sábado, 31 de diciembre de 2011
viernes, 30 de diciembre de 2011
Debe existir una fórmula para arreglarlo todo. Quiero aprenderla, aprender y que de pronto todo vuelva atrás. Volver a crecer y decidir diferente, probar otras cosas, hacer algo más.
Pero soy joven, y siento que siempre es demasiado tarde; que no hay vuelta ni destino fiel. Todo se destruye, todo se triza, todo falla tarde o temprano. Yo fallo, siempre y más temprano que tarde.
Tengo miedo constante, y necesito abrazos nuevos, diferentes, qué se yo. Estoy ahogándome en un pozo que yo mismo he construido; quiero que algo de todo resulte, pero no sé qué.
Las cosas no van tan bien, es la verdad. No tengo todo bajo control y estoy vulnerable a todo. No he llorado ni he tenido ganas de hacerlo, y no sé si es lo mejor esto de aguantarse y dejarse llevar por reinvenciones que en verdad son salidas de emergencia.
Las cosas no van tan bien, es la verdad. No tengo todo bajo control y estoy vulnerable a todo. No he llorado ni he tenido ganas de hacerlo, y no sé si es lo mejor esto de aguantarse y dejarse llevar por reinvenciones que en verdad son salidas de emergencia.
Necesito un centro; mi mente occidental necesita uno; no más karma ni ying yang. Necesito un centro; un punto que le de sentido a todo.
domingo, 25 de diciembre de 2011
Y son las seis de nuevo. Intranquilo rebusco objetos de la memoria, como buscando excusas para que perder el tiempo resulte enriquecedor. Tomar de a poco todo el pasado, revolverlo con el presente y los supuestos de un futuro lleno de interrogantes. Hacerse parte de pronto del círculo de interrogantes para luego acabar perdido, aún más que al comienzo de todo.
Tengo las sensaciones revueltas y la mente intranquila. Mientras tanto, la gata se rasca y juega con su cascabel nuevo.
Está saliendo el sol, pero dentro todo es oscuro. Y es una pena, porque mientras la gente habla de felicidad yo no termino de comprender qué de todo está pasando o dejó de pasar.
Lo más terrible de aprender está en que nunca es en vano y que nunca se logra sin dejar marcas.
Tengo las sensaciones revueltas y la mente intranquila. Mientras tanto, la gata se rasca y juega con su cascabel nuevo.
Está saliendo el sol, pero dentro todo es oscuro. Y es una pena, porque mientras la gente habla de felicidad yo no termino de comprender qué de todo está pasando o dejó de pasar.
Lo más terrible de aprender está en que nunca es en vano y que nunca se logra sin dejar marcas.
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Contaminación Acústica
El miedo cambia de forma; ya no son los mismos de antes. Ahora hay nuevas sombras, nuevas calles, nuevas voces y melodías.
La velocidad es otra; las cosas cambian rápido, fugaces, como si el tiempo jugara conmigo y lo que hago. Las distancias se acortan, pero nunca dejan de ser paralelas, y parece todo tan seguro y estable a lo lejos que pareciera que el caos está en un cercano subsuelo, esperando el menor tropiezo para surgir.
lunes, 12 de diciembre de 2011
Memoria fotográfica.
La fotografía como "memoria cristalizada" dijeron por ahí, y me causa curiosidad de pronto la médula del color, de la forma, de lo que sea que me causa una pena rara, un vacío terrible, como si fuera del fotograma no hubiese nada, como si la distancia entre la verdad y el encuadre fuese infinita y terrible.
Paradójico me parece que en vez de llenar se lleve todo. Paradójico me parece que aun siendo algo tan lejano, tan no mío, tan de afuera, me haga extrañar cosas que incluso desconozco.
Paradójico me parece que en vez de llenar se lleve todo. Paradójico me parece que aun siendo algo tan lejano, tan no mío, tan de afuera, me haga extrañar cosas que incluso desconozco.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Veneno
Sé que te gustaría que las cosas fueran diferentes, pero de pronto parece ser que todo se enredó. Claro que no fue una elección; no fue el de pronto dejarme ir en esos rollos que me gustan, que me sacan y me llevan a volcarme a mis malos ratos autoinflingidos. Fueron otras cosas, externas, presiones terribles o no tan así, qué se yo.
Pero a ratos tengo miedo de mi inutilidad, de lo fácil que me pierdo, de lo fácil que contamino todo. Tengo virtudes innecesarias que no suman ni restan nada. Tengo vicios y deficiencias que hacen peso; invisibles y terribles. Tengo el suelo plagado de raíces extrañas; la tierra contaminada, los cimientos infértiles. Tengo miedo de todo, cobardía pura.
Y no hay seguridad que pueda contra todo; no hay promesa que sirva si quiera de punto de partida. De pronto perder el sentido es fácil, y dejarse llevar siempre es un peligro. A veces tengo pánico de equivocarme, de hacer mal sin querer. Tengo miedo de perderme, porque hay tantas formas de no encontrar el rumbo que tal vez lo mejor es siempre quedarse y nunca partir.
Pero a ratos tengo miedo de mi inutilidad, de lo fácil que me pierdo, de lo fácil que contamino todo. Tengo virtudes innecesarias que no suman ni restan nada. Tengo vicios y deficiencias que hacen peso; invisibles y terribles. Tengo el suelo plagado de raíces extrañas; la tierra contaminada, los cimientos infértiles. Tengo miedo de todo, cobardía pura.
Y no hay seguridad que pueda contra todo; no hay promesa que sirva si quiera de punto de partida. De pronto perder el sentido es fácil, y dejarse llevar siempre es un peligro. A veces tengo pánico de equivocarme, de hacer mal sin querer. Tengo miedo de perderme, porque hay tantas formas de no encontrar el rumbo que tal vez lo mejor es siempre quedarse y nunca partir.
sábado, 26 de noviembre de 2011
Matizando la situación actual...
No sé donde está el nudo de todo esto; parece que algo se trabó, qué se yo...
Quisiera siempre tener explicaciones, pero me quedo en el trámite de resolver todo aquello que no comprendo (muchas veces sin éxito).
No quiero asustar a nadie cuando digo que tengo miedo. No quiero asustar porque hasta yo desconozco los orígenes o fines de estas sensaciones que me ganan de a poquito, que superan la confianza y la estabilidad que uno quiere lograr por la vida en general.
Estoy intranquilo y no sé por qué. Me faltan costumbres que debería comenzar a asumir prontamente; quiero de verdad poner de mi parte en cuanto pueda para ser mejor en lo que me gusta, en lo que soy y lo que planeo ser y hacer, pero me cuesta trabajo. Mucho trabajo.
Tal vez es un cansancio extraño que no tiene que ver con el hacer o no hacer el quehacer. Tal vez no se relacione de ninguna forma con el caminar, correr o subir y bajar escaleras. Tal vez es sólo el paso del tiempo en vano; el agotarse de estar constantemente agotándose. Es curioso saber que se vive de tan pocas cosas que fácil llegan y aún así cansarse. Cansarse de qué, por la chucha. Rabia. Eso pasa. Rabia y miedo. Luego me ahogo, luego duermo. No sé.
Tal vez debería leer más ficción. Tal vez debería proyectar más. Creer. Tener fé en alguna cosa, lo que sea. Creer. Nada más que eso.
Quisiera siempre tener explicaciones, pero me quedo en el trámite de resolver todo aquello que no comprendo (muchas veces sin éxito).
No quiero asustar a nadie cuando digo que tengo miedo. No quiero asustar porque hasta yo desconozco los orígenes o fines de estas sensaciones que me ganan de a poquito, que superan la confianza y la estabilidad que uno quiere lograr por la vida en general.
Estoy intranquilo y no sé por qué. Me faltan costumbres que debería comenzar a asumir prontamente; quiero de verdad poner de mi parte en cuanto pueda para ser mejor en lo que me gusta, en lo que soy y lo que planeo ser y hacer, pero me cuesta trabajo. Mucho trabajo.
Tal vez es un cansancio extraño que no tiene que ver con el hacer o no hacer el quehacer. Tal vez no se relacione de ninguna forma con el caminar, correr o subir y bajar escaleras. Tal vez es sólo el paso del tiempo en vano; el agotarse de estar constantemente agotándose. Es curioso saber que se vive de tan pocas cosas que fácil llegan y aún así cansarse. Cansarse de qué, por la chucha. Rabia. Eso pasa. Rabia y miedo. Luego me ahogo, luego duermo. No sé.
Tal vez debería leer más ficción. Tal vez debería proyectar más. Creer. Tener fé en alguna cosa, lo que sea. Creer. Nada más que eso.
viernes, 18 de noviembre de 2011
La gente ciega
Hablan de no saber lo que tienen cuando nunca han hecho ningún esfuerzo por hacerlo. Pasan más tiempo criticando que deduciendo cuanto hay en el fondo. Leen entre líneas y no leen aquello que uno expone de sí mismo.
Dicen que no saben, que los cambios me deterioraron. Yo lo sé; me apena mucho pero me consta. Es mi costo por intentar crecer; nunca he tenido la intención de hacer mal ni a mi ni a nadie más. Pero sólo ven el daño; sólo ven efectos y critican; rompen, calan, destruyen un poquito, poco a poco. Cuando fallo, en el fondo, no he querido y me ha dolido.
Son como los padres que le dicen a sus hijos que si se caen los castigarán. ¿Caerse no es ya castigo? El padre debe levantar, supongo.
Asumen que uno opta por lo fácil. Que uno quiere perderse paso a paso en aquello sin fondo ni forma; que no hay premeditación, que no hay dolores ni ganas de nada. Se olvidan que uno no es programable; me equivoco constante y lamentablemente. Me equivoco y lo seguiré haciendo, porque es normal, natural y terriblemente necesario.
Yo no me casé a los 16 ni a los 20. No he pensado en hacer familia. No pretendo y posiblemente tampoco podría hacerlo bien. Mi vida es otra, otra que lamentablemente no han sabido conocer. Nunca les he escondido nada, pero tampoco han sabido preguntar. Me apena que no sean capaz de abrir los ojos y el corazón; se trata de ser realistas y conscientes. Todos fuimos, somos o seremos jóvenes en algún momento. Tal vez el mundo funciona con políticas, religiones, divisiones socioeconómicas o por género. Tal vez la discriminación en la calle es pan de cada día por pensar diferente, por creer en otra cosa o simplemente creer en nada. Pero uno lo menos que espera es un abrazo que haga entender que, después de todo, el cariño es lo primero.
Eso es lo que duele. Ya no sé con quien estoy hablando mientras ellos no saben de qué hablar.
Dicen que no saben, que los cambios me deterioraron. Yo lo sé; me apena mucho pero me consta. Es mi costo por intentar crecer; nunca he tenido la intención de hacer mal ni a mi ni a nadie más. Pero sólo ven el daño; sólo ven efectos y critican; rompen, calan, destruyen un poquito, poco a poco. Cuando fallo, en el fondo, no he querido y me ha dolido.
Son como los padres que le dicen a sus hijos que si se caen los castigarán. ¿Caerse no es ya castigo? El padre debe levantar, supongo.
Asumen que uno opta por lo fácil. Que uno quiere perderse paso a paso en aquello sin fondo ni forma; que no hay premeditación, que no hay dolores ni ganas de nada. Se olvidan que uno no es programable; me equivoco constante y lamentablemente. Me equivoco y lo seguiré haciendo, porque es normal, natural y terriblemente necesario.
Yo no me casé a los 16 ni a los 20. No he pensado en hacer familia. No pretendo y posiblemente tampoco podría hacerlo bien. Mi vida es otra, otra que lamentablemente no han sabido conocer. Nunca les he escondido nada, pero tampoco han sabido preguntar. Me apena que no sean capaz de abrir los ojos y el corazón; se trata de ser realistas y conscientes. Todos fuimos, somos o seremos jóvenes en algún momento. Tal vez el mundo funciona con políticas, religiones, divisiones socioeconómicas o por género. Tal vez la discriminación en la calle es pan de cada día por pensar diferente, por creer en otra cosa o simplemente creer en nada. Pero uno lo menos que espera es un abrazo que haga entender que, después de todo, el cariño es lo primero.
Eso es lo que duele. Ya no sé con quien estoy hablando mientras ellos no saben de qué hablar.
El futuro
Respiro miedo al futuro de formas distintas, complejas y terribles. Las causas de las soledades se matizan con lo que tengo y lo que soy, y es terrible sentirse tan escaso frente a todo; tan vulnerable siempre y con tan poca estabilidad.
Tal vez consciente de esta inestabilidad es que comienzo a buscar dónde afirmarme para disminuir la velocidad. Consciente de que no puedo hacer las cosas así como así es que me ordeno. Tal vez partir relativamente de nuevo. Se acaba el juego, comienza la vida de verdad. Crecer un poquito para ser más fuerte y sabio para el futuro; un arma de doble filo: sólo se crece en dirección al futuro. Tengo miedo de la poca estabilidad; tal vez por eso escribo, como quien busca concretar algo. Tal vez por eso tanta foto, como quien busca cristalizarlo todo. Tal vez por eso abrazo tanto, como quien quiere atarse con los brazos.
Le tengo miedo al pasado, pero siempre en función del futuro; establezco precarios límites, funcionales pero frágiles, que separan memoria de vida y proyección. Yo sé lo que quise y no quiero hoy. No quiero quererlo mañana. Es complejo comprender como funciona la mente humana; tal vez podría eventualmente haber escogido no ser humano y ser complejo de otras formas. Curiosas ideas que fluyen en el trasnoche, no sé.
No quiero que nada malo vuelva. Quiero dejar pasado atrás; aprenderlo, documentarlo, matarlo. No más.
No quiero que nada malo pase. Quiero que el futuro llegue lento y seguro.
No quiero que las cosas pierdan sus límites.
Una noche más con miedo. Dormiré para que todo se arregle un rato.
Tal vez consciente de esta inestabilidad es que comienzo a buscar dónde afirmarme para disminuir la velocidad. Consciente de que no puedo hacer las cosas así como así es que me ordeno. Tal vez partir relativamente de nuevo. Se acaba el juego, comienza la vida de verdad. Crecer un poquito para ser más fuerte y sabio para el futuro; un arma de doble filo: sólo se crece en dirección al futuro. Tengo miedo de la poca estabilidad; tal vez por eso escribo, como quien busca concretar algo. Tal vez por eso tanta foto, como quien busca cristalizarlo todo. Tal vez por eso abrazo tanto, como quien quiere atarse con los brazos.
Le tengo miedo al pasado, pero siempre en función del futuro; establezco precarios límites, funcionales pero frágiles, que separan memoria de vida y proyección. Yo sé lo que quise y no quiero hoy. No quiero quererlo mañana. Es complejo comprender como funciona la mente humana; tal vez podría eventualmente haber escogido no ser humano y ser complejo de otras formas. Curiosas ideas que fluyen en el trasnoche, no sé.
No quiero que nada malo vuelva. Quiero dejar pasado atrás; aprenderlo, documentarlo, matarlo. No más.
No quiero que nada malo pase. Quiero que el futuro llegue lento y seguro.
No quiero que las cosas pierdan sus límites.
Una noche más con miedo. Dormiré para que todo se arregle un rato.
martes, 15 de noviembre de 2011
Pesos y Pasos.
Uno como buen cristiano debe agradecer todo en la vida. Yo no sé hasta que punto me sienta tan cristiano, así que bueno, puedo darme ciertas libertades y partir rebelándome contra aquellas cosas que tal vez no quiero agradecer, como por ejemplo, los duros golpes que me enseñaron las cosas que sé; no fue que el golpe doliera lo que dolió, sino que pararme costó lo que costó y quizá cuanto más.
Si pudiese decir cosas fugazmente, diría que me hace feliz sentir que crezco. Que me gusta reconocerme detalles que preferí obviar porque no eran lo que yo imaginaba de mi; es difícil explicar esto, pero a ratos me sentí una proyección de alguien más. Ahora no. Nada me une a los recuerdos, y las memorias (que quedan) se quedan ahí y no salen más. Ya no hay caminatas de tarde en tarde que me llenen la cabeza de vacíos insatisfechos y penas redundantes. De a poco las calles toman color y cariño por cuanto alojan; ahora las vitrinas me gustan, así como el sonido de los adoquines sueltos al pisarlos y los perros que descansan donde los pille la flojera.
