sábado, 30 de abril de 2011

Se siente bien

Soñé que tiritaban mis brazos. Mucho y sin razón. 

Casi nunca me acuerdo de las cosas que sueño, pero hoy escuché la palabra clave y lo recordé. También ayer recordé lo que soñé cuando fui al baño; soñé que caía una botella de jabón a la taza del güater, y yo metía la mano para sacarla y luego me lavaba las manos con ese mismo jabón. 

Es curioso pensar que todo eso pueda significar algo. Es curioso, porque podría pensar incluso que las cosas que encuentro en la calle son un mensaje de alguna cosa; los libros que me topo por la vida son cartas que no quieren decir lo que dicen, sino otra cosa. Y las canciones, dios, dios, dios... Es bonito ver trasfondos, incluso cuando es el trasfondo de algo que te hizo mierda en su momento. Tal vez así es como se crece, quien sabe.

No sé el por qué de esta entrada, pero me gusta. Porque se siente bien que de pronto el montón de cosas que normalmente presionan estén liberando tensiones. Se siente bien que de pronto quiera escribir por escribir, no sé, lo que sea. Me es como darle un espacio nuevo al mundo, y es tan bonito pensar que se viene una temporada casi en sepia por observar.

Necesito mi cámara, rápido, antes de que las nubes se vuelvan a ir.




martes, 26 de abril de 2011

Tranca.

Yo me perdí en cuanto quise perderme. Bajé la guardia quizas en el momento menos indicado, no sé, el punto ya es tan difuso.
A estas alturas uno no es ni el reflejo de lo que se esperaba, pero bueno; siempre es bueno flexibilizar el camino, porque uno nace humano y hay que aceptarlo.
La sensación vital del último tiempo ha sido bien rara, como cuando el día está nublado variando a parcial y no sabes cuanto abrigarte. Me siento así, como si me abrigara y desabrigara constantemente. Falta de confianza tal vez.
Ya no sé que quiero de nada, y bien, es super rockstar ir por la vida pretendiendo que todo importa poco, pero puta, ¿Hasta que punto es sano? Javier nunca será rockstar. Javier no está interesado en drogas ni sustancias benditas. Tal vez ese sea el punto; Javier no quiere nada, y divaga, y no sabe, y siempre llega a donde mismo pero con algo más o algo menos.
Para todo uno necesita razones. Para todo uno necesita esperanza. Pero a medida que avanzo cada vez espero menos, y no es ningún shock o mecanismo de defensa, sólo soy yo frente a la vida que parece que se me va en collera, y me siento más adolescente que nunca, tanto como para no asumir que no tengo idea de donde estoy parado ni mucho menos a donde iré a llegar.
A veces me gustaría saber que hubiese sucedido con el mundo si mis decisiones hubiesen sido otras. De seguro mucha gente seguiría acá, en este polo de las cosas.

domingo, 24 de abril de 2011

Hace algo así como un año no te iba a dejar llorando, y me dio lo mismo todo con tal de no abandonarte. No sé que tanto significa eso la verdad, pero hace algo así como un año pasó.

viernes, 22 de abril de 2011

Doble filo

- Sigue lloviendo - le dicen haciendo la cortina a un lado.

Sigue lloviendo, pero no hace  tanto frío. El invierno pasado, creo, fue mucho más frío.

Normalmente habría salido a dar una vuelta. A mojarme de puro gusto y sin ninguna justificación, cosa de recorrer, mirar, de sentir la ciudad una vez más. Habría usado los audífonos grandes e iría preocupado de que el agua no le entrara, y seguramente escucharía música lenta, no triste porque ya no hay canciones tristes.
De vez en cuando sacaría fotos. De vez en cuando sonreiría y recordaría.
Pero ¿saben? Me quedo en casa.
Me quedo porque no tengo chaqueta para la lluvia. Me quedo porque no quiero perderme en la ciudad, no quiero extrañar mi casa y estar tan lejos para cuando esto ocurra. No quiero tener pena, no tengo mi cámara, no quiero recordar cómo era la ciudad.
Conozco mis calles de memoria, pero no quiero reconocerlas humedas de lluvia. Es eso.
No quiero salir solo; sé que en la calle querré que me llames, no sé para qué. Y pienso ahora que tal vez Huelen con lluvia también podría ser un buen lugar.

martes, 19 de abril de 2011

"Tranquilo, el tiempo no se agota"

Difuminar suena bonito. Difuminarse no. Y ya no espero pronósticos de buen tiempo; espero que transcurra y nada más.

lunes, 18 de abril de 2011

Sábado.

- Tío, tío, profe, oiga, profe, tío!
- ¿Qué pasa?
- ¿Quiere ver mi invento?
- Em... Espera... a ver, ¿que cosa?
- Mire - saca un tubo negro de su mochila- Es un caleidoscopio. Mire la luz y vea como se ve todo bonito.


Me da cosa cuando el mundo comienza a acotarse; de pronto todo tiene que ver con todo.

viernes, 15 de abril de 2011

Señal

Hazme saber que no estoy tan lejos.

jueves, 14 de abril de 2011

Actualización.

