Tengo no sé si las ganas o la necesidad de que me digas, nuevamente, cuanto no me quieres. Soñé puras webás terribles; creo que por ahí va la cosa, porque estuve pensando mucho que el día se partiría en un segundo, y de pronto nada sería igual. Constantemente tengo miedo y no hay escape posible cuando el responsable de todo es uno mismo.
No sé como hacer que las cosas mejoren, esa es la verdad. Y siento que, por errores de cálculo, estoy dejando la cagada en cada aspecto del todo. Yo no quiero fallar, pero lo hago, y lo peor es que suelo fallarle a la gente que más quiero.
La ley de atracción funciona perfecto siempre, pero cuando no sabes que quieres, las consecuencias nunca son buenas. La casualidad, a veces, puede matarte hasta de pena.
domingo, 28 de noviembre de 2010
viernes, 26 de noviembre de 2010
perdido
En algún lado la bicicleta perdió la cadena; el engranaje se descentró o algo así.
Acá hay nada. Todo está, pero acá hay nada.
Acá hay nada. Todo está, pero acá hay nada.
jueves, 25 de noviembre de 2010
martes, 23 de noviembre de 2010
Voy a suponerme en la silla contigua, comiéndome los dulces, cambiando constantemente la música. Iré al escritorio a leer a Cortazar, luego me pararé al lado de la estufa e intentaré no decir nada. Entonces en un rato, tal vez dos, me abrazarás, me dirás si está bien no hacer más, te propondré un nuevo horario (algo así como "y si vas antes y lo haces allá" o "Pero en verdad hacer las cosas así no es sano ni fructífero, duerme"). Y de una u otra forma te haré saber que estoy, más que nunca, contigo.
Que Dios me perdone. No entiendo, esta noche no hay forma de que entienda.
Que Dios me perdone. No entiendo, esta noche no hay forma de que entienda.
Tiene que ver con
Lo terrible,
Lo triste
Unas poco disimuladas ganas de perder vertebras y bajas espectativas para el futuro. Un montón de granos de arroz que arrancan de mis manos, que de pronto, nada. Y el cielo contesta a preguntas que nunca, en cuadros que podrían decir nada pero esta tarde, a diferencia de otras, mucho.
Quiero creer cosas, pero el tiempo me acorrala y yo me cansé de pretender cosas inservibles. Ser humano me hace grande, y no pensarlo más ayuda a sentirlo menos, porque el corazón al final bombéa más que cualquier cosa. El corazón idealizado tal vez sólo sea memoria corporal que algunos sobrevaloramos, y al final uno se deja de querer tanto, de necesitar tanto.
Quiero creer porque quiero hacerlo. Quiero creer porque uno necesita depositar fé en algo, no en alguien eso sí. No aspiro siquiera a creer en mí; me conozco demasiado como para creer que tengo la razón.
Quiero creer cosas, pero el tiempo me acorrala y yo me cansé de pretender cosas inservibles. Ser humano me hace grande, y no pensarlo más ayuda a sentirlo menos, porque el corazón al final bombéa más que cualquier cosa. El corazón idealizado tal vez sólo sea memoria corporal que algunos sobrevaloramos, y al final uno se deja de querer tanto, de necesitar tanto.
Quiero creer porque quiero hacerlo. Quiero creer porque uno necesita depositar fé en algo, no en alguien eso sí. No aspiro siquiera a creer en mí; me conozco demasiado como para creer que tengo la razón.
Tiene que ver con
webás
domingo, 21 de noviembre de 2010
Las semanas santas siempre me han dejado algo, un sabor o sensación o cualquier otra cosa.
Acabo de recordar la de este año, y no sé si sentirme feliz, triste o tarado. Cosas, cosas, cosas.
-----
Ya. En verdad fue bueno. Me ayudó.
De todas formas hay que desenlazar significaciones demases; hay símbolos que son sólo míos porque el mundo así lo quiso.
Chao.
Acabo de recordar la de este año, y no sé si sentirme feliz, triste o tarado. Cosas, cosas, cosas.
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Ya. En verdad fue bueno. Me ayudó.