No quiero referirme a nadie en particular. Sé, me consta, que quien deba leer esto lo leerá y sabrá remotamente a qué me refiero. Se trata de volver a relacionarme con el suelo y el cielo en un equilibrio mejor. Volver a dejar un resto de vida para el futuro y disolver de a poquito la idea de que el presente lo es todo; más control, menos caos, más cuidado. Aprender a llorar de nuevo, darme permiso de sentir o no sentir. Reírme de idioteces y perder la vergüenza a mis ideas y tonteras.
Sé que era necesario un golpe duro para aprender a vivir mejor. Y, como dije anteriormente, son cosas que uno debe agradecer. Pero no voy a agradecer nunca la pena, la soledad y la ansiedad, mucho menos todo lo que provocaron en mi. Ahora que lo sé es tiempo de aprender a caminar dando pasos más seguros; reconocer origen, destinos y la dialéctica bonita que existe entre los pesos de cada paso.
"Entre la Maga y yo crece un cañaveral de
palabras, apenas nos separan unas horas y unas cuadras y ya mi pena se llama
pena, mi amor se llama mi amor... Cada vez iré sintiendo menos y recordando
más, pero qué es el recuerdo sino el idioma de los sentimientos, un diccionario
de caras y días y perfumes que vuelven como los verbos y los adjetivos en el
discurso, adelantándose solapados a la cosa en sí, al presente puro,
entristeciéndonos o aleccionándonos vicariamente hasta que el propio ser se
vuelve vicario, la cara que mira hacia atrás abre grandes los ojos, la verdadera
cara se borra poco a poco como en las viejas fotos y Jano es de golpe cualquiera
de nosotros. (...) Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire,
girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor
con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los
busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe,
igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden
sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden
misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las
verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en
prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser
absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame
entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos."
viernes, 28 de octubre de 2011
De pronto el no poder quedarse dormido lo hunde en recuerdos que lo alejan más y más del sueño. Pone un poco de música. La detiene. Asume que debe dormir y que debe dejar de pensar.
Entonces la noche se hace más larga, como las sombras a eso de las 8 de la tarde, y siente el peso de todo en un minuto. Calcula cuantas horas de sueño le quedan, y es una miseria. Es una pena esto del insomnio, piensa sin dormir ni dejar de escribir. El insomnio se ha hecho más difícil cada día; deja rastros de pena, que como las ojeras, se acomodan donde menos uno las quiere. Las ojeras, eso sí, se presentan a la mañana siguiente. La pena se esconde y se queda.
Es una pena no saber manejar esto de las sensaciones. Los días oscuros ya quedan atrás, pero no sé que quiero conseguir dándole vueltas a asuntos sin nombres ni apellidos; son solo masas de información que se esparraman, crecen, esparcen y ahogan. Y yo ya no floto como antes, esa es la verdad.
Entonces la noche se hace más larga, como las sombras a eso de las 8 de la tarde, y siente el peso de todo en un minuto. Calcula cuantas horas de sueño le quedan, y es una miseria. Es una pena esto del insomnio, piensa sin dormir ni dejar de escribir. El insomnio se ha hecho más difícil cada día; deja rastros de pena, que como las ojeras, se acomodan donde menos uno las quiere. Las ojeras, eso sí, se presentan a la mañana siguiente. La pena se esconde y se queda.
Es una pena no saber manejar esto de las sensaciones. Los días oscuros ya quedan atrás, pero no sé que quiero conseguir dándole vueltas a asuntos sin nombres ni apellidos; son solo masas de información que se esparraman, crecen, esparcen y ahogan. Y yo ya no floto como antes, esa es la verdad.
qué malos recuerdos, por cristo-jesus...-
martes, 18 de octubre de 2011
Bajo las capas.
Después de un tiempo comienza a dar miedo darse nuevas oportunidades. Lo sé, y casi todos lo saben.
Yo no entiendo bien el ir y venir de las cosas; hay días que se me van de las manos y camino más de la cuenta en tramos inútiles sólo para tener algo más que hacer, pensar un poquito más en la arquitectura y la gente y sentir un poco menos. Otros días, en cambio, sólo tengo ganas de sentir un poco más. Y es una pena en verdad. Una pena, porque no es todos los días, porque a veces preferiría comer papas fritas antes de sonreír, o sonreír por comer papas fritas y nada más.
De un tiempo a esta parte me tengo miedo, porque quedarme duele y arrancar me hace mal. No tengo donde meterme cada vez que siento; todas las capas que protegen se van a la mierda y la exposición me asusta. Necesito sentir bien, sentir seguro. Y no se puede experimentar con uno, no se puede apostar tanto y abandonar la mesa antes de saber los resultados. Hay algo que está fallando, lo sé, y a ratos, en momentos de "iluminación", pienso en batallarlo, en llegar a alguna parte y quedarme ahí. Sé que algo así debe ser la solución; necesito raíces que me unan a algo, así como para de pronto creer en todo eso que perdió su veracidad hace un tiempo.
Yo no entiendo bien el ir y venir de las cosas; hay días que se me van de las manos y camino más de la cuenta en tramos inútiles sólo para tener algo más que hacer, pensar un poquito más en la arquitectura y la gente y sentir un poco menos. Otros días, en cambio, sólo tengo ganas de sentir un poco más. Y es una pena en verdad. Una pena, porque no es todos los días, porque a veces preferiría comer papas fritas antes de sonreír, o sonreír por comer papas fritas y nada más.
De un tiempo a esta parte me tengo miedo, porque quedarme duele y arrancar me hace mal. No tengo donde meterme cada vez que siento; todas las capas que protegen se van a la mierda y la exposición me asusta. Necesito sentir bien, sentir seguro. Y no se puede experimentar con uno, no se puede apostar tanto y abandonar la mesa antes de saber los resultados. Hay algo que está fallando, lo sé, y a ratos, en momentos de "iluminación", pienso en batallarlo, en llegar a alguna parte y quedarme ahí. Sé que algo así debe ser la solución; necesito raíces que me unan a algo, así como para de pronto creer en todo eso que perdió su veracidad hace un tiempo.
martes, 11 de octubre de 2011
Si alguien pregunta, yo le digo que bien. Porque se está bien; no es mentir ni inventar, pero tampoco resumir.
La cosa es dejar de desmenuzar; ya no va bien el estructurar piezas o dividir el todo en astillas. Las piezas son unidades de medida casi imaginaria al final; es como tener la concepción de las horas más desarrolladas que la de "día", y hablar de horas malas exige un desgaste que se puede resumir en un mil veces mejor "día malo", "día bueno" o uno más o menos. No digo que las malas horas no existen, pero por algo los calendarios se reparten en días.
Es tiempo de simplificar. Si quiero hacer las cosas bien, partamos por la base. El resto es evitar ciertas conductas; dejar de lado el masoquismo y las conductas pseudo-suicidas que sólo conducen a relatos dramáticos que uno piensa/sueña que tarde o temprano se venderán como novelitas de ficción o cine experimental.
La cosa es dejar de desmenuzar; ya no va bien el estructurar piezas o dividir el todo en astillas. Las piezas son unidades de medida casi imaginaria al final; es como tener la concepción de las horas más desarrolladas que la de "día", y hablar de horas malas exige un desgaste que se puede resumir en un mil veces mejor "día malo", "día bueno" o uno más o menos. No digo que las malas horas no existen, pero por algo los calendarios se reparten en días.
Es tiempo de simplificar. Si quiero hacer las cosas bien, partamos por la base. El resto es evitar ciertas conductas; dejar de lado el masoquismo y las conductas pseudo-suicidas que sólo conducen a relatos dramáticos que uno piensa/sueña que tarde o temprano se venderán como novelitas de ficción o cine experimental.
jueves, 29 de septiembre de 2011
Yo no quería las cosas fueran como fueron, pero las cosas son y punto. Puedo decir, en mi defensa, que yo no entendía las cosas y me dedicaba a vivir sin más, acumulando todo lo residual y guardándolo en una parte donde todo quedaba bellamente acomodado. Pero de pronto todo se fue a la mierda, y no era mi culpa. Si era culpa del resto, del mundo, de quienes complicaban las cosas, de quienes se iban y de quienes llegaban. Porque ya nada calzaba, todo se desteñía, nada coincidía. El desorden no mata ni destruye, pero con el paso del tiempo termina enterrando todo en partes que se pierden y se entierran en otras partes que se pierden e, igualmente, se entierran.
Yo no tengo la culpa. Yo quería creer que podía crecer y ser alguna cosa buena. Yo quería ver el mundo de otra forma, desde arriba pero sin mirar para abajo. Pero la vida es compleja (no dificil: hay quienes son diestros en el arte del vivir sin tener ni conciencia de ello). Yo me reparto ahora entre las opciones que van quedando, y con el paso de los días me ahogo un tanto más. El agua no deja de subir, el aire no deja de correr [lejos]. "Hay que esperar", dice la gente. Hay que esperar porque las cosas mejoran solas, dicen también. Y yo no sé, o puede que me haya aburrido de esperar por nada.-
Yo no tengo la culpa. Yo quería creer que podía crecer y ser alguna cosa buena. Yo quería ver el mundo de otra forma, desde arriba pero sin mirar para abajo. Pero la vida es compleja (no dificil: hay quienes son diestros en el arte del vivir sin tener ni conciencia de ello). Yo me reparto ahora entre las opciones que van quedando, y con el paso de los días me ahogo un tanto más. El agua no deja de subir, el aire no deja de correr [lejos]. "Hay que esperar", dice la gente. Hay que esperar porque las cosas mejoran solas, dicen también. Y yo no sé, o puede que me haya aburrido de esperar por nada.-
jueves, 22 de septiembre de 2011
Como ya he dicho, sea en la vida cotidiana, sea en el ámbito laboral, compartir con los demás no es mi ideal de vida. Tal vez sea una perogrullada, pero el mundo es lo que es porque en él hay gente de todo tipo. Los demás tienen sus valores y llevan una vida conforme a esos valores. Yo también tengo los míos y vivo conforme a ellos. Las diferencias generan pequeños roces cotidianos y, a veces, la combinación de varios de esos roces se transforma en un gran malentendido. Como consecuencia de ello, se reciben a veces críticas infundadas. Y es evidente que no es agradable que te malinterpreten o que te critiquen. Te puedes sentir profundamente herido. Es una experiencia muy dura.
Sin embargo, a medida que uno acumula años, poco a poco va adquiriendo conciencia de que esas heridas y esa dureza son, en cierta medida, necesarias para la vida. Si se piensa con detenimiento, es precisamente porque somos muy distintos unos de otros por lo que conseguimos ponernos en marcha y perdurar como seres independientes. En mi caso gracias a que todos somos muy distintos, puedo seguir escribiendo novelas. Puedo seguir escribiendo mis particulares historias porque, ante un mismo paisaje, capto aspectos distintos de los que captaría otra persona, y porque siento las cosas distintas o elijo palabras diferentes a las que otro sentiría o elegiría. Con eso se produce también una situación inusual, y es que un número nada despreciable de personas toma en sus manos esas historias y las lee. Que yo sea yo y no otra persona, es para mi uno de mis más preciados bienes. Las heridas incurables que reciba el corazón son las contraprestación natural que las personas tienen que pagar al mundo por su independencia.
De que hablo cuando hablo de Correr, Haruki Murakami.
Sin embargo, a medida que uno acumula años, poco a poco va adquiriendo conciencia de que esas heridas y esa dureza son, en cierta medida, necesarias para la vida. Si se piensa con detenimiento, es precisamente porque somos muy distintos unos de otros por lo que conseguimos ponernos en marcha y perdurar como seres independientes. En mi caso gracias a que todos somos muy distintos, puedo seguir escribiendo novelas. Puedo seguir escribiendo mis particulares historias porque, ante un mismo paisaje, capto aspectos distintos de los que captaría otra persona, y porque siento las cosas distintas o elijo palabras diferentes a las que otro sentiría o elegiría. Con eso se produce también una situación inusual, y es que un número nada despreciable de personas toma en sus manos esas historias y las lee. Que yo sea yo y no otra persona, es para mi uno de mis más preciados bienes. Las heridas incurables que reciba el corazón son las contraprestación natural que las personas tienen que pagar al mundo por su independencia.
De que hablo cuando hablo de Correr, Haruki Murakami.
domingo, 11 de septiembre de 2011
miércoles, 31 de agosto de 2011
No sé por qué el afán de indagar y sumergirse buscando sentir una realidad que se esconde en el subsuelo de la realidad. No sé si se entiende la idea; tomar objetos de la realidad, situaciones o canciones y concentrarse en proyectarse en estos objetos hasta que de pronto estallan. Ahora ries, lloras, qué se yo. Ya no son iguales, ya no son los mismos.
No sé, a veces vivir así nomas, y no tomar nada de la realidad, caminarla y dejarla intacta. Mirar y jamás nunca enamorarse de nada; conocer sin involucrarse, consumir sin nutrirse. Ser como el lente de una cámara; un prisma, un foco, nada más; el registro no es lo mio, que se yo. Alejar todo de la memoria.
Tal vez hay cosas que nunca deberían tocar las fibras nuestras; cosas que nunca debieron dejarse entrar. Ahora son virus, letales, y se multiplican e infectan. Eliminan.
La realidad superficial puede ser bella sin complejizarla; tal vez proyectar menos sea la solución. Limitarse al encuadre y dejar el registro de lado; la escencia de las cosas en lo instantaneo, no sé. Tengo la cabeza en muchas partes, y el corazón en ninguna. Es una pena todo, pero seguramente hay alguna razón. Y no voy a proyectar nada en nada ni nadie, tal vez, porque puede ser mejor, porque las cosas se desgastan naturalmente y tal vez es siempre mejor dejar todo en manos del tiempo, y que pase, que fluya, con todo, y luego de pronto tener respuestas, motivos y demases; posiblemente sonreír o llorar, pero reaccionar. Recibir los estímulos, avanzar y llegar a alguna parte.
Quiero leer algo así como a Loriga o Cortazar.
lunes, 29 de agosto de 2011
El sentido de las cosas.
La verdad es que al final la vida me parece un rompecabezas terrible, porque después de todo las piezas se entregan con desface. Da lo mismo la cantidad y porte de las partes si al final sólo hay comprensión cuando existe un todo.
Tal vez podría, como mucha gente, descansar en el invertir a futuro, sembrando lo que se espera cosechar y todas esas cosas que dicen que se hacen para progresar y crecer. Pero ¿hasta cuando dura eso? ¿dónde está el punto en que todo se detiene? No sé cuanto quiera crecer, no sé tampoco cuanto espere aprender de las cosas; no estoy entendiendo el flujo de las partes y de pronto la totalidad me arrebata cualquier atisbo de comprensión. En volá me falta el peso de la edad para comprender; en volá es eso y que en verdad esperé tanto de las cosas que ya no me quedan ganas de esperar.
No quiero invertir mal mi tiempo en pensar más de la cuenta, pero mucho menos sé en qué invertirlo. Y es terrible enfrentarse a decisiones sin saber a qué se espera llegar, y vagar constantemente, y no saber, e intentar hasta descubrir que no, que no es el norte, que no es el foco, que te perdiste y que hay que volver a quien sabe que punto para empezar de nuevo, aterrado y errando porque es humano e inevitable.
Yo creo que tal vez tiene que ver con la fé, porque la gente que cree en algo sólo espera. Yo no puedo esperar; no puedo seguir dando pasos porque sí, porque al final qué sentido tiene buscar si mientras más indago más me pierdo.
Tal vez podría, como mucha gente, descansar en el invertir a futuro, sembrando lo que se espera cosechar y todas esas cosas que dicen que se hacen para progresar y crecer. Pero ¿hasta cuando dura eso? ¿dónde está el punto en que todo se detiene? No sé cuanto quiera crecer, no sé tampoco cuanto espere aprender de las cosas; no estoy entendiendo el flujo de las partes y de pronto la totalidad me arrebata cualquier atisbo de comprensión. En volá me falta el peso de la edad para comprender; en volá es eso y que en verdad esperé tanto de las cosas que ya no me quedan ganas de esperar.
