jueves, 26 de abril de 2012

Quiero pensar que es la hora y el contexto lo que me hace sentir que a estas alturas nada me va a salvar. Tengo mucho miedo de que la intangibilidad de las cosas de verdad me pese forever, porque nunca logro dimensionar los efectos de nada, llevando todo a una acumulación final que me ahoga y se acumula con otras acumulaciones infinitamente.
No sabría dibujar mi yo del futuro hoy día. Mientras más se acorta la brecha entre el hoy y el mañana, más se difumina todo; es como si el punto de foco de la vida (la mía) hubiese sucedido ya, y que de ahora en adelante todo es y será desenfoque hasta que el lente llegue al límite y se pierda en el intento de concretar una imagen nítida.
El crecer es un ejercicio que hace tiempo ya perdió completamente su foco. Cualquier figura reflejada es mera coincidencia, porque en el fondo, no tengo idea de qué es lo que tengo en frente.

lunes, 23 de abril de 2012

Siendo las 4:38 el cielo está naranjo por culpa de una neblina rara de última hora. Hace un rato bajé a tomar agua y noté que las gotas que caen del techo del segundo piso al techo del primero suenan bonito. Me quedé ahí un rato, callado, esperando encontrarle un orden lógico a las gotas, un intervalo bonito, rítmico e inspirador, pero al final me dio frió y volví a acostarme.
Entonces pensé que PORLACHUCHA tengo esa tendencia de mierda de mirarlo todo con "ojos nuevos" y maravillarme y observarlo con detención y ponerle todo mi amor, aun siendo tonteras intrascendentes. Me estoy perdiendo en perder-el-tiempo, como si la vida fuese muy larga (ojala no, ojala no). Me da rabia no poder respirar las cosas que pasan; que pasen y no pesen. Me carga, siento que no crezco nada nada (sólo engordo, meh)
Nunca he sido envidioso, pero igual deprime ver como todos encausan sus vidas y pulsiones en cosas concretas, mientras yo vago entre ideas sueltas y tontas como la idea de ser grande sin ser viejo, morir acompañado, ir al super pensando en 2 y entrar copete a los carretes sin ser descubierto para sentirme un crá.
Que chucha lo básico de todo; dónde se fue la sencibilidad de las palabras? dónde está la metafísica, el metalenguaje, la metáfora y el metalófono rítmico de la vida; esas cosas suaves que lo ordenan todo bajo el fondo de las cosas. Es como si al final no existiese un hilo conductor en la vida de las cosas que pasan en mi vida. Terrible.

jueves, 19 de abril de 2012

ya, ahora lo que importa...
La cosa es que me da una profunda pena que haga frío, porque me gusta, me gusta harto el frío, pero me da pena porque me gusta cuando hay café, luces, nariz helada y abrazo. Y esa falla entre lo que quiero y lo que hay, ese abismo que hace ruido e interfiere con todo, está haciendo estragos de dimensiones raras, como si en verdad nada tuviese un sentido de verdad y todo fuese este momento en que necesito, en que pienso que mi abuela tiene el corazón grande para querernos más y yo tengo los brazos largos para abrazar mejor.
Entonces me cuestiono, mucho, acerca de las capacidades y las posibilidades que tengo; capacidades, por ejemplo, de querer mucho, y posibilidades de hacerlo. Tengo brazos largos pero no hay nadie; ese tipo de trabajo mental es el que me remece. Porque sé que tal vez si estas cosas pasan es culpa mía; porque me reconozco tan joven como para no saber que cresta quiero y espero tanto de la vida como de su contenido.

Es una lata casi todo, porque siento que entre las cosas con fecha de vencimiento están las cosas que solía ser cuando tenía ganas de sentirme lo suficientemente bacán como para gustarle a alguien. No basta con ponerse la camisa linda o los zapatos nuevos. No bastan así como todas las cosas que se intentan; hay más ruido, hay más cosas que interfieren entre la realización y la realidad, y me da lata porque siempre quiero lo que no me toca.

Pareceré pendejo y podrán decir que si estoy solo es porque quiero. Y en verdad no me quejo de ese estar solo y sus libertades, es solo que estoy muy seguro de que hago un mal uso de la libertad y que preferiría mil veces amarrarme a la posibilidad de sufrir con tal de tener un sentido más dentro de mi todo.