"Queda tan poco que ya casi va quedando sólo lo mejor; recordar lo justo y necesario, pero ya nunca volver a extrañarlo".






No necesito más fines de semana para conocerme mejor.

domingo, 10 de abril de 2011

Lo que sucede entre los andenes.

- ... pero a mi nunca me hagas la cama. No es necesario; ya haces muchas otras cosas.- lanzó cómo una granada antes de partir.
- ¿Seguro...?
- Sí, - dirigió su mirada al piso - No sabes cuanto...

Lastarria es una calle problemática en si misma; contiene todo aquello que uno quiere, es cierto, pero a su vez contiene todo aquello que puede llegar a ser un vicio. Una tarde cualquiera puede ser la ciudad, el epicentro, la vida misma; basta un par de miradas, basta saber que de pronto uno no es el único que va por la vereda mirando todo como si Lastarria fuese la última novedad descubierta, que de pronto podría una casualidad romper dos, tres, ocho meses de distancias en un encuentro casual, con un "hola" que surge entre el sonido del acordeón y de aquellos que ríen constantemente con una copa o un café en sus manos, un hola que espera de todo corazón ser escuchado, o en su defecto, ser lanzado de una vez para correr a tierra firme y asumir que todo nunca sucedió.

Al salir a la calle se reconoció al borde del mapa; en cualquier momento podría caer en la perdición misma. Y no tenía cómo quedarse ahí, no tenía sentido siquiera decir (y saber) que se estaba bien cuando en realidad bastaba  un encuentro inesperado para dejar en la calle meses de convencimiento, de creer que todo estaba bien, de asumir de una vez que estaría en calma y feliz sea donde sea y con quien sea. 
No podía tranquilizarse, no tenía cómo. Y miró la ventana del departamento; tal vez ella podría estar mirándole partir; tal vez ella podría ser un ancla, un camino de miguitas que seguir para volver a casa. Sin embargo sólo encontró el cielo reflejado en el vidrio.
Quiso creer que era suficiente para volver. Quiso creer que en el fondo de la habitación, tal vez mientras ponía en orden las cobijas y sus ideas, le miraba por la ventana. Pero era tarde. En el fondo de su corazón era tarde, y sin importar cuantos ojos le miraran por la ventana, ya no había cómo volver. No había cómo, aunque ella saliera al balcón y, entre todos, le tendiera una mano. 
La ciudad de pronto aparece y lo devora. No hay nada que hacer; son cosas de la ciudad; es la crisis del capitalino que se enamoró en la ciudad, y que una vez solo encuentra el refugio en esta. Nunca se enterará de que cada lugar que pisa no llegará nunca a ser la ciudad. ¿Qué sentido tiene la ciudad si no contiene nada? 
El capitalino en crisis se enamora del cascarón, nunca de la ciudad; una vez que se enamora en la ciudad no volverá a experimentarla hasta que pueda recorrerla con los ojos puestos en alguien más y no en el camino; será entonces el momento en que las calles tendrán sabor y textura, no solo ese horrible olor a transito, a puente, a no lugar. 
El capitalino en crisis se aleja del nido. Tiende hacia afuera, centrífugo, y olvida. A los treinta minutos recordará que no ha sucedido nada. Llegará a su casa, tomará un café y sonreirá. La crisis quedará en la calle hasta la próxima salida.

sábado, 9 de abril de 2011

Soy casi siempre la exclusión conveniente. Para todo, para todos.

viernes, 8 de abril de 2011

Como cuando el tío te ponía la mano en la espalda y te decía tranquilo; dímelo tú esta noche.

Disponibilidad - Vulnerabilidad.

Quiero que sea la última y única vez que se hable de esto en este lugar.
Me siento absolutamente vulnerable y perdido. No sé por qué de pronto tengo la necesidad terrible de que me protejan de hacer todo lo que realmente quisiera hacer.
Es que estoy agotando la ciudad, estoy agotando espacios que eran míos, estoy agotando las salidas y, de pronto, todo apunta al mismo lugar; el origen.
No me gusta alarmar a la gente, pero si no lo escribo acá (sí, acá; es mi lugar) reviento. Necesito profundamente saber que todo está bien, que yo estoy bien y que las cosas saldrán bien. Necesito profundamente un abrazo de aquellos como de 31 de diciembre en la tarde, o de 2 de enero a las 10 de la mañana con una sonrisa nerviosa por no saber que pasará el resto del año; que será, Dios, de nosotros hasta el próximo primero de enero, que será.
Quiero creer que voy a estar bien, que dejaré de necesitar(te) en algún momento. Dejar de hacer daño en el intento de conocerme mejor. Sí, públicamente perdón. Lo siento de verdad, me duele, me duele mucho; tenía la opción de seguir esperando que las cosas mejoraran o asumir que no todo iba bien antes de que fuera demasiado tarde. Sufro, creo, de una necesidad terrible de tiempo para pensar al respecto.