De todas formas hay que desenlazar significaciones demases; hay símbolos que son sólo míos porque el mundo así lo quiso.
Chao.
sábado, 20 de noviembre de 2010
jueves, 18 de noviembre de 2010
Estrujar hasta que no quede nada y encontrar el concepto clave. Luego trabajarlo hasta que el producto nada tenga que ver con el origen
Tengo que dejar de cuesteonarme tanto las cosas y acatar más. #lascosascomoson.
Al final no hay que solucionar NADA.
Es como cuando dicen que mi abuela peleaba con mi abuelo defendiendo a gente que no se daba por enterada; uno cree que hace bien, que soluciona y que proyecta, cuando en verdad es pura mierda que uno se echa sobre la espalda.
Hoy quiero ser un caracol, y por harto rato. El mundo me está matando como se mata a los caracoles que salieron creyendo en el sol.
Tengo que dejar de cuesteonarme tanto las cosas y acatar más. #lascosascomoson.
Al final no hay que solucionar NADA.
Es como cuando dicen que mi abuela peleaba con mi abuelo defendiendo a gente que no se daba por enterada; uno cree que hace bien, que soluciona y que proyecta, cuando en verdad es pura mierda que uno se echa sobre la espalda.
Hoy quiero ser un caracol, y por harto rato. El mundo me está matando como se mata a los caracoles que salieron creyendo en el sol.
Tiene que ver con
la vida
martes, 16 de noviembre de 2010
Conciencia
Partir de cero, pero conciente.
El mundo es pequeñito, hoy y ayer. Eso es una ventaja a ratos. Sólo a ratos. Otras veces es miedo a encontrarte. Porque el mundo es tan pequeño que, de pronto, tengo que moverme y moverme, y arrancar constantemente.
Ser recuerdos, de golpe. Es como eso que pasa otras veces, pero esta vez se trata de dejarse de querer o algo por el estilo. Y es igual una pena recordarte tanto; es una pena haber vivido tanto contigo. O no, no es una pena que haya sido contigo... No sé que es en verdad, pero me da pena. Es a lo mejor ese proceso de transformar las mariposas en nostalgia, o las cosas que proyectamos cambiarlas por las que no hicimos. Y todo es tan relativo que sé que todos estos días te reirás bien, y no está mal. Nunca estaría mal. Y yo no sé. Yo debería preocuparme de lo que importa de verdad, porque al final todavía me queda mucho de adolescente (o lo suficiente para querer como pendejo).
Pero es esa transformación la que pesa; es el asumir. Me duele que te vayas sin más, pero tienes que irte. Si no te quedas, te vas. Tal vez podrían haber otras formas de ser y hacer, pero no sabemos manejarlas. Yo, porque nunca sabré hasta que punto es normal recordar y necesitar; tú porque en verdad debes ser feliz con tus elecciones y dejar de actuar por condescendencia. Eso sí, debemos aprender a querernos para volver a querer, porque acá cada quien no se quería a su manera.
A ti te gusta reir harto. Yo estos días me río lo justo y necesario.
Si antes no funcionamos, mucho menos funcionaremos ahora, mañana o pasado.
Tengo esa necesidad estúpida de escupirlo todo; de decir todo lo que está acá. Debe ser como eso... no sé... como cuando uno se ha intoxicado con pastillas y te hacen botarlo todo. Es como eso.
Yo no sé que cosas nos esperen ahora; seguramente son buenas cosas. Cosas distintas, creo. Porque la idea es no seguir en lo mismo. Yo creo que uno debe aprender de todo un poco; yo aprendí de ti. Aprendí cosas terribles, es cierto; es toda esa adquisición de miedos que es completamente normal cuando alguien te hace daño y esas cosas. Pero también aprendí cosas super útiles.
Debe sonar sumamente analógico decir que contigo aprendí de límites, pero sí. Eso expresado de otra forma sería como...
Entender que finalmente la curva con tú nombre siempre estuvo más alto que la curva con mi nombre, y que el espacio intermedio no es nada, es lo que yo sentía y lo que tu no; eran mis dioses, mis creencias, tus demonios, tus amarras.
La vida es sumamente subjetiva, sabes?
Me gustaría por una vez estar en el lugar de la persona a la que quieren así para ver cómo reaccionaría. Tal vez ahí te comprenda. Tal vez ahí, recién ahí, podamos hablar de amistad. Pero hoy me parece que cada cosa que yo haga por hacerte recordar o sentir, por levantar la imagen de quien ya no existe, será un intento vano por hacerme querer.
Eso no va a pasar. Yo nunca representaré una pérdida. Y de alguna forma es posible que tú tampoco lo representes en algún momento, pero ahora, y todo este tiempo, eres una pérdida terrible por superar; un fantasma terrible que no sale de mi cabeza, que no existe fuera.
Lo que tú eres para mi no lo eres para nadie más. Ni siquiera tú eres así.
Y ojalá seamos felices, es cierto. Pero ojalá también ocurra que nadie vuelva a sentir así mientras no se den las condiciones para que tú puedas de verdad valorarlo; no te culpo por ello porque es completamente humano y subjetivo; es sólo que uno no desea mal a nadie, y esta cosa, tener el corazón tan rojo tal vez, es un problema difícil de resolver.
No es que tenga que ser un problema en sí, sólo es un problema cuando se ignora que existe como tal, o no se puede hacer nada al respecto.
El mundo es pequeñito, hoy y ayer. Eso es una ventaja a ratos. Sólo a ratos. Otras veces es miedo a encontrarte. Porque el mundo es tan pequeño que, de pronto, tengo que moverme y moverme, y arrancar constantemente.
Ser recuerdos, de golpe. Es como eso que pasa otras veces, pero esta vez se trata de dejarse de querer o algo por el estilo. Y es igual una pena recordarte tanto; es una pena haber vivido tanto contigo. O no, no es una pena que haya sido contigo... No sé que es en verdad, pero me da pena. Es a lo mejor ese proceso de transformar las mariposas en nostalgia, o las cosas que proyectamos cambiarlas por las que no hicimos. Y todo es tan relativo que sé que todos estos días te reirás bien, y no está mal. Nunca estaría mal. Y yo no sé. Yo debería preocuparme de lo que importa de verdad, porque al final todavía me queda mucho de adolescente (o lo suficiente para querer como pendejo).
Pero es esa transformación la que pesa; es el asumir. Me duele que te vayas sin más, pero tienes que irte. Si no te quedas, te vas. Tal vez podrían haber otras formas de ser y hacer, pero no sabemos manejarlas. Yo, porque nunca sabré hasta que punto es normal recordar y necesitar; tú porque en verdad debes ser feliz con tus elecciones y dejar de actuar por condescendencia. Eso sí, debemos aprender a querernos para volver a querer, porque acá cada quien no se quería a su manera.
A ti te gusta reir harto. Yo estos días me río lo justo y necesario.
Si antes no funcionamos, mucho menos funcionaremos ahora, mañana o pasado.
Tengo esa necesidad estúpida de escupirlo todo; de decir todo lo que está acá. Debe ser como eso... no sé... como cuando uno se ha intoxicado con pastillas y te hacen botarlo todo. Es como eso.
Yo no sé que cosas nos esperen ahora; seguramente son buenas cosas. Cosas distintas, creo. Porque la idea es no seguir en lo mismo. Yo creo que uno debe aprender de todo un poco; yo aprendí de ti. Aprendí cosas terribles, es cierto; es toda esa adquisición de miedos que es completamente normal cuando alguien te hace daño y esas cosas. Pero también aprendí cosas super útiles.
Debe sonar sumamente analógico decir que contigo aprendí de límites, pero sí. Eso expresado de otra forma sería como...
Entender que finalmente la curva con tú nombre siempre estuvo más alto que la curva con mi nombre, y que el espacio intermedio no es nada, es lo que yo sentía y lo que tu no; eran mis dioses, mis creencias, tus demonios, tus amarras.
La vida es sumamente subjetiva, sabes?
