. A veces temo que si me conociera mejor se lamentaría por más cosas; cosas que para mi, seguramente, dejaron de ser preocupantes hace mucho.
No entiendo demasiado como funcionan las cosas, pero sé que uno se cansa. Mi hermana chica algo alega mientras juega; hace ruidos con la boca. No sé en que estará.
A veces imaginaba que las cosas podían llegar a ser tan simples como una navidad que se extendía desde el último día de clases hasta el año nuevo; y ser niño por siempre lo arreglaba todo. Pero parece que no, y mientras más tiempo pasa más pienso y más se cruzan la razón y lo demás; me creo racional con 19 años que poco y nada son frente a los muchos de otros que he visto pasar. No sé proceder; nunca lo he sabido.
Al final siempre me doy cuenta de la vida por sus consecuencias; los hechos están a distancias, no me tocan, pero sus olas llegan siempre a mi. Las olas de lo que pasó son las heridas, los impulsos que te tiran contra las rocas en el peor de los casos.
Me estoy aburriendo de este blog; debería escribir donde nadie lo encuentre, y que nadie note que a las 5 am subo una nota muy estable y a las 1 pm ya estoy hecho pedazos de tanto creer.
A ratos me parece que me averguenzo de ser tan weon y además exponerlo.

No hay comentarios: