martes, 31 de mayo de 2011

Navegación

Las despedidas no son lo mío. Me carga la sensación de abandono; me carga el vacío tanto como tarde de domingo.
Yo no sirvo de navegante; por mi me quedaría en cada puerto que me diera a lo menos una razón para hacerlo. Tengo miedo de avanzar sólo por no querer dejar atrás; me encanta el dinamismo, pero necesito afirmarme de algo que el futuro nunca me entragará.
Esta noche tengo miedo porque no soy navegante, porque no sé decir adios sin mirar atrás. Tengo miedo, porque no puedo evitar recordar más de lo que quiero. Recuerdo por ejemplo que Nicolás viajó muy lejos, y que ahora hace unos mese volvió de su largo viaje. Pero tal vez Nicolás es lo que menos importa, lo que me importa (personalmente) es lo que deja atrás. Yo no quiero ser Nicolás; no quiero nunca echar de menos. Me da pánico llorar por alguien, o memorizar nuevamente algún olor que casualmente se halla impregnado en mi ropa.
Recuerdo el olor de la madera húmeda de otros tiempos en otros lugares, y no es que quiera volver, por el contrario, es como querer nuca haber dejado ese lugar. Recuerdo otros tiempos, y lamento el paso inminente de las horas que suman y suman inagotablemente.

La navegación no es lo mío. Esta noche no quiero llegar a ninguna parte; no quiero nada nuevo, no quiero horizontes, no quiero paisajes ni olores. Tengo miedo, nada más. Tengo miedo porque me pesa una webada; así como una soledad particular que no quiero que nadie particular llene. Tengo miedo porque no entiendo del todo, y  porque además me prometí sonreir pero me está tiritando el alma.

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