No quiero invertir mal mi tiempo en pensar más de la cuenta, pero mucho menos sé en qué invertirlo. Y es terrible enfrentarse a decisiones sin saber a qué se espera llegar, y vagar constantemente, y no saber, e intentar hasta descubrir que no, que no es el norte, que no es el foco, que te perdiste y que hay que volver a quien sabe que punto para empezar de nuevo, aterrado y errando porque es humano e inevitable.
Yo creo que tal vez tiene que ver con la fé, porque la gente que cree en algo sólo espera. Yo no puedo esperar; no puedo seguir dando pasos porque sí, porque al final qué sentido tiene buscar si mientras más indago más me pierdo.
viernes, 12 de agosto de 2011
No recordar.
Hace unos días, haciendo una gestión de lo más mundana, pasé por una calle que siempre transito en actividades mundanas y con música indefinida (puede ser el Guincho, puede ser Soulwax, no importa). Había sol, harto. Y no sé si les pasa... a mi al menos me pasa... que cada clima tiene un olor diferente... O tal vez no es el clima en sí, pero como que sólo en ciertos climas aparecen ciertos aromas. Bueno, el punto es que determinado clima me trajo un aroma, y ese aroma un recuerdo. Y fue terrible.
Fue terrible, porque de pronto todo lo que se intentó fue un aderezo absurdo para complementar un terrible paso del tiempo que se cargaba con las esperanzas de olvidar. Fue terrible, porque no quería recordar que, alguna vez, sintiendo ese olor, bajé del metro corriendo, y busqué a alguien que me esperaba con un beso.
Son cosas que pasan, es cierto, pero no quería recordarlas. Prefiero recordar lo malo, no por masoquismo, sino por obtener distancias adecuadas. Ya no estoy para juegos simplemente porque no estoy para nada. Quiero tiempo y disfruto de él. A veces quiero sol, pero sin recuerdos, y a veces me pongo chaqueta y salgo a caminar en la lluvia porque quiero y disfruto de ella, y está limpia de recuerdos, y es lo mejor.
Pero el sol, ese sol y ese aroma se traen consigo todo aquello que se intentó esconder bajo tanta cicatriz. Yo no estoy para eso, no estoy para recordar ni para sentir de esa forma; más que mal los sentimientos en ecuaciones como esta tienden a sobrar.
martes, 26 de julio de 2011
El problema fundamental es que muy posiblemente no sea ni la mitad de lo que fui alguna vez sólo por susto. No he leído nada que me llene, porque cuando cada frase se me aproxima prefiero detenerme. No he visto ninguna película que llegue a remecerme ni remótamente. Al mismo tiempo, tengo la terrible sensación de no saber que decir cuando me preguntan "¿qué haz hecho?". No tengo idea, esa es la verdad. No tengo idea, no me acuerdo, nada. Siempre tengo sueño porque dormir es una excusa bonita y contraproducente. Siempre bailo, porque da lo mismo si en verdad uno está mal; sonará una canción que serán 4 minutos de recapitulación de una pena mal desarrollada para seguir con 3 horas de placebos. Ya no pasará nada, y funciona tan bien que si alguien me pregunta que qué he hecho estos días le diré eso. No tengo idea, no me acuerdo, nada.
Algunas personas no me entienden; piensan de pronto que la evasión es el fin de algo, cuando en verdad es un terrible y contínuo medio que posiblemente me lleve a ninguna parte.
Algunas personas no me entienden; piensan de pronto que la evasión es el fin de algo, cuando en verdad es un terrible y contínuo medio que posiblemente me lleve a ninguna parte.
Los miedos son cada vez más abstractos. No sé como explicar que todo tiene cada vez menos sentido. Pero vamos por más caos, vamos por más, en una de esas descubro algo, encuentro un dónde, cuando, cómo o quien. Estoy muerto de miedo, pero no voy a hacer nada. Me aburrí de hacer cosas. Tarde o temprano todo se va; mucho se ha ido, es cosa de tiempo.
Ya no quiero más sin sentido, pero incluso darle vueltas a esta situación parece inútil.
Ya no quiero más sin sentido, pero incluso darle vueltas a esta situación parece inútil.
miércoles, 20 de julio de 2011
lunes, 18 de julio de 2011
La fuerza de la costumbre
Vamos a decir que no corresponde, pero aun así recaigo en errores que me carcomen las ganas de tener un objetivo claro.
Severa tendencia a la inestabilidad que a la larga se torna autodestructora, fuck off.
Severa tendencia a la inestabilidad que a la larga se torna autodestructora, fuck off.
sábado, 16 de julio de 2011
16-7
"Yo sé que le quiero como a nadie porque a él le aguantaría todo".
Tuve una conversación hoy con la amiga de una amiga y terminó una historia con algo así. Sé que no es eso precisamente, me consta, pero en el fondo el sentido es ese.
Aun cuando esta noche fue diferente a todas mis noches, fue perfecta. Me gusta la lluvia, el mar y la compañía. Comí bien, bebí lo justo y necesario y bailé. Es extraña esta sensación; ausencia de tensión capitalina tal vez. Ya no tengo que volver a casa con un largo viaje, ya no tengo nada que esquivar ni recordar. Pero sé que no es eso.
Ella, la amiga de mi amiga, bailaba cuando él llegó. Se saludaron y todo siguió normal. Bailaron ambos por su cuenta; bebieron por su cuenta, rieron por su cuenta. Ella estaba casi ciega por cosas de la vida; por momentos como que preguntaba que era precisamente lo que pasaba a la distancia...
Al final de la fiesta, ella se despidió de él. Le dio un abrazo y un beso en la mejilla para luego dirigirse a la puerta. Algo comentó, no recuerdo o no escuché que, pero pronto volvió a la pista de baile. Lo tomó, le dijo algo, le dio un sutil beso y volvió con nosotros para dejar el local.
"Lo corroboré" dijo al llegar al auto: "Aun hay mariposas".
No sé si eso fue lo bonito de la noche. No ocurrió tanto, pero es suficiente. Soy feliz de una forma bonita; quiero que todos estén bien, aun la gente que ya no está a mi lado. Nunca he sido de desear mal a nadie, y esta noche me siento feliz por ello; me siento liviano.
Tuve una conversación hoy con la amiga de una amiga y terminó una historia con algo así. Sé que no es eso precisamente, me consta, pero en el fondo el sentido es ese.
Aun cuando esta noche fue diferente a todas mis noches, fue perfecta. Me gusta la lluvia, el mar y la compañía. Comí bien, bebí lo justo y necesario y bailé. Es extraña esta sensación; ausencia de tensión capitalina tal vez. Ya no tengo que volver a casa con un largo viaje, ya no tengo nada que esquivar ni recordar. Pero sé que no es eso.
Ella, la amiga de mi amiga, bailaba cuando él llegó. Se saludaron y todo siguió normal. Bailaron ambos por su cuenta; bebieron por su cuenta, rieron por su cuenta. Ella estaba casi ciega por cosas de la vida; por momentos como que preguntaba que era precisamente lo que pasaba a la distancia...
Al final de la fiesta, ella se despidió de él. Le dio un abrazo y un beso en la mejilla para luego dirigirse a la puerta. Algo comentó, no recuerdo o no escuché que, pero pronto volvió a la pista de baile. Lo tomó, le dijo algo, le dio un sutil beso y volvió con nosotros para dejar el local.
"Lo corroboré" dijo al llegar al auto: "Aun hay mariposas".
No sé si eso fue lo bonito de la noche. No ocurrió tanto, pero es suficiente. Soy feliz de una forma bonita; quiero que todos estén bien, aun la gente que ya no está a mi lado. Nunca he sido de desear mal a nadie, y esta noche me siento feliz por ello; me siento liviano.
lunes, 4 de julio de 2011
Sería bueno...
Sería bueno que cierta gente pasara por acá a mirar y llegase a comprender que hay un montón de cosas que no comprendo. Sé que decir "sorry, soy absolutamente inseguro" no cambia todas las seguridades que uno puede aparentar, pero la verdad es que es así no más.
No saber lo suficiente de mi es un problema, pero más problema es el tener que ir conociéndome en base a las configuraciones posibles con tercer@s.
Es una pena tener que admitir que gran parte del daño está hecho, y más pena aun saber que a veces hay que llegar tan lejos para conocerse a si mismo. Lo digo en serio, me pasó ya; han llegado lejos conmigo para conocerse. Tal vez por eso ya no duele; porque de alguna forma había que entender que finalmente cada uno carga con sus pesares; yo tengo los míos, y así sucesivamente con todos quienes me rodéan.
No pido que cierta gente que podría pasar por acá tuviese que perdonarme ni entenderme, porque todo ese rechazo que se genera hacia afuera también se genera hacia adentro. Me sé absolutamente fragmentado, absolutamente roto, pero sé que después de todo lo que menos pretendo es generar daño; quiero tener la conciencia tranquila, pero la verdad es que a cada paso me pierdo y arrastro.
Sería bueno que algunas personas comprendieran, que leyeran más entre lineas y que juzgaran un poco menos. Sería bueno, porque la verdad no hay nada más terrible que tener que dañar a todos los que quieres para encontrarte reconocerte un poco más y ver que estás sacando afuera, de una u otra forma, lo peor de ti.
No saber lo suficiente de mi es un problema, pero más problema es el tener que ir conociéndome en base a las configuraciones posibles con tercer@s.
Es una pena tener que admitir que gran parte del daño está hecho, y más pena aun saber que a veces hay que llegar tan lejos para conocerse a si mismo. Lo digo en serio, me pasó ya; han llegado lejos conmigo para conocerse. Tal vez por eso ya no duele; porque de alguna forma había que entender que finalmente cada uno carga con sus pesares; yo tengo los míos, y así sucesivamente con todos quienes me rodéan.
No pido que cierta gente que podría pasar por acá tuviese que perdonarme ni entenderme, porque todo ese rechazo que se genera hacia afuera también se genera hacia adentro. Me sé absolutamente fragmentado, absolutamente roto, pero sé que después de todo lo que menos pretendo es generar daño; quiero tener la conciencia tranquila, pero la verdad es que a cada paso me pierdo y arrastro.
Sería bueno que algunas personas comprendieran, que leyeran más entre lineas y que juzgaran un poco menos. Sería bueno, porque la verdad no hay nada más terrible que tener que dañar a todos los que quieres para encontrarte reconocerte un poco más y ver que estás sacando afuera, de una u otra forma, lo peor de ti.
domingo, 3 de julio de 2011
Acaba de sonar una bala en alguna parte, pero nadie escucha una bala a estas horas. Las balas de las 5:13 son bidireccionales; hay origen, hay destino y nadie más.
Me acordé automáticamente de un texto que leí alguna vez, que hablaba de que el fin de semana nadie le hacía el quite a una bala; en el fondo todos buscan un disparo, o bien, disparar. El fin de semana da para mucho, pero hoy me voy a limitar a escribir, porque no sé que cresta sucede y es mejor dejar que el mundo avance, no detenerlo así como así.
Me siento profundamente joven; aun más de lo que me gustaría. Pero esta noche cargo con el peso terrible de sentir que se llevaron lo mejor de mi; que ya nada va a ser igual aun cuando me esfuerce por ello. El problema es que estoy concibiendo la vida de manera acotada; mi vida no llega a ser tal, sino más bien un conjunto de fragmentos que se sincronizan para hacerme respirar. Un montón de momentos ordenados; un test de lo que podría haber sido otro día, en otra vida, en otro lugar. Y el punto clave en esta situación es que siento que si todo lo vivido ya ha sido el fragmento que me tocaba, es una real pena. Es una real pena, porque noches como esta me matan las ganas de volver a querer como antes.
Es una pena verse envuelto en situaciones que ameriten un melodramático "yo no merezco esto". Es una pena, porque al final realmente uno está seguro de no merecerlo; yo hacía las cosas bien, cumplía y quería. ¿Qué de todo fue lo que no hice?
Me asaltó la duda hoy, en un momento cualquiera, acerca de lo que sucede cuando dos personas solitarias se encuentran; ¿Se acompañan realmente?
La juventud se me va de las manos; no tengo idea de nada...
Me acordé automáticamente de un texto que leí alguna vez, que hablaba de que el fin de semana nadie le hacía el quite a una bala; en el fondo todos buscan un disparo, o bien, disparar. El fin de semana da para mucho, pero hoy me voy a limitar a escribir, porque no sé que cresta sucede y es mejor dejar que el mundo avance, no detenerlo así como así.
Me siento profundamente joven; aun más de lo que me gustaría. Pero esta noche cargo con el peso terrible de sentir que se llevaron lo mejor de mi; que ya nada va a ser igual aun cuando me esfuerce por ello. El problema es que estoy concibiendo la vida de manera acotada; mi vida no llega a ser tal, sino más bien un conjunto de fragmentos que se sincronizan para hacerme respirar. Un montón de momentos ordenados; un test de lo que podría haber sido otro día, en otra vida, en otro lugar. Y el punto clave en esta situación es que siento que si todo lo vivido ya ha sido el fragmento que me tocaba, es una real pena. Es una real pena, porque noches como esta me matan las ganas de volver a querer como antes.
Es una pena verse envuelto en situaciones que ameriten un melodramático "yo no merezco esto". Es una pena, porque al final realmente uno está seguro de no merecerlo; yo hacía las cosas bien, cumplía y quería. ¿Qué de todo fue lo que no hice?
Me asaltó la duda hoy, en un momento cualquiera, acerca de lo que sucede cuando dos personas solitarias se encuentran; ¿Se acompañan realmente?
La juventud se me va de las manos; no tengo idea de nada...
lunes, 27 de junio de 2011
La constelación de las cosas que a nadie le importa.
No hay más kilómetros por pretender. La suerte está echada; yo me perdí, e independiente del camino que siga lo que resta es sólo relleno.
Quiero creer que todo es bueno. Quiero creer que la vida entregará un sentido, pero me volqué en lo que soy ahora, y estoy en la calle. Es de noche, hace frío y todo es perfecto. Esquivar peligros aparentes y ver el mundo desde otro ángulo; ese donde no hay nadie, sólo yo. Con suerte sonará una alarma. Con suerte sonará una carcajada muy a lo lejos. Nada más.
La noche ya no me sorprenderá. No hay vuelta.
Esa es la terrible constancia de que me perdí; veo cada amanecer con ojos diferentes, y duermo, y despierto, y el mundo es una resaca que me da miedo enfrentar.
viernes, 24 de junio de 2011
martes, 21 de junio de 2011
Ojala se mueran las esperanzas y se imponga la realidad. Eso pienso ahora. Y tal vez eliminar la cobardía no sea tomar el teléfono y llamar, por el contrario, es no dar espacio a la posibilidad. Al final el corazón es uno; no hay alma ni razón que cambie las formas de comprender la vida misma. Y yo siempre seré un rival, el peor, el malo, el reflejo de un mundo terrible por conocer.
miércoles, 15 de junio de 2011
Tengo a mi lado un libro de Ray Loriga, que no quiero abrir en este momento porque sé que encontraré contenido citable, que evidentemente me hará mierda.
Estoy decepcionado de tantas cosas, desencantado y todas las volás parecidas. Me desmotivo con facilidad. Ojala otras cosas fuesen tan fáciles como desmotivarme. Ojala.
Estoy decepcionado de tantas cosas, desencantado y todas las volás parecidas. Me desmotivo con facilidad. Ojala otras cosas fuesen tan fáciles como desmotivarme. Ojala.
Estoy cada vez más lejos; debería cortar todos los hilos; caer en alguna parte y volver a despegar.
martes, 14 de junio de 2011
Tengo miedo de lo que vaya a suceder. Es una webá tan terrible esto de salir de tu casa a conciencia de que vas a perderte.
A veces supongo que el frío ayuda a que las cosas bajen sus revoluciones, y a que las calles vayan en cámara lenta aunque uno quiera correrlas. Las noches suelen ser frías y largas en otoño-invierno; dan para tanto recorrido, tanta vuelta, tanto destino. Constantemente me pregunto si volverán las noches normales, en que no me interrumpan la fiesta preguntando si creo en el amor, o interceptándome en un puente con una historia triste y una botella de Vodka. Me gustaban las luces, recuerdo, porque tenían mucho que iluminar. Hoy da lo mismo todo; no todo todo en verdad, pero la mayoría de las cosas. Y tengo tanto, tanto miedo, de chocar con la realidad. Sé que de día tengo mucho que hacer; estoy consciente de que las cosas nunca llegarán de día porque de día todo es rápido y denso. Tengo miedo, porque sé que una de estas noches voy a terminar por entender que debería hacer y estar haciendo desde hace tiempo. Tengo miedo, porque estoy tan seguro de todo que finalmente desconozco hasta donde puedo llegar buscando respuestas.
En la noche mi casa está más lejos que nunca.
A veces supongo que el frío ayuda a que las cosas bajen sus revoluciones, y a que las calles vayan en cámara lenta aunque uno quiera correrlas. Las noches suelen ser frías y largas en otoño-invierno; dan para tanto recorrido, tanta vuelta, tanto destino. Constantemente me pregunto si volverán las noches normales, en que no me interrumpan la fiesta preguntando si creo en el amor, o interceptándome en un puente con una historia triste y una botella de Vodka. Me gustaban las luces, recuerdo, porque tenían mucho que iluminar. Hoy da lo mismo todo; no todo todo en verdad, pero la mayoría de las cosas. Y tengo tanto, tanto miedo, de chocar con la realidad. Sé que de día tengo mucho que hacer; estoy consciente de que las cosas nunca llegarán de día porque de día todo es rápido y denso. Tengo miedo, porque sé que una de estas noches voy a terminar por entender que debería hacer y estar haciendo desde hace tiempo. Tengo miedo, porque estoy tan seguro de todo que finalmente desconozco hasta donde puedo llegar buscando respuestas.
En la noche mi casa está más lejos que nunca.
lunes, 13 de junio de 2011
Hasta la muerte
A pesar de que tenía una extraña fijación por todo lo que simbolizaba la muerte o el paso del tiempo, le quería. Aunque es posible que no sea "a pesar de", sino que "a causa de". No recuerdo bien la sucesión de los hechos; son esas cosas que uno dejó de pensar y que de pronto se volvieron confusas, no sé si les pasa. A mi sí.
El punto es que tenía esa fijación; era como si le gustara ver el mundo desde abajo, o desde lejos, o desde fuera. Pensaba las cosas como nadie, y esto no por sobreanalizarlo todo, sino por las constantes crisis a las que derivaba.
Recuerdo que me hablaba mucho de la soledad. Yo creí ser un héroe al caer en su vida de improviso; yo creía estar más cerca que nadie, más dentro que ninguno, y al mismo tiempo, tan fuera del mundo como para vivir juntos en uno paralelo.
A veces lloraba, cosa que me rompía el corazón y a la vez me causaba cierto placer; lamento el dejo de egoísmo, pero estar ahí, abrazándole e intentando secar y calmar sus lágrimas, me hacía sentir el hombre más funcional del mundo. Nunca le iba a faltar; nunca iban a faltar lágrimas y nunca faltaría yo. Aunque claro, estas cosas las pienso ahora así; antes sólo debía estar por cosas de la vida o del amor o de lo que haya sido.
Las cosas nunca iban a ser perfectas. Siempre lo supe; sabía que tarde o temprano todos los esfuerzos serian vanos, y que alguna crisis lograría hacerme ver como innecesario o peligroso. Al mismo tiempo, imaginaba dramas terribles, y generaba en mi mente una serie de frases dramáticas para decir en las que esperaba de respuestas ciertos clichés. Tal vez fue eso lo que me impulsó a preguntarle aquella noche "¿Me quieres como para seguir adelante? ¿Me quieres?". Uno siempre espera que las cosas resulten dramáticas, sobre todo luego de que me solucionara la vida con un abrazo más de una vez.
Esa noche yo esperaba un abrazo de nuevo. Esperaba bailar y sonreir y tirar sintiendo que el mundo sería perfecto por siempre o hasta la próxima crisis. Yo era el héroe; se supone que salvaría la noche. Pero fallé; error de cálculo con caída en picada. Jamás imaginé que no me querría lo suficiente; del mismo modo, jamás me sentí más inconexo: yo había entregado mucho, ¿Dónde estaba la recompensa?
Que ganas de haberle golpeado hasta que me quisiera. Que ganas de haberle demostrado que me quería tanto como yo le quería; que no estaba viendo las cosas con claridad, porque yo le quería tanto como para salirnos nuevamente del mundo y eliminar la crisis con un abrazo. Era imposible que se acabara todo esa noche. No podían romperme el corazón despues de tanto...
Tenía una extraña fijación con la muerte y el paso del tiempo. Le gustaban las bandas cuyos vocalistas se habían suicidado y amaba la ciudad con más alta tasa de suicidio juvenil. Una vez me dijo que estaba comprobado científicamente que no nos querríamos más de 4 años porque esa era la duración máxima del amor. Y es una pena, porque yo siempre he temido al paso del tiempo; siempre le he tenido pánico a crecer por fuera.
Ahora creo que siempre quiso que murieramos también en un sentido muy figurado; siempre quiso tener una referencia pasada; un antecedente. Yo era (soy?) el antecedente, aunque tal vez no le cuente a nadie que yo existí. He llegado a creer que nunca me quiso tanto como lo mucho que quería quererme para completar su mundo lejano un poco más; he llegado a sentir que siempre me usó como medio para agregarle emoción a su vida.
En una de esas lo mejor sería asumir que todo fue mentira; en una de esas mis 2 o 3 años restantes se acaban mañana mismo.
El punto es que tenía esa fijación; era como si le gustara ver el mundo desde abajo, o desde lejos, o desde fuera. Pensaba las cosas como nadie, y esto no por sobreanalizarlo todo, sino por las constantes crisis a las que derivaba.
Recuerdo que me hablaba mucho de la soledad. Yo creí ser un héroe al caer en su vida de improviso; yo creía estar más cerca que nadie, más dentro que ninguno, y al mismo tiempo, tan fuera del mundo como para vivir juntos en uno paralelo.
A veces lloraba, cosa que me rompía el corazón y a la vez me causaba cierto placer; lamento el dejo de egoísmo, pero estar ahí, abrazándole e intentando secar y calmar sus lágrimas, me hacía sentir el hombre más funcional del mundo. Nunca le iba a faltar; nunca iban a faltar lágrimas y nunca faltaría yo. Aunque claro, estas cosas las pienso ahora así; antes sólo debía estar por cosas de la vida o del amor o de lo que haya sido.
Las cosas nunca iban a ser perfectas. Siempre lo supe; sabía que tarde o temprano todos los esfuerzos serian vanos, y que alguna crisis lograría hacerme ver como innecesario o peligroso. Al mismo tiempo, imaginaba dramas terribles, y generaba en mi mente una serie de frases dramáticas para decir en las que esperaba de respuestas ciertos clichés. Tal vez fue eso lo que me impulsó a preguntarle aquella noche "¿Me quieres como para seguir adelante? ¿Me quieres?". Uno siempre espera que las cosas resulten dramáticas, sobre todo luego de que me solucionara la vida con un abrazo más de una vez.
Esa noche yo esperaba un abrazo de nuevo. Esperaba bailar y sonreir y tirar sintiendo que el mundo sería perfecto por siempre o hasta la próxima crisis. Yo era el héroe; se supone que salvaría la noche. Pero fallé; error de cálculo con caída en picada. Jamás imaginé que no me querría lo suficiente; del mismo modo, jamás me sentí más inconexo: yo había entregado mucho, ¿Dónde estaba la recompensa?
Que ganas de haberle golpeado hasta que me quisiera. Que ganas de haberle demostrado que me quería tanto como yo le quería; que no estaba viendo las cosas con claridad, porque yo le quería tanto como para salirnos nuevamente del mundo y eliminar la crisis con un abrazo. Era imposible que se acabara todo esa noche. No podían romperme el corazón despues de tanto...
Tenía una extraña fijación con la muerte y el paso del tiempo. Le gustaban las bandas cuyos vocalistas se habían suicidado y amaba la ciudad con más alta tasa de suicidio juvenil. Una vez me dijo que estaba comprobado científicamente que no nos querríamos más de 4 años porque esa era la duración máxima del amor. Y es una pena, porque yo siempre he temido al paso del tiempo; siempre le he tenido pánico a crecer por fuera.
Ahora creo que siempre quiso que murieramos también en un sentido muy figurado; siempre quiso tener una referencia pasada; un antecedente. Yo era (soy?) el antecedente, aunque tal vez no le cuente a nadie que yo existí. He llegado a creer que nunca me quiso tanto como lo mucho que quería quererme para completar su mundo lejano un poco más; he llegado a sentir que siempre me usó como medio para agregarle emoción a su vida.
En una de esas lo mejor sería asumir que todo fue mentira; en una de esas mis 2 o 3 años restantes se acaban mañana mismo.
Tiene que ver con
El resumen de algo.
sábado, 11 de junio de 2011
Time to pretend
Es tiempo ya de dejar todo atrás, al final hay un montón de cosas que no van a suceder que se suman a todo lo que ya sucedió. Estoy perdiendo el tiempo; necesito recuperarme a mi mismo antes de recuperar cualquier otra cosa.
Porque estoy perdido, pero perdido de otra forma. Conozco los lugares que recorro. Tengo perfectos mapas de todo cuanto conozco. Mi problema va por otra parte; ¿A donde me lleva este mapa? No hay donde llegar. No hay fin preciso, y al final todo el caminar no es andar sino vagar, y llegará el momento en que me canse, y no quedará nada por hacer.
Tengo de verdad muchas ganas de ir a Valdivia. No sé que encuentre allá, pero tengo la sensación de que algo voy a encontrar allá.
miércoles, 8 de junio de 2011
Hay un vacío que no corresponde. Se expande en los días nublados, pero no tiene que ver con el día en si mismo sino por la carga de las nubes; hace un año, las nubes eran otra cosa.
Siento que de a poco pierdo todo. Siento que de a poco se desintegra hasta el más mínimo sentido de lo que era la realidad; ahora respiro miedos varios. Ya no miro a los ojos ni canto las canciones que ensayaba para el día en que alguien me importara de verdad.
Sé que no corresponde pedir nada a estas alturas, pero hey, no me puedo seguir perdiendo. Sé que no debería importarle a nadie, pero quiero que importe, por una vez, cuanto extraño todo. Puedo hacer y mejorar muchas cosas por mi mismo, pero hay otras que no voy a entender hasta que logre un mínimo de seguridad. Se me escapa de las manos esto del estar contento porque sí; termino coleccionando malestares que ignoro hasta que se acumulan tantos que se transforman en inevitables.
Es curioso, porque la pena ya no tiene sustantivos propios. Siempre soy yo, siempre es en primera persona.
Necesito respuestas; creo que ya casi colecciono las preguntas.
domingo, 5 de junio de 2011
Debería estudiar, y no ponerme a pensar en las cosas que pasaron y las que no. Debería leer, porque hay mucho que leer y poco que hacer en referencia a otras cosas; las cartas quedaron tiradas en alguna mesa de por ahí, y yo también quedé en alguna parte de la que a ratos supongo que me libro.
Tengo pena la verdad, porque sé que todos mis mensajes no llegarán nunca a puerto. Sé que ya perdí, sé que me perdí y quete perdí, y que elija lo que elija seguiré perdiendo.
Debería rendirme, debería olvidarme, debería estudiar.
Estoy esperando señales que, aparentemente, nunca se pensaron enviar. Y para peor, hace frío, llueve y hay futbol en la tv.
Tengo pena la verdad, porque sé que todos mis mensajes no llegarán nunca a puerto. Sé que ya perdí, sé que me perdí y que
Debería rendirme, debería olvidarme, debería estudiar.
Estoy esperando señales que, aparentemente, nunca se pensaron enviar. Y para peor, hace frío, llueve y hay futbol en la tv.
Altamente penoso
¿Cómo mierda te hago saber que en alguna parte estoy si en verdad no quieres saberlo, y a ratos me da miedo que realmente lo sepas?
jueves, 2 de junio de 2011
Las cero con diecinueve
Uno no quiere estar triste, pero es sumamente difícil aislarlo todo y asimilarlo por partes.
Esta noche, por ej, me duele que no me digan las cosas a la cara, me duele que no me digan nada, que desaparezcan. Estoy melancólico, para variar, y quiero escuchar canciones que no son precisamente tristes pero que, dentro del marco de esta noche, están revolviendo todo. Es así, en medio de esto, que salen a flote ciertas cosas que uno prefiere sanamente evitar. Ya comí, ya dormí; ¿qué más puedo hacer?
Hace unos cinco minutos me levanté al baño y me sentí pésimo. Pero es raro, porque no era una webá física, no, pero tampoco era psicológica, no sé... Una mezcla imperfecta de ambas, el punto es que no está bien. Me carga recaer en lo mismo cada cierto tiempo; lo mismo que no es lo mismo fielmente sino que son sensaciones sueltas que arrastran como mar. Me carga eso, me carga extrañar cosas que no sé, gente que no conozco, espacios que no existen. Me carga, porque después de todo lo único que pasa soy yo pensando. Nada más.
El fin de semana pasado, por ejemplo, me senté a conversar con un desconocido en un puente, a eso de las 5 am. Estaba mal; como que lloraba (pero no del todo) a causa de una desilusión amorosa que entremezclaba a una compañera de trabajo, su amiga y una fiesta. Me comentó cosas al azar, como intentando contextualizar una pena que para mi era otra cosa: no puedes estar a las 5 am hablando con un desconocido y que nada te suceda. No puedes contar tu vida, o al menos un trozo importante de esta, sin que nada suceda. Al rato me preguntó que me pasaba. Nada, le respondí, y me miró con cara de entender superficialmente la respuesta, después de todo yo también estaba ahí, sobre el puente, mirando las luces de los autos.
Me dijo que caminar era sano, tomó su botella y se fue a caminar. Yo me quedé en el puente.
Hay un momento en el que involuntariamente me veo desde afuera, y no está bien hablar de lo que no está bien cuando en verdad todo está bien. Uno se retuerce sólo; en mi caso no puedo evitar sentir más sensaciones que las que me podrían llegar a hacer sentido, y busco excusas para no repensarlo más hasta la próxima jornada. Encajar estímulos por todos los sentidos posibles para no caer en cuenta de lo que en verdad atraviesa tus sentidos; eso me hace sentido.
Debería pensar menos las cosas. Debería asumir que podría estar todo el día echando de menos; debería asumir que podría tomar 100 pesos y desde un teléfono público hacerme anónimo para escuchar voces lejanas. Podría asumir que esta noche no pasa nada, que es normal, que no salgo de la adolescencia y dormir tranquilo pensando en que mañana, como cada día, seguiré cagándola más hasta convertirme en un adulto que olvida de donde viene para imponer madurez. Podría tomar todo lo que ha pasado como anécdotas, y concluir con un maravilloso "esto me hizo crecer", pero ¿Qué sentido tiene?
He estado convenciéndome todo este tiempo que con sucedáneos se vive tranquilo; para cuando realmente todo se estabilice, parece, estaré demasiado lejos de ser lo que podría haber sido cuando había fe en que el tiempo no se iba a agotar.
Esta noche, por ej, me duele que no me digan las cosas a la cara, me duele que no me digan nada, que desaparezcan. Estoy melancólico, para variar, y quiero escuchar canciones que no son precisamente tristes pero que, dentro del marco de esta noche, están revolviendo todo. Es así, en medio de esto, que salen a flote ciertas cosas que uno prefiere sanamente evitar. Ya comí, ya dormí; ¿qué más puedo hacer?
Hace unos cinco minutos me levanté al baño y me sentí pésimo. Pero es raro, porque no era una webá física, no, pero tampoco era psicológica, no sé... Una mezcla imperfecta de ambas, el punto es que no está bien. Me carga recaer en lo mismo cada cierto tiempo; lo mismo que no es lo mismo fielmente sino que son sensaciones sueltas que arrastran como mar. Me carga eso, me carga extrañar cosas que no sé, gente que no conozco, espacios que no existen. Me carga, porque después de todo lo único que pasa soy yo pensando. Nada más.
El fin de semana pasado, por ejemplo, me senté a conversar con un desconocido en un puente, a eso de las 5 am. Estaba mal; como que lloraba (pero no del todo) a causa de una desilusión amorosa que entremezclaba a una compañera de trabajo, su amiga y una fiesta. Me comentó cosas al azar, como intentando contextualizar una pena que para mi era otra cosa: no puedes estar a las 5 am hablando con un desconocido y que nada te suceda. No puedes contar tu vida, o al menos un trozo importante de esta, sin que nada suceda. Al rato me preguntó que me pasaba. Nada, le respondí, y me miró con cara de entender superficialmente la respuesta, después de todo yo también estaba ahí, sobre el puente, mirando las luces de los autos.
Me dijo que caminar era sano, tomó su botella y se fue a caminar. Yo me quedé en el puente.
Hay un momento en el que involuntariamente me veo desde afuera, y no está bien hablar de lo que no está bien cuando en verdad todo está bien. Uno se retuerce sólo; en mi caso no puedo evitar sentir más sensaciones que las que me podrían llegar a hacer sentido, y busco excusas para no repensarlo más hasta la próxima jornada. Encajar estímulos por todos los sentidos posibles para no caer en cuenta de lo que en verdad atraviesa tus sentidos; eso me hace sentido.
Debería pensar menos las cosas. Debería asumir que podría estar todo el día echando de menos; debería asumir que podría tomar 100 pesos y desde un teléfono público hacerme anónimo para escuchar voces lejanas. Podría asumir que esta noche no pasa nada, que es normal, que no salgo de la adolescencia y dormir tranquilo pensando en que mañana, como cada día, seguiré cagándola más hasta convertirme en un adulto que olvida de donde viene para imponer madurez. Podría tomar todo lo que ha pasado como anécdotas, y concluir con un maravilloso "esto me hizo crecer", pero ¿Qué sentido tiene?
He estado convenciéndome todo este tiempo que con sucedáneos se vive tranquilo; para cuando realmente todo se estabilice, parece, estaré demasiado lejos de ser lo que podría haber sido cuando había fe en que el tiempo no se iba a agotar.
martes, 31 de mayo de 2011
Navegación
Las despedidas no son lo mío. Me carga la sensación de abandono; me carga el vacío tanto como tarde de domingo.
Yo no sirvo de navegante; por mi me quedaría en cada puerto que me diera a lo menos una razón para hacerlo. Tengo miedo de avanzar sólo por no querer dejar atrás; me encanta el dinamismo, pero necesito afirmarme de algo que el futuro nunca me entragará.
Esta noche tengo miedo porque no soy navegante, porque no sé decir adios sin mirar atrás. Tengo miedo, porque no puedo evitar recordar más de lo que quiero. Recuerdo por ejemplo que Nicolás viajó muy lejos, y que ahora hace unos mese volvió de su largo viaje. Pero tal vez Nicolás es lo que menos importa, lo que me importa (personalmente) es lo que deja atrás. Yo no quiero ser Nicolás; no quiero nunca echar de menos. Me da pánico llorar por alguien, o memorizar nuevamente algún olor que casualmente se halla impregnado en mi ropa.
Recuerdo el olor de la madera húmeda de otros tiempos en otros lugares, y no es que quiera volver, por el contrario, es como querer nuca haber dejado ese lugar. Recuerdo otros tiempos, y lamento el paso inminente de las horas que suman y suman inagotablemente.
La navegación no es lo mío. Esta noche no quiero llegar a ninguna parte; no quiero nada nuevo, no quiero horizontes, no quiero paisajes ni olores. Tengo miedo, nada más. Tengo miedo porque me pesa una webada; así como una soledad particular que no quiero que nadie particular llene. Tengo miedo porque no entiendo del todo, y porque además me prometí sonreir pero me está tiritando el alma.
Yo no sirvo de navegante; por mi me quedaría en cada puerto que me diera a lo menos una razón para hacerlo. Tengo miedo de avanzar sólo por no querer dejar atrás; me encanta el dinamismo, pero necesito afirmarme de algo que el futuro nunca me entragará.
Esta noche tengo miedo porque no soy navegante, porque no sé decir adios sin mirar atrás. Tengo miedo, porque no puedo evitar recordar más de lo que quiero. Recuerdo por ejemplo que Nicolás viajó muy lejos, y que ahora hace unos mese volvió de su largo viaje. Pero tal vez Nicolás es lo que menos importa, lo que me importa (personalmente) es lo que deja atrás. Yo no quiero ser Nicolás; no quiero nunca echar de menos. Me da pánico llorar por alguien, o memorizar nuevamente algún olor que casualmente se halla impregnado en mi ropa.
Recuerdo el olor de la madera húmeda de otros tiempos en otros lugares, y no es que quiera volver, por el contrario, es como querer nuca haber dejado ese lugar. Recuerdo otros tiempos, y lamento el paso inminente de las horas que suman y suman inagotablemente.
La navegación no es lo mío. Esta noche no quiero llegar a ninguna parte; no quiero nada nuevo, no quiero horizontes, no quiero paisajes ni olores. Tengo miedo, nada más. Tengo miedo porque me pesa una webada; así como una soledad particular que no quiero que nadie particular llene. Tengo miedo porque no entiendo del todo, y porque además me prometí sonreir pero me está tiritando el alma.
viernes, 27 de mayo de 2011
Sentido
Narración: Seguro de que tenemos sentido.
Estructuramos todo en relación a un fin; esto y aquello sucede para llevarnos a otra parte. Sin embargo el mundo no es eso.
Yo narro, yo escribo y a ratos cuento, y mientras más dentro estoy más me pierdo. Lo peor de todo es que este instante de pérdida ha dejado de ser una simple sensación, y ya no me importará caminar 5 horas más con tal de perderme. ¿Dónde quiero llegar?
"Seguro de supervivencia incumplido; emerge el tiempo, no el sentido. No se detiene la noción de angustia en la representación, producto de la expectativa incumplida de que algo, de pronto, suceda. Indeterminación. Angustia de representación. Angustia del mundo contemporáneo; no hay nada fijo en el mundo; todo es indeterminado, frágil, simultaneo."
Expongo hoy, sutilmente, que las cosas van perfecto. Sí, perfecto, pero a ninguna parte. Expongo esto y usted formará la historia que más le maraville al respecto; es mi narración, usted interprete.
"Cuando el tiempo real se superpone al tiempo narrativo, el sentido se diluye. Los espacios alguna vez concreto se llenan de intersticios; espacios del universo que, después de todo, parecerán no decir nada".
Mi mundo tiene globos jodidamente vacíos. Es una pena. Antes, en otros tiempos mejores, las cosas no eran así.
No puedo dejar que la ciudad me consuma. No puedo esconderme del mundo perdiéndome en este. Tengo que saber que chucha quiero.
"El film, en sí, carece de sentido. Lo poco que queda disponible; una búsqueda que nos lleva por un camino a ninguna parte. Hay resultados, hay crecimientos, pero nunca, nunca, llegará a tener sentido."
Estructuramos todo en relación a un fin; esto y aquello sucede para llevarnos a otra parte. Sin embargo el mundo no es eso.
Yo narro, yo escribo y a ratos cuento, y mientras más dentro estoy más me pierdo. Lo peor de todo es que este instante de pérdida ha dejado de ser una simple sensación, y ya no me importará caminar 5 horas más con tal de perderme. ¿Dónde quiero llegar?
"Seguro de supervivencia incumplido; emerge el tiempo, no el sentido. No se detiene la noción de angustia en la representación, producto de la expectativa incumplida de que algo, de pronto, suceda. Indeterminación. Angustia de representación. Angustia del mundo contemporáneo; no hay nada fijo en el mundo; todo es indeterminado, frágil, simultaneo."
Expongo hoy, sutilmente, que las cosas van perfecto. Sí, perfecto, pero a ninguna parte. Expongo esto y usted formará la historia que más le maraville al respecto; es mi narración, usted interprete.
"Cuando el tiempo real se superpone al tiempo narrativo, el sentido se diluye. Los espacios alguna vez concreto se llenan de intersticios; espacios del universo que, después de todo, parecerán no decir nada".
Mi mundo tiene globos jodidamente vacíos. Es una pena. Antes, en otros tiempos mejores, las cosas no eran así.
No puedo dejar que la ciudad me consuma. No puedo esconderme del mundo perdiéndome en este. Tengo que saber que chucha quiero.
"El film, en sí, carece de sentido. Lo poco que queda disponible; una búsqueda que nos lleva por un camino a ninguna parte. Hay resultados, hay crecimientos, pero nunca, nunca, llegará a tener sentido."
miércoles, 25 de mayo de 2011
El frío
Cuando la lluvia y el frío eran factores para quererse no recordé que las estaciones eran 4. Ahora no lo olvido.
domingo, 22 de mayo de 2011
domingo, 15 de mayo de 2011
La composición del miedo
"Ve y baila con cualquiera"
No quiere ser duro esta noche, no quiere ponerte a prueba. Quiere saber que le eliges y no que lo tomas como tu única opción. Es sábado en la noche y te aseguro que todos querrán estar contigo; esos que están ahí te pelearían aún sin conocerte, porque lo único que les importa es moverse una noche más, entre el licor y las luces, hasta los brazos de quien sea que les mire por más de tres segundos.
Así que hazlo; si él quiere que lo hagas, hazlo. Una vez que decidas no hay vuelta atrás. Ve y baila; busca y encuentra cuanto más te pueden ofrecer. Es entretenido si lo piensas bien; vas, haces lo que tienes que hacer y vuelves a comentarlo. Si te das cuenta de que en verdad no le quieres y que sólo es un flujo de emociones que se mezclan con tu necesidad terrible de compañía, perfecto, ve y comparte tu cariño en esta y todas las pistas que cada noche atrapan pobres ilusos que romperán su corazón aun sin siquiera hacer uso de él.
Los sábados en la noche se parten muchos corazones, y las pistas de baile se inundan de música y sudor. La pena chorréa por la ciudad. Cada alma arrastra su propio peso hasta su hogar, aún cuando tenga cuanto tenga en su cama. La ciudad queda marcada por rastros que se disimulan bajo la risa, la indiferencia y la calentura.
Volviendo al tema. Te da esta noche la oportunidad de ir y reconocer cuanto más puedes encontrar. Le han roto el corazón antes, parece. No quiere contaminar más si ciudad, parece. Le han roto el corazón y le ha dolido. Te pide que bailes con cualquiera por una vez, y posiblemente el también baile con cualquiera, porque es sábado en la noche, y sus ideas flotan entre su normal falta de tacto y el alcohol. Así que ve y hazlo, siente que te quieren un poco sin razón por una noche, y vuelve a sus brazos si aun así lo quieres. Pero te advierto que él nació muerto y creció perdido (¿creció?); te lo advierto porque podría eventualmente dejar de quererte esta misma noche, o por el contrario (como en otros casos) no poder olvidarte de manera decente. Es más; podría bailar con cualquiera y no volver a verte. Por eso te lo advierto; tiene un corazón frágil, y si le dicen lo que quiere oir, creerá lo que espera creer. No hay maldad, sólo está perdido. Así que baila, baila esta noche que no va a dolerle a nadie (tal vez a ti, él no lo sabe). Baila esta noche y con cualquiera, y si aún te parece bueno apostar por sus brazos, quedas en completa libertad de correr el terrible riesgo.
No quiere ser duro esta noche, no quiere ponerte a prueba. Quiere saber que le eliges y no que lo tomas como tu única opción. Es sábado en la noche y te aseguro que todos querrán estar contigo; esos que están ahí te pelearían aún sin conocerte, porque lo único que les importa es moverse una noche más, entre el licor y las luces, hasta los brazos de quien sea que les mire por más de tres segundos.
Así que hazlo; si él quiere que lo hagas, hazlo. Una vez que decidas no hay vuelta atrás. Ve y baila; busca y encuentra cuanto más te pueden ofrecer. Es entretenido si lo piensas bien; vas, haces lo que tienes que hacer y vuelves a comentarlo. Si te das cuenta de que en verdad no le quieres y que sólo es un flujo de emociones que se mezclan con tu necesidad terrible de compañía, perfecto, ve y comparte tu cariño en esta y todas las pistas que cada noche atrapan pobres ilusos que romperán su corazón aun sin siquiera hacer uso de él.
Los sábados en la noche se parten muchos corazones, y las pistas de baile se inundan de música y sudor. La pena chorréa por la ciudad. Cada alma arrastra su propio peso hasta su hogar, aún cuando tenga cuanto tenga en su cama. La ciudad queda marcada por rastros que se disimulan bajo la risa, la indiferencia y la calentura.
Volviendo al tema. Te da esta noche la oportunidad de ir y reconocer cuanto más puedes encontrar. Le han roto el corazón antes, parece. No quiere contaminar más si ciudad, parece. Le han roto el corazón y le ha dolido. Te pide que bailes con cualquiera por una vez, y posiblemente el también baile con cualquiera, porque es sábado en la noche, y sus ideas flotan entre su normal falta de tacto y el alcohol. Así que ve y hazlo, siente que te quieren un poco sin razón por una noche, y vuelve a sus brazos si aun así lo quieres. Pero te advierto que él nació muerto y creció perdido (¿creció?); te lo advierto porque podría eventualmente dejar de quererte esta misma noche, o por el contrario (como en otros casos) no poder olvidarte de manera decente. Es más; podría bailar con cualquiera y no volver a verte. Por eso te lo advierto; tiene un corazón frágil, y si le dicen lo que quiere oir, creerá lo que espera creer. No hay maldad, sólo está perdido. Así que baila, baila esta noche que no va a dolerle a nadie (tal vez a ti, él no lo sabe). Baila esta noche y con cualquiera, y si aún te parece bueno apostar por sus brazos, quedas en completa libertad de correr el terrible riesgo.
martes, 10 de mayo de 2011
A las dos y treinta
Lo bonito es que al mirar atrás ya nada duele.
El universo es de pronto una película,
y ya no importa cuanto bien o mal, sólo importa
que pasó.
¿Cuanto nos queda? Who knows.
Se acabaron los 138 minutos. Los créditos corren fugaces;
no hay de qué afirmarse... fugarse, fugaz, fugas.
En una de esas nunca salimos de la ficción,
y todo aquello que era precisamente un sueño se
acabó justo en la mejor parte, la parte necesaria, la parte terrible.
Somos eso. Fuimos eso. Eramos eso.
No sé que de todo suena mejor; no sé cuales son las mejores palabras para hablar de un nosotros tan distante de mi mismo. Porque hoy somos objetos de la memoria; artefactos que plasman lo peor de nosotros: el ser vulnerables como estrategia para que el otro abra sus brazos una noche más, cerrando la puerta de golpe tras nuestras espaldas dejando con las luces de la ciudad aquello que nuevamente nos hundirá en cuanto amanezca.
Creímos que una habitación era suficiente para contener un mundo, pero aprendimos que dos mundos jamás entrarían en la misma habitación.
Ya no hay que pecar de fiel a la memoria; nada, absolutamente nada, llegará a significar más que el hoy. Entre lo que tú y yo fuimos hace un tiempo hay un maravilloso campo minado, y no sé si lamento decir que no hay motivos suficientes para cruzar nuevamente el umbral; pienso que muy probablemente no volveré a sentarme contigo este invierno. Es más, nunca nadie volverá a ninguna parte; todo aquello que se armó alguna vez se reconfiguró maravillosamente en desmedro del ayer.
Ya no hay que pecar de fiel a la memoria; nada, absolutamente nada, llegará a significar más que el hoy. Entre lo que tú y yo fuimos hace un tiempo hay un maravilloso campo minado, y no sé si lamento decir que no hay motivos suficientes para cruzar nuevamente el umbral; pienso que muy probablemente no volveré a sentarme contigo este invierno. Es más, nunca nadie volverá a ninguna parte; todo aquello que se armó alguna vez se reconfiguró maravillosamente en desmedro del ayer.
sábado, 7 de mayo de 2011
La casualidad.