Me gustaría por una vez estar en el lugar de la persona a la que quieren así para ver cómo reaccionaría. Tal vez ahí te comprenda. Tal vez ahí, recién ahí, podamos hablar de amistad. Pero hoy me parece que cada cosa que yo haga por hacerte recordar o sentir, por levantar la imagen de quien ya no existe, será un intento vano por hacerme querer.
Eso no va a pasar. Yo nunca representaré una pérdida. Y de alguna forma es posible que tú tampoco lo representes en algún momento, pero ahora, y todo este tiempo, eres una pérdida terrible por superar; un fantasma terrible que no sale de mi cabeza, que no existe fuera.
Lo que tú eres para mi no lo eres para nadie más. Ni siquiera tú eres así.
Y ojalá seamos felices, es cierto. Pero ojalá también ocurra que nadie vuelva a sentir así mientras no se den las condiciones para que tú puedas de verdad valorarlo; no te culpo por ello porque es completamente humano y subjetivo; es sólo que uno no desea mal a nadie, y esta cosa, tener el corazón tan rojo tal vez, es un problema difícil de resolver.
No es que tenga que ser un problema en sí, sólo es un problema cuando se ignora que existe como tal, o no se puede hacer nada al respecto.
Es el tipo de cosas que dicen mucho y que, de pronto, tienen que decir nada. |
Tiene que ver con
el final,
el querer,
La verdad de las cosas,
Lo terrible
lunes, 15 de noviembre de 2010
No debería transgredir tanto. Al final siempre las cosas pasan.
Tengo que pedirle a eso que pasa que se calme, que se siente un rato y que lo deje pasar, fluir, irse. No hay más.
Querer evidentemente no es poder; al final en el cúmulo de esperanzas y emociones vive un ser que sabe lo que son las cosas de la vida, y que por más respuestas que encuentre no pretende ponerlas en practica sólo por miedo.
Me carga la cobardía y me carga ser todo lo que me carga.
Tengo que pedirle a eso que pasa que se calme, que se siente un rato y que lo deje pasar, fluir, irse. No hay más.
Querer evidentemente no es poder; al final en el cúmulo de esperanzas y emociones vive un ser que sabe lo que son las cosas de la vida, y que por más respuestas que encuentre no pretende ponerlas en practica sólo por miedo.
Me carga la cobardía y me carga ser todo lo que me carga.
domingo, 14 de noviembre de 2010
Hay algo en el pecho que se me apreta mucho hoy. Es un todo que se cae, siempre, constante.
Es que hoy me apesté, grité, exploté y, para variar, arranqué. Tiré la bomba y corrí como siempre.
En el metro, por alguna razón que no recuerdo, la sensación de que suene el teléfono contándote que alguien ya no está me invadió. Esa sensación de que hace un rato alguien caminó, sonrió, rabió, y ahora simplemente no es, y que cualquier resto que te intenten traer no es nada; no es cuerpo, no es carne, no es sangre.
En el metro, por alguna razón que no recuerdo, la sensación de que suene el teléfono contándote que alguien ya no está me invadió. Esa sensación de que hace un rato alguien caminó, sonrió, rabió, y ahora simplemente no es, y que cualquier resto que te intenten traer no es nada; no es cuerpo, no es carne, no es sangre.
Mi abuelo desapareció en alguna parte, y no ha vuelto. Pero no sé, tengo una mala manía de esperar a quienes se van, y por lo mismo miro cada camioneta blanca, casi con esperanza, porque una así se lo llevó, lo sé, y en alguna parte da vueltas.
De todas formas, encuentro mucho más terrible esperar por quienes se fueron. Mi abuelo fue algo así como abducido por las montañas, o por su trabajo, o por la carretera. Pero ¿por qué hay que esperar en casualidades a quien no quiere volver? Porque hay quienes se pierden profundamente queriéndolo así; por qué no respetar su decisión? ¿Cómo le explico yo a la pena, a la esperanza, a las ganas que esta noche no habrán mensajes con sonrisas?
Uno debe crecer, pero yo no sé por donde crecer, y todo lo estanco. Y todos los intentos los siento vanos, porque siento que cada paso me lleva a donde mismo. Todos saben que los círculos marean, y pienso que no es casualidad que constantemente todo lo que he comido quiera salir y devolverse; tal vez cada vez pese menos, con cada reflejo de lo que debería ser.
