jueves, 19 de abril de 2012

Vacaciones en el más acá.

Las mañanas son un problema que no logro solucionar. Sean 3, 5 o 10 las alarmas, salir de la cama se torna un problema grave que no quiero afrontar, y seguir durmiendo es la mejor opción porque la ventana es tan grande y sin cortinas que sí o sí miraré hacia afuera y pensaré que lo mejor es no ir a ninguna parte.
Luego de eso viene la parte más triste de todas: cuando ya son las 12 y media, hace calor, hace flojera y hace peso en la conciencia; ¿Por qué cresta soy tan flojo? ¿Dónde están las ganas? Entonces me cuestiono acerca de un despertador nuevo, bien escandaloso, como si eso fuese suficiente para mover meses de desmotivación y años de flojera acumulada. Al final me levanto y hay pena todo el día, porque no me moví, porque sigo y seguiré por siempre donde mismo, porque fallé y sigo fallando y seguiré en eso por siempre porque pucha que soy aweonao.
Son las 4:44, es místico y terrible, porque aun no termino de estudiar y la realidad me pesará a las 8, y serán las nueve, las diez y las once, como en la canción, y yo seguiré donde mismo haciendo lo de siempre: un trabajo mental que se mueve entre la culpa y el vacío.

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