Voy a suponerme en la silla contigua, comiéndome los dulces, cambiando constantemente la música. Iré al escritorio a leer a Cortazar, luego me pararé al lado de la estufa e intentaré no decir nada. Entonces en un rato, tal vez dos, me abrazarás, me dirás si está bien no hacer más, te propondré un nuevo horario (algo así como "y si vas antes y lo haces allá" o "Pero en verdad hacer las cosas así no es sano ni fructífero, duerme"). Y de una u otra forma te haré saber que estoy, más que nunca, contigo.
Que Dios me perdone. No entiendo, esta noche no hay forma de que entienda.
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