Esta noche me apesta arrancar. Pero la verdad es que no hay de otra; sé que los recuerdos no perdonan, pero el presente ayuda a pensarlos menos; aunque me irrite el olor de la cerveza o el tabaco en mis manos.
Tiene que ver con
La verdad de las cosas,
la vida,
Lo terrible
sábado, 13 de noviembre de 2010
Voy a poner música triste y sacarlo todo sin llorar porque eso no lo hago. No lloro.
Voy a tomar conciencia de todo, y asumir, como dijo un amigo, que al final debe haber un final. Que al final necesito tomarle el peso a los asuntos; si no lo hago, no hago nada.
Suelo estar mejor por estos días. Suelo sentirme mejor, reírme harto, pensar en otras cosas. He salido a caminar un par de veces por el parque forestal, por Bellas Artes, por Lastarria. Me he sentido vacío, sí, pero ya no es malo. Es como ser un caracol y no estar; existir dentro de una dimensión de uno y no en otra parte. Esa caparazón es mi mundo, ¿Saben?
Quiero más noches, que no se acaben. Me gustan las noches de lunes a viernes, sobre todo, porque puedo no dormir tranquilo. Puedo pensar en mi y algunas pocas cosas más. El sábado y domingo me pesa en el cuerpo, no sé por qué. Siento más ausencias, siento más no sé qué, pero siento mucho.
Les tengo pavor a los fines de semana, es la verdad. Y no sé que va a pasar en verano, me aterra el verano. Me carga el calor, y me carga de pronto que Cecilia y los demás se vayan, y no tener nada que hacer, y la soledad del verano... Un verano puede ser muy triste. Y eso me aterra.
La cosa es que no puedo seguir dependiendo del mundo, necesito encontrar ese tipo de algos que están dentro de uno o esas cosas. Ser fuerte a partir de mi, no del tiempo que pierdo, de la plata que gasto, de la gratísima gente que me ha acompañado.
La cosa importante es entender, de a poco, que lo mejor no es que vuelvas, es aprender a vivir sin ti.
Voy a tomar conciencia de todo, y asumir, como dijo un amigo, que al final debe haber un final. Que al final necesito tomarle el peso a los asuntos; si no lo hago, no hago nada.
Suelo estar mejor por estos días. Suelo sentirme mejor, reírme harto, pensar en otras cosas. He salido a caminar un par de veces por el parque forestal, por Bellas Artes, por Lastarria. Me he sentido vacío, sí, pero ya no es malo. Es como ser un caracol y no estar; existir dentro de una dimensión de uno y no en otra parte. Esa caparazón es mi mundo, ¿Saben?
Quiero más noches, que no se acaben. Me gustan las noches de lunes a viernes, sobre todo, porque puedo no dormir tranquilo. Puedo pensar en mi y algunas pocas cosas más. El sábado y domingo me pesa en el cuerpo, no sé por qué. Siento más ausencias, siento más no sé qué, pero siento mucho.
Les tengo pavor a los fines de semana, es la verdad. Y no sé que va a pasar en verano, me aterra el verano. Me carga el calor, y me carga de pronto que Cecilia y los demás se vayan, y no tener nada que hacer, y la soledad del verano... Un verano puede ser muy triste. Y eso me aterra.
La cosa es que no puedo seguir dependiendo del mundo, necesito encontrar ese tipo de algos que están dentro de uno o esas cosas. Ser fuerte a partir de mi, no del tiempo que pierdo, de la plata que gasto, de la gratísima gente que me ha acompañado.
La cosa importante es entender, de a poco, que lo mejor no es que vuelvas, es aprender a vivir sin ti.
martes, 9 de noviembre de 2010
Necesidades
Dormir todo un día, que en lo posible debe ser lluvioso. Poner música en el pc, no muy fuerte pero que se escuche. Entreabrir la ventana para sentir el contraste entre la parte de brazo que está destapada y la parte que está bajo el cobertor. Taparme hasta la cabeza, mirar cómo se trasluce la luz en partes. Esperar a que me dé hambre para comer, y tener una caja de leche con chocolate. No deber estudiar, no tener nada en mente. Que de pronto me llegue un mensaje en el celular, que se haya escrito en mayo o junio. Sonreir el resto del día.