Por más que lluevan casualidades nunca nada está dicho. Es interesante, pero a la vez frustrante, no llegar nunca a creer nada completamente.
Mi problema con las casualidades tiene que ver con que al ser estas carentes de toda lógica, mucho de todo se termina fundando en una dimensión donde más de la mitad del todo es lo que proyecto; nunca lo que es.
Aparte, me veo en todo el derecho de morirme de miedo cuando veo que el mundo es pequeño, que santiago es un pañuelo, que las calles me llevan siempre a donde mismo y no hay salida. Santiago es como una burbuja, y después de todo no sé si estoy dentro o soy un espectador que aguarda que de la nada todo reviente.
Me gusta mucho ver que el mundo de pronto te conduce a ciertas cosas que parecen buenas, pero la verdad de todo es que no quiero por nada del mundo volver a sentir la ciudad como la sentí hace algún tiempo: como un escondite, una válvula de escape, un respiro. Las calles, por claras u obscuras que parezcan, nunca serán un lugar para uno. Nunca, de hecho, serán un lugar; son espacios intermedios llenos de transeúntes que dejan un lugar para llegar a otro. No hay que confiar en las calles, porque si algo ha de suceder sucederá seguramente ahí. No hay que confiar, no, no debo confiar.
Y si bien reconozco que el haber aprendido a mirar las calles con otros ojos no fue producto de la mera casualidad sino más bien de hechos concretos/errores míos, no quiero caer de nuevo en lo mismo. Esa es la inseguridad, esa es la base de todo; ¿Para que saltar si sabes que caerás?
Si sé, se lee super mierda, pero pucha...
sábado, 30 de abril de 2011
Se siente bien
Soñé que tiritaban mis brazos. Mucho y sin razón.
Casi nunca me acuerdo de las cosas que sueño, pero hoy escuché la palabra clave y lo recordé. También ayer recordé lo que soñé cuando fui al baño; soñé que caía una botella de jabón a la taza del güater, y yo metía la mano para sacarla y luego me lavaba las manos con ese mismo jabón.
Es curioso pensar que todo eso pueda significar algo. Es curioso, porque podría pensar incluso que las cosas que encuentro en la calle son un mensaje de alguna cosa; los libros que me topo por la vida son cartas que no quieren decir lo que dicen, sino otra cosa. Y las canciones, dios, dios, dios... Es bonito ver trasfondos, incluso cuando es el trasfondo de algo que te hizo mierda en su momento. Tal vez así es como se crece, quien sabe.
No sé el por qué de esta entrada, pero me gusta. Porque se siente bien que de pronto el montón de cosas que normalmente presionan estén liberando tensiones. Se siente bien que de pronto quiera escribir por escribir, no sé, lo que sea. Me es como darle un espacio nuevo al mundo, y es tan bonito pensar que se viene una temporada casi en sepia por observar.
Necesito mi cámara, rápido, antes de que las nubes se vuelvan a ir.
martes, 26 de abril de 2011
Tranca.
Yo me perdí en cuanto quise perderme. Bajé la guardia quizas en el momento menos indicado, no sé, el punto ya es tan difuso.
A estas alturas uno no es ni el reflejo de lo que se esperaba, pero bueno; siempre es bueno flexibilizar el camino, porque uno nace humano y hay que aceptarlo.
La sensación vital del último tiempo ha sido bien rara, como cuando el día está nublado variando a parcial y no sabes cuanto abrigarte. Me siento así, como si me abrigara y desabrigara constantemente. Falta de confianza tal vez.
Ya no sé que quiero de nada, y bien, es super rockstar ir por la vida pretendiendo que todo importa poco, pero puta, ¿Hasta que punto es sano? Javier nunca será rockstar. Javier no está interesado en drogas ni sustancias benditas. Tal vez ese sea el punto; Javier no quiere nada, y divaga, y no sabe, y siempre llega a donde mismo pero con algo más o algo menos.
Para todo uno necesita razones. Para todo uno necesita esperanza. Pero a medida que avanzo cada vez espero menos, y no es ningún shock o mecanismo de defensa, sólo soy yo frente a la vida que parece que se me va en collera, y me siento más adolescente que nunca, tanto como para no asumir que no tengo idea de donde estoy parado ni mucho menos a donde iré a llegar.
A veces me gustaría saber que hubiese sucedido con el mundo si mis decisiones hubiesen sido otras. De seguro mucha gente seguiría acá, en este polo de las cosas.
A estas alturas uno no es ni el reflejo de lo que se esperaba, pero bueno; siempre es bueno flexibilizar el camino, porque uno nace humano y hay que aceptarlo.
La sensación vital del último tiempo ha sido bien rara, como cuando el día está nublado variando a parcial y no sabes cuanto abrigarte. Me siento así, como si me abrigara y desabrigara constantemente. Falta de confianza tal vez.
Ya no sé que quiero de nada, y bien, es super rockstar ir por la vida pretendiendo que todo importa poco, pero puta, ¿Hasta que punto es sano? Javier nunca será rockstar. Javier no está interesado en drogas ni sustancias benditas. Tal vez ese sea el punto; Javier no quiere nada, y divaga, y no sabe, y siempre llega a donde mismo pero con algo más o algo menos.
Para todo uno necesita razones. Para todo uno necesita esperanza. Pero a medida que avanzo cada vez espero menos, y no es ningún shock o mecanismo de defensa, sólo soy yo frente a la vida que parece que se me va en collera, y me siento más adolescente que nunca, tanto como para no asumir que no tengo idea de donde estoy parado ni mucho menos a donde iré a llegar.
A veces me gustaría saber que hubiese sucedido con el mundo si mis decisiones hubiesen sido otras. De seguro mucha gente seguiría acá, en este polo de las cosas.
domingo, 24 de abril de 2011
viernes, 22 de abril de 2011
Doble filo
- Sigue lloviendo - le dicen haciendo la cortina a un lado.
Sigue lloviendo, pero no hace tanto frío. El invierno pasado, creo, fue mucho más frío.
Normalmente habría salido a dar una vuelta. A mojarme de puro gusto y sin ninguna justificación, cosa de recorrer, mirar, de sentir la ciudad una vez más. Habría usado los audífonos grandes e iría preocupado de que el agua no le entrara, y seguramente escucharía música lenta, no triste porque ya no hay canciones tristes.
De vez en cuando sacaría fotos. De vez en cuando sonreiría y recordaría.
Pero ¿saben? Me quedo en casa.
Me quedo porque no tengo chaqueta para la lluvia. Me quedo porque no quiero perderme en la ciudad, no quiero extrañar mi casa y estar tan lejos para cuando esto ocurra. No quiero tener pena, no tengo mi cámara, no quiero recordar cómo era la ciudad.
Conozco mis calles de memoria, pero no quiero reconocerlas humedas de lluvia. Es eso.
No quiero salir solo; sé que en la calle querré que me llames, no sé para qué. Y pienso ahora que tal vez Huelen con lluvia también podría ser un buen lugar.
Sigue lloviendo, pero no hace tanto frío. El invierno pasado, creo, fue mucho más frío.
Normalmente habría salido a dar una vuelta. A mojarme de puro gusto y sin ninguna justificación, cosa de recorrer, mirar, de sentir la ciudad una vez más. Habría usado los audífonos grandes e iría preocupado de que el agua no le entrara, y seguramente escucharía música lenta, no triste porque ya no hay canciones tristes.
De vez en cuando sacaría fotos. De vez en cuando sonreiría y recordaría.
Pero ¿saben? Me quedo en casa.
Me quedo porque no tengo chaqueta para la lluvia. Me quedo porque no quiero perderme en la ciudad, no quiero extrañar mi casa y estar tan lejos para cuando esto ocurra. No quiero tener pena, no tengo mi cámara, no quiero recordar cómo era la ciudad.
Conozco mis calles de memoria, pero no quiero reconocerlas humedas de lluvia. Es eso.
No quiero salir solo; sé que en la calle querré que me llames, no sé para qué. Y pienso ahora que tal vez Huelen con lluvia también podría ser un buen lugar.
martes, 19 de abril de 2011
lunes, 18 de abril de 2011
Sábado.
- Tío, tío, profe, oiga, profe, tío!
- ¿Qué pasa?
- ¿Quiere ver mi invento?
- Em... Espera... a ver, ¿que cosa?
- Mire - saca un tubo negro de su mochila- Es un caleidoscopio. Mire la luz y vea como se ve todo bonito.
Me da cosa cuando el mundo comienza a acotarse; de pronto todo tiene que ver con todo.
- ¿Qué pasa?
- ¿Quiere ver mi invento?
- Em... Espera... a ver, ¿que cosa?
- Mire - saca un tubo negro de su mochila- Es un caleidoscopio. Mire la luz y vea como se ve todo bonito.
Me da cosa cuando el mundo comienza a acotarse; de pronto todo tiene que ver con todo.
viernes, 15 de abril de 2011
jueves, 14 de abril de 2011
Actualización.
"Queda tan poco que ya casi va quedando sólo lo mejor; recordar lo justo y necesario, pero ya nunca volver a extrañarlo".
No necesito más fines de semana para conocerme mejor.
No necesito más fines de semana para conocerme mejor.
domingo, 10 de abril de 2011
Lo que sucede entre los andenes.
- ... pero a mi nunca me hagas la cama. No es necesario; ya haces muchas otras cosas.- lanzó cómo una granada antes de partir.
- ¿Seguro...?
- Sí, - dirigió su mirada al piso - No sabes cuanto...
Lastarria es una calle problemática en si misma; contiene todo aquello que uno quiere, es cierto, pero a su vez contiene todo aquello que puede llegar a ser un vicio. Una tarde cualquiera puede ser la ciudad, el epicentro, la vida misma; basta un par de miradas, basta saber que de pronto uno no es el único que va por la vereda mirando todo como si Lastarria fuese la última novedad descubierta, que de pronto podría una casualidad romper dos, tres, ocho meses de distancias en un encuentro casual, con un "hola" que surge entre el sonido del acordeón y de aquellos que ríen constantemente con una copa o un café en sus manos, un hola que espera de todo corazón ser escuchado, o en su defecto, ser lanzado de una vez para correr a tierra firme y asumir que todo nunca sucedió.
Al salir a la calle se reconoció al borde del mapa; en cualquier momento podría caer en la perdición misma. Y no tenía cómo quedarse ahí, no tenía sentido siquiera decir (y saber) que se estaba bien cuando en realidad bastaba un encuentro inesperado para dejar en la calle meses de convencimiento, de creer que todo estaba bien, de asumir de una vez que estaría en calma y feliz sea donde sea y con quien sea.
No podía tranquilizarse, no tenía cómo. Y miró la ventana del departamento; tal vez ella podría estar mirándole partir; tal vez ella podría ser un ancla, un camino de miguitas que seguir para volver a casa. Sin embargo sólo encontró el cielo reflejado en el vidrio.
Quiso creer que era suficiente para volver. Quiso creer que en el fondo de la habitación, tal vez mientras ponía en orden las cobijas y sus ideas, le miraba por la ventana. Pero era tarde. En el fondo de su corazón era tarde, y sin importar cuantos ojos le miraran por la ventana, ya no había cómo volver. No había cómo, aunque ella saliera al balcón y, entre todos, le tendiera una mano.
La ciudad de pronto aparece y lo devora. No hay nada que hacer; son cosas de la ciudad; es la crisis del capitalino que se enamoró en la ciudad, y que una vez solo encuentra el refugio en esta. Nunca se enterará de que cada lugar que pisa no llegará nunca a ser la ciudad. ¿Qué sentido tiene la ciudad si no contiene nada?
El capitalino en crisis se enamora del cascarón, nunca de la ciudad; una vez que se enamora en la ciudad no volverá a experimentarla hasta que pueda recorrerla con los ojos puestos en alguien más y no en el camino; será entonces el momento en que las calles tendrán sabor y textura, no solo ese horrible olor a transito, a puente, a no lugar.
El capitalino en crisis se aleja del nido. Tiende hacia afuera, centrífugo, y olvida. A los treinta minutos recordará que no ha sucedido nada. Llegará a su casa, tomará un café y sonreirá. La crisis quedará en la calle hasta la próxima salida.
viernes, 8 de abril de 2011
Disponibilidad - Vulnerabilidad.
Quiero que sea la última y única vez que se hable de esto en este lugar.
Me siento absolutamente vulnerable y perdido. No sé por qué de pronto tengo la necesidad terrible de que me protejan de hacer todo lo que realmente quisiera hacer.
Es que estoy agotando la ciudad, estoy agotando espacios que eran míos, estoy agotando las salidas y, de pronto, todo apunta al mismo lugar; el origen.
No me gusta alarmar a la gente, pero si no lo escribo acá (sí, acá; es mi lugar) reviento. Necesito profundamente saber que todo está bien, que yo estoy bien y que las cosas saldrán bien. Necesito profundamente un abrazo de aquellos como de 31 de diciembre en la tarde, o de 2 de enero a las 10 de la mañana con una sonrisa nerviosa por no saber que pasará el resto del año; que será, Dios, de nosotros hasta el próximo primero de enero, que será.
Quiero creer que voy a estar bien, que dejaré de necesitar(te) en algún momento. Dejar de hacer daño en el intento de conocerme mejor. Sí, públicamente perdón. Lo siento de verdad, me duele, me duele mucho; tenía la opción de seguir esperando que las cosas mejoraran o asumir que no todo iba bien antes de que fuera demasiado tarde. Sufro, creo, de una necesidad terrible de tiempo para pensar al respecto.
Y a ti, espero que leas esto: Ya no soy bueno, sabes? Ya no soy bueno; ven a buscarme.
Te juro que no soy bueno, por favor, ven a buscarme.
Han pasado muchas cosas, pero mi corazón late al mismo ritmo. El mundo sigue del mismo color; tal vez un poco más monótono, tal vez sin tu perfume, ta vez sin ti, no sé. Pero sucede que me canso de arrancar, de extrañarte y necesitarte. Y me da miedo de pronto saberme tan vulnerable; sentir que el tiempo no cura ni sana, por el contrario, hiere día a día un poco más.
El tiempo se acumula en las venas, se estanca, y yo estoy lleno de morenotes.
Creo que todo esto es sólo que soñé contigo. Soñé que corríamos a las sombras, y en las sombras te robaba un beso.
No sé que espero a decir verdad; no sé que sentido tiene todo esto.
Me siento absolutamente vulnerable y perdido. No sé por qué de pronto tengo la necesidad terrible de que me protejan de hacer todo lo que realmente quisiera hacer.
Es que estoy agotando la ciudad, estoy agotando espacios que eran míos, estoy agotando las salidas y, de pronto, todo apunta al mismo lugar; el origen.
No me gusta alarmar a la gente, pero si no lo escribo acá (sí, acá; es mi lugar) reviento. Necesito profundamente saber que todo está bien, que yo estoy bien y que las cosas saldrán bien. Necesito profundamente un abrazo de aquellos como de 31 de diciembre en la tarde, o de 2 de enero a las 10 de la mañana con una sonrisa nerviosa por no saber que pasará el resto del año; que será, Dios, de nosotros hasta el próximo primero de enero, que será.
Quiero creer que voy a estar bien, que dejaré de necesitar(te) en algún momento. Dejar de hacer daño en el intento de conocerme mejor. Sí, públicamente perdón. Lo siento de verdad, me duele, me duele mucho; tenía la opción de seguir esperando que las cosas mejoraran o asumir que no todo iba bien antes de que fuera demasiado tarde. Sufro, creo, de una necesidad terrible de tiempo para pensar al respecto.
Y a ti, espero que leas esto: Ya no soy bueno, sabes? Ya no soy bueno; ven a buscarme.
Te juro que no soy bueno, por favor, ven a buscarme.
Han pasado muchas cosas, pero mi corazón late al mismo ritmo. El mundo sigue del mismo color; tal vez un poco más monótono, tal vez sin tu perfume, ta vez sin ti, no sé. Pero sucede que me canso de arrancar, de extrañarte y necesitarte. Y me da miedo de pronto saberme tan vulnerable; sentir que el tiempo no cura ni sana, por el contrario, hiere día a día un poco más.
