Santiago sí es un pequeño zapato, y el cielo se pone de colores raros que por alguna razón siempre veo y nunca omito.
Santiago siempre logrará doler de alguna forma, y no en un intento de hacer pebre mi suelo recuerdo que lo mejor de europa era que no había nada; que todo estaba limpio de lo que reparto por las calles (las mías, claro).
A esta hora recuerdo que debo dormir. Pero como nunca hago lo que debo, leo citas de películas que me hacen sentido con todo lo que ocurre a diario y suelto todo, y se supone que everybody's gotta learn sometimes, y que Amelie no tiene huesos de cristal y podrá vivir bien.
Entonces, ahora, debo aprender a batallar. La tarde no me debe ganar nada; el levantarme tampoco. Por favor, debo dejar atrás los ideales; las ganas se hacen, yo sé que sí. Necesito que sea así, sino, no me queda nada.
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