- -
Por qué? Por qué? por qué? por qué?
- -
ASDFASDASYGDSAYDGASYDIASDUHSANDAS!!!!!!!
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Por qué? Por qué? por qué? por qué?
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ASDFASDASYGDSAYDGASYDIASDUHSANDAS!!!!!!!
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lunes, 8 de noviembre de 2010
Espacios
Vibran al ritmo del bajo. Están abrazados.
Él le abraza por la espalda, y durante lo que dura el concierto no le suelta. A ratos le pone la nariz en el cuello y se impregna del olor que tanto parece gustarle. Vibran, y a medida que la intensidad de la música aumenta parecen estar más y más lejos del lugar.
No lo saben, pero el joven que estuvo al lado de ellos pensó en escribir lo que observó, y tampoco sabrán que esa manera de querer caló hondo en las cosas que nunca hizo el intento de escritor; que no muere de ganas de nada, pero muere por eso que sólo es vacío.
Hace frío esta noche. Hacen espacios que siento terriblemente grandes, espacios que necesito pero que duelen. Me siento lanzado a una piscina de jugo de limón, sumergido; todas las heridas se irritan de tanto espacio. En algún momento se duerme el dolor, en algún momento se acabará. Pero esta noche crecen espacios, ya no dentro sino que alrededor; una burbuja que no debe quebrarse por nada del mundo, una coraza que transgrede lo que siento porque simplemente no corresponde. Cuesta mucho. Y esta noche hace frío; los espacios en sí ya son fríos. Y yo no sé nada, no sé de caminar. Esta noche, cielo, llueves como nunca. Y el barro, y la calle, y la ciudad. Hace frío. La ciudad está ahí. Debería salir. Muero de ganas de salir y caminar cerca de Holanda con Providencia. No en otra parte, quiero estar ahí. Es que hace frío, y la ciudad, con sus luces, en Holanda con Providencia. Porque el frío ahí no es el mismo, es un frío que podría matar a cualquier personaje de Fuguet que se enfrente a una noche fría en medio de espacios distantes y llovidos. Holanda con Providencia, porque la noche está fría; tengo los pies fríos, no siento los antebrazos ni el corazón; cosas que pasan con el frío. A cierta altura los aviones se congelan; creo que ahí voy yo, sin avión, sólo paracaídas. En cuanto atraviese esa capa de atmósfera fría abriré el paracaídas y todo estará bien, aterrizando sin miedo a volver a hacerlo. Pero esta noche llueve, hace frío, y Providencia con Holanda está lejos en esta puta ciudad inundada de aguas turbias, y con los pies helados en espacios terribles no se llega a ninguna parte, cielo. Es que esta noche, en verdad, hace mucho, mucho frío
Él le abraza por la espalda, y durante lo que dura el concierto no le suelta. A ratos le pone la nariz en el cuello y se impregna del olor que tanto parece gustarle. Vibran, y a medida que la intensidad de la música aumenta parecen estar más y más lejos del lugar.
No lo saben, pero el joven que estuvo al lado de ellos pensó en escribir lo que observó, y tampoco sabrán que esa manera de querer caló hondo en las cosas que nunca hizo el intento de escritor; que no muere de ganas de nada, pero muere por eso que sólo es vacío.