Vacaciones en el más acá.

Las mañanas son un problema que no logro solucionar. Sean 3, 5 o 10 las alarmas, salir de la cama se torna un problema grave que no quiero afrontar, y seguir durmiendo es la mejor opción porque la ventana es tan grande y sin cortinas que sí o sí miraré hacia afuera y pensaré que lo mejor es no ir a ninguna parte.
Luego de eso viene la parte más triste de todas: cuando ya son las 12 y media, hace calor, hace flojera y hace peso en la conciencia; ¿Por qué cresta soy tan flojo? ¿Dónde están las ganas? Entonces me cuestiono acerca de un despertador nuevo, bien escandaloso, como si eso fuese suficiente para mover meses de desmotivación y años de flojera acumulada. Al final me levanto y hay pena todo el día, porque no me moví, porque sigo y seguiré por siempre donde mismo, porque fallé y sigo fallando y seguiré en eso por siempre porque pucha que soy aweonao.
Son las 4:44, es místico y terrible, porque aun no termino de estudiar y la realidad me pesará a las 8, y serán las nueve, las diez y las once, como en la canción, y yo seguiré donde mismo haciendo lo de siempre: un trabajo mental que se mueve entre la culpa y el vacío.

miércoles, 11 de abril de 2012

Master of none.

Me estoy muriendo de miedo mientras todo se inunda de fracasos. Por ahora capeo el frío con lana, después no sé si quedará algo de todo. Él Otoño recién comienza, y peor aun, se vendrá pronto el invierno. No sé cuanto aguante la lana, más aun cuando se trata de un frío que no tiene fin; que empieza dentro y termina fuera, no sé si se entiende.
Antes de que la ansiedad lo domine todo debería buscar donde afirmarme. Debería dejar de escribir y escuchar para ponerme a leer. Debería armarme de valor y ponerme a nadar, como antes, cuando habían ganas de cambiar las cosas y no la esperanza de que las cosas me cambiaran a mi, lenta y -muchas veces- tristemente.

lunes, 2 de abril de 2012

Me siento exiliado de un desastre. Tengo miedo, porque sé que abriré la puerta y algunas cosas podrían haber cambiado.

domingo, 1 de abril de 2012


Desde hace mucho la estabilidad suena a concepto utópico, convirtiendo la rutina en una matanza episódica con muchas partes que no concluyen en nada. Es eso. Es enfrentarse al paso del tiempo, como dándole la cara de a los problemas hasta que ya no se puede más, hasta que todo se hunde y ahoga. Nadie es valiente y fuerte todo el tiempo. Yo no puedo.
Tal vez si quiera que ciertas cosas se acaben de golpe, rápido. Tal vez si quiera evitar eso de seguir creciendo; tal vez crecí lo que quería crecer y ahora quiero caer lentamente. No quiero aprender más.

Sospecho que necesito un espacio que no existe. Sospecho eso y más; tengo un miedo terrible frente a mi capacidad de querer más de la cuenta, tengo miedo a que todo se vuelva a desmoronar. Todo estuvo mal, todo fue terrible. Dolió, cuánto dolió, por la cresta. Ahora todo da miedo; que no suban la voz, por favor; que no vuelvan a apagar la radio, la tele, la calma. Que se estanque todo y que sonrían.

Tengo tanto miedo de todo, como si las cosas nunca hubiesen estado más al borde del mundo, y me sorprendo a mi mismo abrazándome a todo aquello que sé que fallará y caerá. Me sobran razones para creer que ya nada mejorará, sólo se hará aceptable con el tiempo. Me sobran razones, sin embargo, en alguna parte, quiero creer que en la fibra de las cosas, justo ahí en el centro, hay un hilo de vida, algo así como una arteria central con un flujo lento pero seguro.

Me gustaría creer de nuevo en todo, o al menos no cuestionarlo. Me gustaría que no fuera tema; ¿desde cuando querer es un salto al vacío? Me gustaría tener respuestas y dar seguridades. Me gustaría que me quisieran mucho por ello; me gustaría construir. Pero no se puede.