El tiempo se acumula en las venas, se estanca, y yo estoy lleno de morenotes.
Creo que todo esto es sólo que soñé contigo. Soñé que corríamos a las sombras, y en las sombras te robaba un beso.
No sé que espero a decir verdad; no sé que sentido tiene todo esto.
martes, 5 de abril de 2011
Nunca supo si en verdad le gustaba la noche o sólo arrancaba del día. El punto es que bajo las estrellas creó su propio universo; en este, entre bares y demases, esperó poder de una vez por toda extirpar todo lo que le recordase que alguna vez tuvo el corazón tan rojo.
Cada pista de baile se mostró como una oportunidad, un juego nuevo, un campo de batalla donde reñirse contra la memoria; en su cabeza cada canción tiene gusto a ayer, a memoria estancada. Toda melodía sufre una superposición de imágenes, transformándose en un collage de recuerdos que desfila por 3 minutos aproximadamente para terminar con un beat que de paso a otra canción, que será otra batalla más, y así seguir sin que haya conciencia de que en 4 horas ha pasado toda una historia que se consolidó al margen de las zapatillas gastadas noche tras noche en los suelos pegajosos de tanto licor desparramado.
La noche avanza en un juego de luces y sombras. Pero aun bajo estas sombras no hay donde esconderse; siempre sonará una canción que le cale profundo, siempre habrá un espacio sin salida. Siempre habrá un lugar para perderse.
Fuera del local no hay calor. Y no suena nada en las calles; las luces se tornan estáticas en la capital. Nuevamente hace frío, y este se acrecienta cuando no hay destino fijo.
Con las manos en los bolsillos dará un par de vueltas de más, conseguirá fuego y exhalará la pena. La noche acaba en cuanto cierra la puerta tras su espalda y da por perdida otra batalla; documenta lo acontecido con una frase o dos que le resuenan y se acuesta con la esperanza de que el fin de semana que sigue sea el que le libere del todo; que le haga volver a valorar las bondades del día, que le devuelvan la confianza en si mismo y en sus pasos de baile.
Cada pista de baile se mostró como una oportunidad, un juego nuevo, un campo de batalla donde reñirse contra la memoria; en su cabeza cada canción tiene gusto a ayer, a memoria estancada. Toda melodía sufre una superposición de imágenes, transformándose en un collage de recuerdos que desfila por 3 minutos aproximadamente para terminar con un beat que de paso a otra canción, que será otra batalla más, y así seguir sin que haya conciencia de que en 4 horas ha pasado toda una historia que se consolidó al margen de las zapatillas gastadas noche tras noche en los suelos pegajosos de tanto licor desparramado.
La noche avanza en un juego de luces y sombras. Pero aun bajo estas sombras no hay donde esconderse; siempre sonará una canción que le cale profundo, siempre habrá un espacio sin salida. Siempre habrá un lugar para perderse.
Fuera del local no hay calor. Y no suena nada en las calles; las luces se tornan estáticas en la capital. Nuevamente hace frío, y este se acrecienta cuando no hay destino fijo.
Con las manos en los bolsillos dará un par de vueltas de más, conseguirá fuego y exhalará la pena. La noche acaba en cuanto cierra la puerta tras su espalda y da por perdida otra batalla; documenta lo acontecido con una frase o dos que le resuenan y se acuesta con la esperanza de que el fin de semana que sigue sea el que le libere del todo; que le haga volver a valorar las bondades del día, que le devuelvan la confianza en si mismo y en sus pasos de baile.
domingo, 3 de abril de 2011
Proceso de creación
Estoy en la etapa de la vida en que no sé cómo escribir las cosas. Pero a ratos hago el intento, porque sino me ahogo de tanto retener.
Lo peor que sucede cuando no escribo es que olvido. Si no dejara constancia de la vida en alguna parte, fácilmente podría haber estado siempre muerto, pero como no lo estoy necesito saberme vivo y dinámico.
No sé cuantas cosas realmente sucedan hoy. Han sido horas extrañas, de descubrirme y descubrir un montón de cosas que constantemente suceden e ignoro.
No recuerdo que viaje hacía hoy mientras pensaba en que tal vez he dado tantos pasos por senderos perdidos que ya no hay vuelta atrás. Lo peor de todo es que mientras más lo pienso, más lo siento. Y siento también el peso, la responsabilidad de haberme dejado caer tan a conciencia, tan queriendo estar por debajo de todas las historias que alguna vez escuché. Es una pena ignorar tus raíces y convertirte en un ser nuevo, autónomo e indecifrable. Es terrible saber que ni tu mismo te conoces lo suficiente como para mirarte objetivamente y decirte a ti mismo "hey, estás pésimo, ve a dormir".
Cuando un autor escribe se plasma a si mismo de una u otra forma. Hay una creación de personaje; el autor como imagen de si mismo, subjetivo hasta decir basta, se deja entrever en cada parrafo. Tal vez un problema de fondo es que en mi mismo no veo consistencia, en lo que escribo no huelo nada, no siento nada, no me da nada para pensar. No voy a cambiar la vida de nadie escribiendo acerca de lo mucho que me complican las cosas simples de la vida.
Tengo un miedo terrible a la vida, al tiempo y al no cerrar ninguna idea.
Tengo un miedo terrible a la acumulación de ideas a medias.
Tengo un miedo terrible.
No quiero crecer. No quiero.
No quiero dejarme caer nunca más; de pronto necesito ser bueno, sentirme bien conmigo, sentirme conforme y orgulloso de lo que hago.
Voy a erradicar lo malo, voy a ser mejor. Voy a partir de cero, porque si no lo hago me estancaré por siempre en un circulo vicioso que justifica el empeorar constantemente.
Voy a ser feliz, voy a crearme nuevamente.
jueves, 31 de marzo de 2011
Mirar al cielo constantemente para asegurarse de no encontrar nada que no quiera ser visto en el camino, y hacer quite felizmente a aquello que se reconoce como tiempo perdido. Y duele, duele hacer el quite a aquello que fue el camino en su momento; duele hacerse la idea de que todo de pronto se tornó diferente.
Soy un pobre weon. Parece que no quemo etapas, que me estanqué en un punto sin tiempo, y lo que llamo vida no es más que la inercia de todo lo que pasó. El mundo se detuvo y yo lo noté, pero no quiero aceptarlo, no quiero reconocerlo como tal porque en cuanto eso pase no quedará nada. Es como tener la idea de que si el mundo deja de girar, puedo girar yo y seguir viendo todo igual, todo perfecto, todo oscilando desde aquel centro que se debate entre el Saber y el Sentir.
Soy un pobre weon porque no puedo dejar de pensar en lo intrascendente, porque no me atrevo a mirar a los ojos otra vez, no me atrevo a volver a mi lugar ni a mi mismo por miedo de sentir nuevamente como todo el mundo se deshizo. Simplemente no quiero saberlo.
Uno no puede vivir del pasado, pero cada cierto tiempo es rico recordar que alguna vez sucedieron cosas buenas. Mi abuelo estaba vivo, y nunca lo iba a ver. Cuando iba, comía mucho y le manoseaba los celulares. Mi abuela reía más con nosotros y cocinaba pollo al horno.
Nunca le llevé una polola a mi abuelo. Nunca supo nada. Tampoco volvió a comer las tostadas que mi abuela le había preparado para el regreso desde copiapó, y la leche se convirtió en nata a eso de las 9 y media cuando ya era demasiado tarde para que volviera.
Es raro que justo esta noche vuelvan estas cosas. Recuerdo que el día que eso pasó quería sentirme acompañado. Y llamé a alguien. Llamé a alguien y en teoría no estaba más solo. Pero en verdad ¿estuvimos juntos ese día? ¿estuviste realmente conmigo? ¿Llegué a estar contigo? Imagino de pronto que nuestros mundos estaban siempre separados; eramos dos peces en peceras completamente diferentes. Y yo te vi desde acá y te quise, y te quise mucho, pero nunca te llegué a tocar.
Me pregunto cosas una y otra vez. Es terrible pensar que todo falló de un momento a otro; una ecuación que a mitad del ejercicio pierde el norte y el rumbo; todo está mal, nada calza. Me desencajé del mundo que conocía; me arrojé al encuadre de una película cuyo contenido vendría siento la crisis del sujeto en la postmodernidad, con una historia que no se entiende, que se ausenta a ratos incluso, llevándonos a la conclusión de que en el fondo todo lo que ocurre sólo ocurre para que el sujeto logre mirar, intentar entender y perderse un poco más.
Soy un pobre weon. Parece que no quemo etapas, que me estanqué en un punto sin tiempo, y lo que llamo vida no es más que la inercia de todo lo que pasó. El mundo se detuvo y yo lo noté, pero no quiero aceptarlo, no quiero reconocerlo como tal porque en cuanto eso pase no quedará nada. Es como tener la idea de que si el mundo deja de girar, puedo girar yo y seguir viendo todo igual, todo perfecto, todo oscilando desde aquel centro que se debate entre el Saber y el Sentir.
Soy un pobre weon porque no puedo dejar de pensar en lo intrascendente, porque no me atrevo a mirar a los ojos otra vez, no me atrevo a volver a mi lugar ni a mi mismo por miedo de sentir nuevamente como todo el mundo se deshizo. Simplemente no quiero saberlo.
Uno no puede vivir del pasado, pero cada cierto tiempo es rico recordar que alguna vez sucedieron cosas buenas. Mi abuelo estaba vivo, y nunca lo iba a ver. Cuando iba, comía mucho y le manoseaba los celulares. Mi abuela reía más con nosotros y cocinaba pollo al horno.
Nunca le llevé una polola a mi abuelo. Nunca supo nada. Tampoco volvió a comer las tostadas que mi abuela le había preparado para el regreso desde copiapó, y la leche se convirtió en nata a eso de las 9 y media cuando ya era demasiado tarde para que volviera.
Es raro que justo esta noche vuelvan estas cosas. Recuerdo que el día que eso pasó quería sentirme acompañado. Y llamé a alguien. Llamé a alguien y en teoría no estaba más solo. Pero en verdad ¿estuvimos juntos ese día? ¿estuviste realmente conmigo? ¿Llegué a estar contigo? Imagino de pronto que nuestros mundos estaban siempre separados; eramos dos peces en peceras completamente diferentes. Y yo te vi desde acá y te quise, y te quise mucho, pero nunca te llegué a tocar.
Me pregunto cosas una y otra vez. Es terrible pensar que todo falló de un momento a otro; una ecuación que a mitad del ejercicio pierde el norte y el rumbo; todo está mal, nada calza. Me desencajé del mundo que conocía; me arrojé al encuadre de una película cuyo contenido vendría siento la crisis del sujeto en la postmodernidad, con una historia que no se entiende, que se ausenta a ratos incluso, llevándonos a la conclusión de que en el fondo todo lo que ocurre sólo ocurre para que el sujeto logre mirar, intentar entender y perderse un poco más.
lunes, 28 de marzo de 2011
Consumirse
Debe existir alguna fórmula para no dejar que un buen recuerdo se pudra. Cómo sea, ya nada tiene el correcto sentido; nunca será lo mismo porque así son las cosas. Y es mejor, siempre es mejor. Todo es para mejor.
Y al final cada decisión nos lleva a donde debemos estar, cierto, sí, muy cierto; tal vez ambos debamos caer a nuestra respectiva manera.
Yo no debería aterrarme, pero imagino que todo eco puede ser una avalancha.
Y al final cada decisión nos lleva a donde debemos estar, cierto, sí, muy cierto; tal vez ambos debamos caer a nuestra respectiva manera.
Yo no debería aterrarme, pero imagino que todo eco puede ser una avalancha.
jueves, 24 de marzo de 2011
Recuperación
Yo escribía de la vida. Más que eso, del día a día.
En su momento pasó mucho; tal vez un crecimiento exponencial de la vida personal me hizo mirar las cosas desde un sólo ángulo y de pronto escribí sólo lo que la vida fue en esos momentos. Y siempre, siempre, tenía que ver con el querer mucho y todo lo que conlleva (alegrías, penas, imágenes, cafés, metros, perfumes).
Creo que abusé de eso. Abusé de lo que tenía dentro; estrujar el tacto, el olfato, los colores y tiempos para componer una fotografía lo menos difusa de lo que significaba cada momento, algo así como un ayuda memoria con una doble función: una era recordarlo yo. Otra, muy distinta, era que lo recordara así mismo alguien más {uno tiende a ser idealista}.
Dicen que los mejores escritos salen de la médula de las emociones, pero mi vida no es fome y aun parece estar estancada; tapón medular o algo así. Y parece ser que por más imágenes que capture a diario estas no llegan a salir, y un parque de pronto se transforma en pasto, árbol, gente y banca.
En alguna parte, estoy seguro, debe ser que ese parque no es parque. Es viento, es sonreir, es hojas que, día tras día, se tiñen de café, y que a su vez es el tiempo que pasa deteniéndose en ese lugar donde santiago se hace a un lado.
Hay que rescatar las imágenes; hay que volver a interpretar el mundo. Las calles ya no son las mismas. Providencia, Ñuñoa, Lastarria, Bandera, Bellavista, Pedro de Valdivia, Alameda, Santa Lucía, Parque O'higgins. Las estaciones tal vez tengan que ver con la erradicación del todo; los recuerdos caducan así como las hojas.
Tengo que perder el miedo. Tengo que sentir y escribir. Tengo que salir a la calle y mirarla como nueva. Pronto el viento se llevará las hojas secas; hay que pisarlas, hay que sentirlas crujir, hay que dejarlas partir.
En su momento pasó mucho; tal vez un crecimiento exponencial de la vida personal me hizo mirar las cosas desde un sólo ángulo y de pronto escribí sólo lo que la vida fue en esos momentos. Y siempre, siempre, tenía que ver con el querer mucho y todo lo que conlleva (alegrías, penas, imágenes, cafés, metros, perfumes).
Creo que abusé de eso. Abusé de lo que tenía dentro; estrujar el tacto, el olfato, los colores y tiempos para componer una fotografía lo menos difusa de lo que significaba cada momento, algo así como un ayuda memoria con una doble función: una era recordarlo yo. Otra, muy distinta, era que lo recordara así mismo alguien más {uno tiende a ser idealista}.
Dicen que los mejores escritos salen de la médula de las emociones, pero mi vida no es fome y aun parece estar estancada; tapón medular o algo así. Y parece ser que por más imágenes que capture a diario estas no llegan a salir, y un parque de pronto se transforma en pasto, árbol, gente y banca.
En alguna parte, estoy seguro, debe ser que ese parque no es parque. Es viento, es sonreir, es hojas que, día tras día, se tiñen de café, y que a su vez es el tiempo que pasa deteniéndose en ese lugar donde santiago se hace a un lado.
Hay que rescatar las imágenes; hay que volver a interpretar el mundo. Las calles ya no son las mismas. Providencia, Ñuñoa, Lastarria, Bandera, Bellavista, Pedro de Valdivia, Alameda, Santa Lucía, Parque O'higgins. Las estaciones tal vez tengan que ver con la erradicación del todo; los recuerdos caducan así como las hojas.
Tengo que perder el miedo. Tengo que sentir y escribir. Tengo que salir a la calle y mirarla como nueva. Pronto el viento se llevará las hojas secas; hay que pisarlas, hay que sentirlas crujir, hay que dejarlas partir.
miércoles, 23 de marzo de 2011
domingo, 20 de marzo de 2011
Y justamente hoy, a esta hora, buscando trozos de otros tiempos, encontrar aquello que duele. Y no puede sonar otra cosa que no sea Javiera Mena, y no puede ser otro lugar más terrible, con una mirada terrible al piso en diagonal, con la ropa de siempre, con la angustia de siempre.
De pronto el peso vuelve, las nubes vuelven. De pronto la boca del estómago... De pronto debería dejar estos vicios; de pronto tal vez borrar de un disco duro ayude a borrar las otras huellas que quedaron por ahí.
De pronto el peso vuelve, las nubes vuelven. De pronto la boca del estómago... De pronto debería dejar estos vicios; de pronto tal vez borrar de un disco duro ayude a borrar las otras huellas que quedaron por ahí.