Hace frío esta noche. Hacen espacios que siento terriblemente grandes, espacios que necesito pero que duelen. Me siento lanzado a una piscina de jugo de limón, sumergido; todas las heridas se irritan de tanto espacio. En algún momento se duerme el dolor, en algún momento se acabará. Pero esta noche crecen espacios, ya no dentro sino que alrededor; una burbuja que no debe quebrarse por nada del mundo, una coraza que transgrede lo que siento porque simplemente no corresponde. Cuesta mucho. Y esta noche hace frío; los espacios en sí ya son fríos. Y yo no sé nada, no sé de caminar. Esta noche, cielo, llueves como nunca. Y el barro, y la calle, y la ciudad. Hace frío. La ciudad está ahí. Debería salir. Muero de ganas de salir y caminar cerca de Holanda con Providencia. No en otra parte, quiero estar ahí. Es que hace frío, y la ciudad, con sus luces, en Holanda con Providencia. Porque el frío ahí no es el mismo, es un frío que podría matar a cualquier personaje de Fuguet que se enfrente a una noche fría en medio de espacios distantes y llovidos. Holanda con Providencia, porque la noche está fría; tengo los pies fríos, no siento los antebrazos ni el corazón; cosas que pasan con el frío. A cierta altura los aviones se congelan; creo que ahí voy yo, sin avión, sólo paracaídas. En cuanto atraviese esa capa de atmósfera fría abriré el paracaídas y todo estará bien, aterrizando sin miedo a volver a hacerlo. Pero esta noche llueve, hace frío, y Providencia con Holanda está lejos en esta puta ciudad inundada de aguas turbias, y con los pies helados en espacios terribles no se llega a ninguna parte, cielo. Es que esta noche, en verdad, hace mucho, mucho frío
Tiene que ver con
La verdad de las cosas,
la vida
sábado, 6 de noviembre de 2010
jueves, 4 de noviembre de 2010
Configuraciones
El temor a hacerse viejo y la soledad me empujan a querer que la fugacidad sea la vida; que cada recuerdo quede impreso, anudándome en las memorias que quise almacenar y los puntos que quise subrayar. No sé de tiempo ni espacio cuando recuerdo; siento.
Duele el pecho por estos días, y quiero pensar que no es extrañar sino falta costumbre. Querer duele, y ese dolor se ubica en el centro de mis mandos; afecta todo en cuanto soy, dibuja formas que desconozco en mi hacer diario, erradica las ganas de dar pasos firmes.
Querer me cortó las alas, y el no ser querido me cortó las manos.
Proceso las cosas a medias; veo la mitad del mundo. Cruzo la vereda constantemente, no miro a los lados a veces. Soy la irresponsabilidad hecha carne, el lado terrible de tus ganas.
Tengo quebrado algo, vomito de pena. Estoy enfermo de dentro, pero tengo que sonreir; seguramente mañana estaré bien, seguramente todo va a pasar. Odio el tiempo, odio que no pare, odio que arrase. Odio a quien sea que me arrebató la vida con su sonrisa, a quien deboró mis ganas y a quien roba tus ojos. Odio los lazos que hice y que no manejo, odio mi enfermedad y sus putas ganas de perderme. Odio constantemente el saberme no querido; casi tanto como haber creido ciegamente. Odio pensar en el futuro, odio vivir de los recuerdos.
Odio los espacios que ya me atravesaron en ti, que me hicieron explotar, que me confinaron en la zona oscura de tus recuerdos malditos.
Me enfermo, porque sé perfectamente lo que no quiero, pero lo que quiero se complica, se extiende, se pierde, se muere o se va. Las ganas se deshacen, los motores se desarticulan, mis capacidades se llenan de incapacidades, me contamino en definitiva. Y no lo grito constantemente, pero salvarme... no sé que necesito para salvarme, porque descarto como imbécil cada paso, cada posible avance, cada evolución. Yo me estanco a porfía, porque en el fondo sé que nunca será igual que el ayer, que nunca será nada igual. Todo se fue a la mierda y hay que aprender a vivir con eso hasta que parezca felicidad, normalidad o lo más cercano a eso.
Por último, odio tu silencio ignorante. Odio tus ganas de matarme pero guardar mi cuerpo en algún lado, odio lo funcional, lo puto y lo enfermante que me hicieron sentir. Odio que te sientas tan especial como para excluirme de tu mundo métrico. Odio la idea de que cambiarme nunca sea algo malo y terrible, por el contrario, sea todo un avance.
Duele el pecho por estos días, y quiero pensar que no es extrañar sino falta costumbre. Querer duele, y ese dolor se ubica en el centro de mis mandos; afecta todo en cuanto soy, dibuja formas que desconozco en mi hacer diario, erradica las ganas de dar pasos firmes.