Y a ti, espero que leas esto: Ya no soy bueno, sabes? Ya no soy bueno; ven a buscarme.
Te juro que no soy bueno, por favor, ven a buscarme.
Han pasado muchas cosas, pero mi corazón late al mismo ritmo. El mundo sigue del mismo color; tal vez un poco más monótono, tal vez sin tu perfume, ta vez sin ti, no sé. Pero sucede que me canso de arrancar, de extrañarte y necesitarte. Y me da miedo de pronto saberme tan vulnerable; sentir que el tiempo no cura ni sana, por el contrario, hiere día a día un poco más.
El tiempo se acumula en las venas, se estanca, y yo estoy lleno de morenotes.

Creo que todo esto es sólo que soñé contigo. Soñé que corríamos a las sombras, y en las sombras te robaba un beso.

No sé que espero a decir verdad; no sé que sentido tiene todo esto.
Ya no puedo querer sin pensar en las consecuencias.  Debe ser eso, sólo eso, y no es que yo esté mal.

martes, 5 de abril de 2011

Nunca supo si en verdad le gustaba la noche o sólo arrancaba del día. El punto es que bajo las estrellas creó su propio universo; en este, entre bares y demases, esperó poder de una vez por toda extirpar todo lo que le recordase que alguna vez tuvo el corazón tan rojo. 
Cada pista de baile se mostró como una oportunidad, un juego nuevo, un campo de batalla donde reñirse contra la memoria; en su cabeza cada canción tiene gusto a ayer, a memoria estancada. Toda melodía sufre una superposición de imágenes, transformándose en un collage de recuerdos que desfila por 3 minutos aproximadamente para terminar con un beat que de paso a otra canción, que será otra batalla más, y así seguir sin que haya conciencia de que en 4 horas ha pasado toda una historia que se consolidó al margen de las zapatillas gastadas noche tras noche en los suelos pegajosos de tanto licor desparramado.
La noche avanza en un juego de luces y sombras. Pero aun bajo estas sombras no hay donde esconderse; siempre sonará una canción que le cale profundo, siempre habrá un espacio sin salida. Siempre habrá un lugar para perderse.


Fuera del local no hay calor. Y no suena nada en las calles; las luces se tornan estáticas en la capital. Nuevamente hace frío, y este se acrecienta cuando no hay destino fijo.
Con las manos en los bolsillos dará un par de vueltas de más, conseguirá fuego y exhalará la pena. La noche acaba en cuanto cierra la puerta tras su espalda y da por perdida otra batalla; documenta lo acontecido con una frase o dos que le resuenan y se acuesta con la esperanza de que el fin de semana que sigue sea el que le libere del todo; que le haga volver a valorar las bondades del día, que le devuelvan la confianza en si mismo y en sus pasos de baile.

domingo, 3 de abril de 2011

Proceso de creación

Estoy en la etapa de la vida en que no sé cómo escribir las cosas. Pero a ratos hago el intento, porque sino me ahogo de tanto retener. 
Lo peor que sucede cuando no escribo es que olvido. Si no dejara constancia de la vida en alguna parte, fácilmente podría haber estado siempre muerto, pero como no lo estoy necesito saberme vivo y dinámico.
No sé cuantas cosas realmente sucedan hoy. Han sido horas extrañas, de descubrirme y descubrir un montón de cosas que constantemente suceden e ignoro.

No recuerdo que viaje hacía hoy mientras pensaba en que tal vez he dado tantos pasos por senderos perdidos que ya no hay vuelta atrás. Lo peor de todo es que mientras más lo pienso, más lo siento. Y siento también el peso, la responsabilidad de haberme dejado caer tan a conciencia, tan queriendo estar por debajo de todas las historias que alguna vez escuché. Es una pena ignorar tus raíces y convertirte en un ser nuevo, autónomo e indecifrable. Es terrible saber que ni tu mismo te conoces lo suficiente como para mirarte objetivamente y decirte a ti mismo "hey, estás pésimo, ve a dormir".

Cuando un autor escribe se plasma a si mismo de una u otra forma. Hay una creación de personaje; el autor como imagen de si mismo, subjetivo hasta decir basta, se deja entrever en cada parrafo. Tal vez un problema de fondo es que en mi mismo no veo consistencia, en lo que escribo no huelo nada, no siento nada, no me da nada para pensar. No voy a cambiar la vida de nadie escribiendo acerca de lo mucho que me complican las cosas simples de la vida.

Tengo un miedo terrible a la vida, al tiempo y al no cerrar ninguna idea.
Tengo un miedo terrible a la acumulación de ideas a medias.
Tengo un miedo terrible.

No quiero crecer. No quiero.
No quiero dejarme caer nunca más; de pronto necesito ser bueno, sentirme bien conmigo, sentirme conforme y orgulloso de lo que hago.

Voy a erradicar lo malo, voy a ser mejor. Voy a partir de cero, porque si no lo hago me estancaré por siempre en un circulo vicioso que justifica el empeorar constantemente.
Voy a ser feliz, voy a crearme nuevamente. 
No busco nada, sólo quiero estar en paz.

viernes, 1 de abril de 2011

No sé hablar. Se me olvidó.