Respeto
No puedo pasar por sobre las decisiones de la gente. Aunque me duela, no puedo hacerme el weón por la vida y vivir dañando.
sábado, 19 de marzo de 2011
jueves, 17 de marzo de 2011
martes, 8 de marzo de 2011
Una sonrisa imprevista, un beso robado, la canción precisa. A veces el mundo se arregla por un minuto; a veces mi mundo parece responder al universo.
Ya no me pierdo tanto. Ya no camino tanto sin rumbo. Ahora vuelvo a casa y entiendo las cosas de otra forma, y sonrío, y descanso sabiendo que no dejará de estar ahí la sonrisa que me dejó la última vez; y si de sonrisas lindas hablamos, siempre es un hasta pronto.
El mundo se hace más difícil cada día, es cierto. La edad, la vida, el tiempo, el viento, la furia. Todo empuja al borde, todo acelera contra el muro. Pero de pronto somos dos contra el viento, dos que se iluminan con el ir y venir de las luces de los automóviles. Un reflejo en tus lentes termina descubriendo tus ojos que miran el camino; yo miro de reojo tus rasgos para retenerlos en alguna parte. Por un rato no importa el camino; tu mano me guía; voy contigo a alguna parte. Y sonrío.
Ya no me pierdo tanto. Ya no camino tanto sin rumbo. Ahora vuelvo a casa y entiendo las cosas de otra forma, y sonrío, y descanso sabiendo que no dejará de estar ahí la sonrisa que me dejó la última vez; y si de sonrisas lindas hablamos, siempre es un hasta pronto.
El mundo se hace más difícil cada día, es cierto. La edad, la vida, el tiempo, el viento, la furia. Todo empuja al borde, todo acelera contra el muro. Pero de pronto somos dos contra el viento, dos que se iluminan con el ir y venir de las luces de los automóviles. Un reflejo en tus lentes termina descubriendo tus ojos que miran el camino; yo miro de reojo tus rasgos para retenerlos en alguna parte. Por un rato no importa el camino; tu mano me guía; voy contigo a alguna parte. Y sonrío.
miércoles, 2 de marzo de 2011
lunes, 21 de febrero de 2011
miércoles, 16 de febrero de 2011
Música de Transito
Por alguna razón me dió por escuchar a Drexler en el Bus hacia Valdivia; la sensación tal vez de sentirme en tierras que no eran mías sino que de alguien más, el saber que el tiempo corría en una dirección extraña, el saber que en definitiva hay circulos cerrados y ya...
Venía raro, un poco de Sol de Invierno a la vena, un poco de Blur o Atlas Sound. Algo así. Pero Drexler me mató, como siempre.
Sonó entonces esto:
El velo semitransparente
del desasosiego
un día se vino a instalar
entre el mundo y mis ojos.
Yo estaba empeñado en no ver
lo que vi, pero a veces
la vida es más compleja
de lo que parece.
Pensaste que me iba a quebrar
y subiste tu apuesta,
me hiciste sentir el sabor
de mi propia cocina.
Volví a creer que se tiene
lo que se merece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Todas las versiones
encuentran sitio en mi mesa,
Todas mis canciones
por una sola certeza.
No quiero que lleves de mi
nada que no te marque.
El tiempo dirá si al final
nos valió lo dolido.
Perderme, por lo que yo ví
te rejuvenece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Mejor, o peor, cada cual
seguirá su camino...
Cuánto te quise, quizás,
seguirás sin saberlo.
Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Entonces no más; me llaman por teléfono y pienso Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece y ya nada importa. La vida es otra ahora, tal vez mejor (falta tiempo para saberlo, siempre). De todas formas bastó una llamada y una frase para sentir a la distancia un abrazo, un remezón de aquellos que sé necesarios de vez en cuando.
Agradezco el remezón. Agradezco que hayas aparecido. Agradezco que me llames, que me hagas sentir de nuevo que algo puede ser y crecer. Gracias, oye.
Gira el haz de luz
para que se vea desde alta mar
yo buscaba el rumbo de regreso
sin quererlo encontrar
Pie detrás de pie
iba tras el pulso de claridad
la noche cerrada, apenas se abría,
se volvía a cerrar.
Un faro quieto
nada sería
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad
para que se vea desde alta mar
de poco le sirve al navegante
que no sepa esperar.
Pie detrás de pie
no hay otra manera de caminar
la noche del Cabo
revelada en un inmenso radar.
Un faro para,
sólo de día,
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
para que se vea desde alta mar.
no es la luz; son los 12 segundos de oscuridad.
Venía raro, un poco de Sol de Invierno a la vena, un poco de Blur o Atlas Sound. Algo así. Pero Drexler me mató, como siempre.
Sonó entonces esto:
El velo semitransparente
del desasosiego
un día se vino a instalar
entre el mundo y mis ojos.
Yo estaba empeñado en no ver
lo que vi, pero a veces
la vida es más compleja
de lo que parece.
Pensaste que me iba a quebrar
y subiste tu apuesta,
me hiciste sentir el sabor
de mi propia cocina.
Volví a creer que se tiene
lo que se merece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Todas las versiones
encuentran sitio en mi mesa,
Todas mis canciones
por una sola certeza.
No quiero que lleves de mi
nada que no te marque.
El tiempo dirá si al final
nos valió lo dolido.
Perderme, por lo que yo ví
te rejuvenece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Mejor, o peor, cada cual
seguirá su camino...
Cuánto te quise, quizás,
seguirás sin saberlo.
Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece,
la vida es más compleja
de lo que parece.
Entonces no más; me llaman por teléfono y pienso Lo que dolería por siempre,
ya se desvanece y ya nada importa. La vida es otra ahora, tal vez mejor (falta tiempo para saberlo, siempre). De todas formas bastó una llamada y una frase para sentir a la distancia un abrazo, un remezón de aquellos que sé necesarios de vez en cuando.
Agradezco el remezón. Agradezco que hayas aparecido. Agradezco que me llames, que me hagas sentir de nuevo que algo puede ser y crecer. Gracias, oye.
Gira el haz de luz
para que se vea desde alta mar
yo buscaba el rumbo de regreso
sin quererlo encontrar
Pie detrás de pie
iba tras el pulso de claridad
la noche cerrada, apenas se abría,
se volvía a cerrar.
Un faro quieto
nada sería
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad
para que se vea desde alta mar
de poco le sirve al navegante
que no sepa esperar.
Pie detrás de pie
no hay otra manera de caminar
la noche del Cabo
revelada en un inmenso radar.
Un faro para,
sólo de día,
guía, mientras
no deje de girar
no es la luz
lo que importa en verdad
son los 12 segundos
de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
12 segundos de oscuridad,
para que se vea desde alta mar.
no es la luz; son los 12 segundos de oscuridad.
sábado, 5 de febrero de 2011
viernes, 4 de febrero de 2011
La Constante
Insuficiencia (Del lat. insufficientĭa).
1. f. Falta de suficiencia.
2. f. Cortedad o escasez de algo.
3. f. Incapacidad total o parcial de un órgano para realizar adecuadamente sus funciones.
La insuficiencia; el saberse roto, incompleto, a medias, fallado, malo, No-eres-tú-soy-yo, el intento perdido por ser mejor-cada-día. Un riesgo, un problema, la causa del daño.
No quiero ser peso para nadie, pero siempre termina siendo así; esto de la ausencia de uno mismo o algo por el estilo, la falta de nociones y todas las manos. No me entiendo; no sé que decir ni hacer.
En momentos como ahora lo mejor es hablar, pero hacen falta días; hace falta ser más grande y ser fuerte. Hace falta un tú, un yo, un nosotros, un tiempo y un espacio ilimitado o algo por el estilo.
1. f. Falta de suficiencia.
2. f. Cortedad o escasez de algo.
3. f. Incapacidad total o parcial de un órgano para realizar adecuadamente sus funciones.
La insuficiencia; el saberse roto, incompleto, a medias, fallado, malo, No-eres-tú-soy-yo, el intento perdido por ser mejor-cada-día. Un riesgo, un problema, la causa del daño.
No quiero ser peso para nadie, pero siempre termina siendo así; esto de la ausencia de uno mismo o algo por el estilo, la falta de nociones y todas las manos. No me entiendo; no sé que decir ni hacer.
En momentos como ahora lo mejor es hablar, pero hacen falta días; hace falta ser más grande y ser fuerte. Hace falta un tú, un yo, un nosotros, un tiempo y un espacio ilimitado o algo por el estilo.
jueves, 3 de febrero de 2011
- ¿Te gusta vivir acá?
- No. Me gusta Santiago... Es que el tiene el kiosco cerca - comentó mientras miraba el agua del canal pasar bajo sus pies- Usted conoce el kiosco... ah, no me acuerdo como se llama.
- Cerca de mi casa hay un supermercado, ¿has visto los comerciales de santa Isabel?
- No.
- Ah, bueno. Hay uno de esos.
[...]
- Yo nací en Santiago.
- Oh, ¿y de cuando vives acá?
- Es que yo era niña. Yo nací niñita; tenía ropa de niña y cuestiones así. Despues me vine pa'ca y ahora soy niño.
- Ah... - respondió escondiendo un montón de interrogantes en su mirada al horizonte. El sol ya se iba.- A mi me gusta Santiago, - cambió el tema- pero no sé... Hay mucha gente. A veces sales a la calle, y caminas y no sé, es tanto, es todo... no sé, uno se pierde. En Santiago es fácil perderse.
- Sí, pero igual me gusta.
- No sé, yo me pierdo. Todavía me pierdo... ¿Y cuantos compañeros de curso tienes?
- Cómo 5. Uno es peleador, otro dice garabatos...
- Igual es bueno que sean pocos. En mi curso eramos como 40; hubo algunos a los que nunca conocí bien.
- Sí. Yo los conozco a todos .
[Luego de ello volvieron la vista al agua y se quedaron ahí hasta que salió el pan amasado a eso de las 8.]
- No. Me gusta Santiago... Es que el tiene el kiosco cerca - comentó mientras miraba el agua del canal pasar bajo sus pies- Usted conoce el kiosco... ah, no me acuerdo como se llama.
- Cerca de mi casa hay un supermercado, ¿has visto los comerciales de santa Isabel?
- No.
- Ah, bueno. Hay uno de esos.
[...]
- Yo nací en Santiago.
- Oh, ¿y de cuando vives acá?
- Es que yo era niña. Yo nací niñita; tenía ropa de niña y cuestiones así. Despues me vine pa'ca y ahora soy niño.
- Ah... - respondió escondiendo un montón de interrogantes en su mirada al horizonte. El sol ya se iba.- A mi me gusta Santiago, - cambió el tema- pero no sé... Hay mucha gente. A veces sales a la calle, y caminas y no sé, es tanto, es todo... no sé, uno se pierde. En Santiago es fácil perderse.
- Sí, pero igual me gusta.
- No sé, yo me pierdo. Todavía me pierdo... ¿Y cuantos compañeros de curso tienes?
- Cómo 5. Uno es peleador, otro dice garabatos...
- Igual es bueno que sean pocos. En mi curso eramos como 40; hubo algunos a los que nunca conocí bien.
- Sí. Yo los conozco a todos .
[Luego de ello volvieron la vista al agua y se quedaron ahí hasta que salió el pan amasado a eso de las 8.]
Me cuesta trabajo esto de las seguridades. Suelo perderme, suelo no decidir o hacerlo tardíamente. Creo que esa ha sido la interrogante de estos días; el hacer sin saber lo que se hace, el creer sin convencerse del todo. No es un problema de terceros, claro, es netamente mío.
Tengo ganas de tomarme un tiempo para arreglarlo todo; de mirarlo todo de lejos y ordenar las ideas y hechos. Pero es tan utópico pensar que es posible; que hay un tiempo para todo, que el tiempo es manipulable, que la vida es ordenable.
Tal vez es sólo que estoy demasiado lejos del mundo como para asumirlo y moldearlo. Tal vez es sólo que me hace falta gente, que me falta un buen abrazo, que me falta un partner, que me falta ser un poco más yo y menos otra cosa, no sé.
sábado, 29 de enero de 2011
Volver a asumir que hay una capacidad por ahí escondida de confiar; volver a creer en uno mismo, volver a creer en los demás, dejar de confiar en quienes no corresponde.
Hay todo un proceso asociado al dar pasos; tiempo y pruebas no faltan, mucho menos destino. No voy a rehuir al paso del tiempo, no esperaré toda mi vida para terminar comprendiéndola en partes y haciendo checklist de mis errores y de cuanto hice/noHice.
Siempre he sido de los que se desvía de la ruta porque un semaforo está en rojo o porque una calles está más linda que la otra; creyendo ciegamente en el azar descuido los pasos, pero es un descuido tan bondadoso que me lleva a donde debo llegar. Siguiendo la lógica de la vida, es posible que cada paso ya dado, aunque haya dolido, nunca haya sido en vano.
Quiero sentir que crezco y no solo; me gusta esa sensación de entender el mundo por más de dos ojos.
viernes, 28 de enero de 2011
... y despertar mucho mejor.
Tal vez hacía falta tiempo para darse cuenta de que lo mejor siempre está por venir. Hoy quiero confiar en mi; una vez listo con esto, lo demás será dejarse ir.
Y vamos a seguir leyendo a Cortazar y caminando por las calles que hago mías a la fuerza, y sin abusar de la noche aprovechar cada una de ellas.
Y vamos a seguir leyendo a Cortazar y caminando por las calles que hago mías a la fuerza, y sin abusar de la noche aprovechar cada una de ellas.
jueves, 20 de enero de 2011
Secantes
Con cada nuevo sol arrastro miedos de los días anteriores. Tengo que parar con las malas costumbres y escucharme a mi y nada más. No más de escuchar lo que dicen acá a metros ni lo que deshacen a kilometros; al final parece que cuando más en sintonía conmigo estoy mejor funciono.
Hoy es el día del temblor, y las piezas ya acomodadas múltiples veces se derrumban. No sé que me falta; tal vez es porque esta noche se respira vacía pero suena como pocas. Siento que mi corazón no quedará tranquilo si no escribo la palabra corazón y sentir en algún parrafo, y el ahogo me ataca, porque no sé por donde partir las explicaciones de algo que no existe.
Yo crecí un poquito, y es bueno. Pero esta noche, no sé por qué, todo se hace invalido, y el avanzar es una herramienta sin fin claro, que usé despiadadamente para buscar un bienestar que no se sustenta ni en si mismo. Soy el que nunca pierde los estribos, por el contrario, soy el que los dirije firme pero mal.
martes, 11 de enero de 2011
viernes, 7 de enero de 2011
Rutas perdidas.
De pronto no tienes idea de si el partir de cero una vez más es una idea buena; es enero de nuevo, y cada día en otra vida fue exactamente otra cosa. Tienes en la boca el gusto de la equivocación, y caes recurrentemente en las mismas calles que te llevaron a perder todo cuanto tenías; el tiempo, el espacio, el ser. No sabes hasta que punto sea bueno que enero esté acá, porque febrero y marzo no se detendrán; a estas alturas cada paso está cubierto de miedo porque el orgullo te impide caer de nuevo en lo mismo.
Ruegas por obtener de una vez por toda algo real, pero parece ser que con tu corazón ya no se puede, al menos no hoy por hoy. Vas cayendo en los malos pasos, en la vida de quien mató a palos su memoria. Te refugias donde no te encontrarán; haces tuyos espacios terribles y terminas por hacerte cada vez más parte de la ciudad que te consume. Ya no hay horas ni fechas, el caminar es un deporte para la mente. No sabes nada, y si algo supiste se quedó en el camino. Te has convertido en un cobarde, y como todos los cobardes sonríes y hablas y compras y bailas, pero no serás capaz de mirar a los ojos a nadie, nunca, por miedo a ver en ellos cuanto buscas y no tienes. En una dinámica enferma terminarás consumido por ti mismo, en la soledad de una isla en un archipiélago. Todos están ahí, y afuera hay un mundo. En cambio tú no estás ahí, y tú mismo, por completo, eres tu mundo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)