Querer me cortó las alas, y el no ser querido me cortó las manos.
Proceso las cosas a medias; veo la mitad del mundo. Cruzo la vereda constantemente, no miro a los lados a veces. Soy la irresponsabilidad hecha carne, el lado terrible de tus ganas.
Tengo quebrado algo, vomito de pena. Estoy enfermo de dentro, pero tengo que sonreir; seguramente mañana estaré bien, seguramente todo va a pasar. Odio el tiempo, odio que no pare, odio que arrase. Odio a quien sea que me arrebató la vida con su sonrisa, a quien deboró mis ganas y a quien roba tus ojos. Odio los lazos que hice y que no manejo, odio mi enfermedad y sus putas ganas de perderme. Odio constantemente el saberme no querido; casi tanto como haber creido ciegamente. Odio pensar en el futuro, odio vivir de los recuerdos.
Odio los espacios que ya me atravesaron en ti, que me hicieron explotar, que me confinaron en la zona oscura de tus recuerdos malditos.
Me enfermo, porque sé perfectamente lo que no quiero, pero lo que quiero se complica, se extiende, se pierde, se muere o se va. Las ganas se deshacen, los motores se desarticulan, mis capacidades se llenan de incapacidades, me contamino en definitiva. Y no lo grito constantemente, pero salvarme... no sé que necesito para salvarme, porque descarto como imbécil cada paso, cada posible avance, cada evolución. Yo me estanco a porfía, porque en el fondo sé que nunca será igual que el ayer, que nunca será nada igual. Todo se fue a la mierda y hay que aprender a vivir con eso hasta que parezca felicidad, normalidad o lo más cercano a eso.
Por último, odio tu silencio ignorante. Odio tus ganas de matarme pero guardar mi cuerpo en algún lado, odio lo funcional, lo puto y lo enfermante que me hicieron sentir. Odio que te sientas tan especial como para excluirme de tu mundo métrico. Odio la idea de que cambiarme nunca sea algo malo y terrible, por el contrario, sea todo un avance.
Momento
Le quedaban dos líneas por acertar y se llevaba una PSP, el premio mayor de la maquinita. Me quedé observando cuando vi que de pronto toda la gente se detenía a mirarla jugar. Entonces acertó una más. Le quedaba una, y cada vez éramos más quienes observábamos.
En el último segundo por cosas de precisión falla, y al darse vuelta descubre que además de sus papás habíamos al menos 15 personas dispersas por el pasillo mirándola. Se pone colorada un poco, y la masa de golpe se dispersa.
Fue un buen día parece, porque después de eso me fui sonriendo, le dí al botón de Play y sonó Caribou.-
En el último segundo por cosas de precisión falla, y al darse vuelta descubre que además de sus papás habíamos al menos 15 personas dispersas por el pasillo mirándola. Se pone colorada un poco, y la masa de golpe se dispersa.
Fue un buen día parece, porque después de eso me fui sonriendo, le dí al botón de Play y sonó Caribou.-
Tiene que ver con
la vida
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Cosas de otra vida

Podrías, siempre podrías, haber llegado a casa, encontrar la luz prendida, la mesa puesta y panqueques con manjar sobre el mantel, al lado de la panera.
Pero estas, todas estas cosas, no son cosas de nuestras vidas. Porque al final somos coincidencia, somos casi un intento por nadar que se pierde en las corrientes. No fuimos (yo fui, tu fuiste).
Podríamos apagar el mundo ahora, y perdernos por un buen rato que, a conciencia, podría ser eterno. Podríamos mutilar en un segundo la de intentos (míos) y las ganas de no hacer cosas al respecto. Podríamos no llamar más, no bailar de nuevo, dejar el telepizza a las 4 a.m.
Podríamos dejar(nos) en este momento.
¿qué serán, entonces, nuestros mundos?
Estaremos a millones de años luz, muy posiblemente, con un montón de ganas de estarlo...
Tiene que ver con
La verdad de las cosas
lunes, 1 de noviembre de 2010
No sé que más decir al respecto.
Tiene que ver con
La verdad de las cosas,
Lo residual
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